
¿Cuántas veces has tragado en seco delante de un grupo de amigos para esconder las lágrimas que estaban a punto de salir? ¿En cuántas ocasiones has sentido deseos de llorar pero no lo has hecho porque estabas delante de gente? Es una situación que nos ha ocurrido a todos, por una u otra razón, nos embarga la emoción pero tenemos que esconderla porque no queremos llorar en público.
Sin embargo, ¿crees que realmente vale la pena esconder nuestras emociones? ¿Quién ha dicho que no se puede llorar cuando hay otras personas presentes? En realidad, este comportamiento proviene de la creencia de que el llanto es un sinónimo de debilidad y nos hace parecer vulnerables ante los demás.
Evidentemente, no se trata de elegir sitios públicos abarrotados de personas pero si te sientes profundamente triste o te embarga la nostalgia, no hay razón alguna para que te esfuerces por contener las lágrimas.
3 razones por las que no debemos contener nuestro llanto
1. El llanto es una expresión de nuestros sentimientos. A primera vista, puede parecerte una verdad de Perogrullo pero lo cierto es que el llanto es una de las expresiones más intensas y conmovedoras de nuestras emociones. La sonrisa se puede fingir con facilidad, así como la satisfacción o la tristeza, pero el llanto es algo muy auténtico por lo que no hay razón alguna para contenerlo.
2. El llanto nos permite equilibrar nuestro estado emocional. Por lo general, cuando sentimos la necesidad de llorar es porque estamos demasiado tensos y cargados de emociones negativas por lo que el llanto actúa como una compuerta que libera todos esos sentimientos. Al cabo de un rato, esa carga emocional va disminuyendo, hasta que llegamos a experimentar ese estado de calma y tranquilidad que suele seguir al llanto.
3. El llanto nos permite ver la situación desde una perspectiva más positiva. Cuando terminamos de llorar, por lo general, nuestra mente se encuentra más despejada y aunque inmediatamente es difícil que pensemos en algo concreto, dentro de algunos minutos podremos ver la situación que nos hizo llorar desde una arista más positiva. Esto se debe a que nuestras emociones se han equilibrado y nuestra cognición ya se encuentra despejada para entrar en acción.
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