Imagina un juego en el que una persona debe competir con otra tirando una moneda al aire varias veces. Aquel que logre tirar más veces la moneda, podrá ganar hasta 200 dólares. Sin embargo, cada persona tira la moneda en privado, sin ver a su adversario. Después debe reportar cuántos tiros ha hecho. Crees que si se tratase de un banquero, ¿mentiría para ganar más dinero?
Cuando investigadores de la Universidad de Chicago les hicieron esta pregunta a personas de la calle, la mayoría respondieron que creían que los banqueros serían capaces de mentir con tal de ganar más dinero, incluso más que un ladrón común. Los encuestados creían que los banqueros inflarían sus resultados hasta en un 27%.
¿Es realmente así? ¿Los banqueros se comportarían de forma más deshonesta en este juego? Estos psicólogos se dieron a la tarea de comprobar si la percepción que tienen las personas de la calle sobre los banqueros es cierta o no.
Ni cortos ni perezosos, reclutaron a 128 personas que trabajaban en un gran banco estadounidense, algunos de los cuales eran asesores financieros y especialistas en bolsa.
A continuación, a todos les explicaron las reglas del juego: debían tirar la moneda al aire tantas veces como pudieran y sin que cayera al suelo. Si al final lograban tirarla más veces que su contrincante, ganarían 200 dólares. Aunque no podrían saber cuántas veces la había tirado el supuesto competidor.
Lo curioso fue que a la mitad de estas personas les hicieron preguntas sobre su trabajo, como cuáles eran sus funciones dentro del banco. Al contrario, a la otra mitad les realizaron preguntas irrelevantes que versaban sobre programas de televisión y temas alejados de su profesión.
¿Qué sucedió?
Los banqueros a los que se les realizaron preguntas irrelevantes jugaron de manera más honesta, no hicieron trampas ni inflaron el número de veces que habían tirado la moneda al aire.
Sin embargo, los banqueros a quienes se les había recordado su profesión se comportaron de manera deshonesta y exageraron en un 16% su desempeño con el objetivo de ganar el juego.
En la búsqueda de respuestas: ¿Todos nos comportamos igual?
Para descartar que recordar cualquier tipo de profesión pueda tener un efecto sobre nuestro sentido moral y las conductas inmorales estos investigadores repitieron el mismo experimento involucrando a una gran cantidad de profesionales, desde farmacéuticos hasta informáticos. Lo curioso fue que ninguno de ellos se comportó de manera más deshonesta cuando les recordaron su profesión.
Entonces, ¿por qué los banqueros se comportan de forma deshonesta cuando sacan a colación su trabajo?
Lo más lógico sería pensar que recordarle a un banquero su profesión implica activar una asociación con el dinero, la cual le llevaría a actuar de manera más competitiva y egoísta. Sin embargo, si asumimos esta perspectiva, todos deberíamos tener la tendencia a mentir cuando realizamos una asociación con el dinero.
Para descartar esta hipótesis los psicólogos repitieron el experimento con estudiantes universitarios, a los cuales se les nombraron diferentes bancos y se les describían las funciones de los banqueros. En este caso tampoco se apreció que los estudiantes adoptaran comportamientos más deshonestos al hacer una asociación con el dinero.
¿Cuál es el resorte que dispara la falta de honestidad en los banqueros?
Después de varios experimentos y de manejar diferentes hipótesis estos investigadores opinan que los banqueros se comportan de manera más deshonesta porque están demasiado imbuidos en la cultura materialista que se genera en el mundo de los bancos y las finanzas. De hecho, más tarde constataron que la mayoría de los banqueros que participaron en el estudio pensaban que el estatus social de una persona dependía en gran medida del éxito económico que había alcanzado.
De una forma u otra, lo que ha quedado claro con este estudio es que recordarles a los banqueros su identidad profesional y sus funciones laborales les hace actuar de manera más deshonesta, mintiendo si es necesario para alcanzar su objetivo. Probablemente esto se debe a que en ese momento impera su «yo profesional», un «yo» que ha dejado los sentimientos en casa, que convierte a las personas en cifras y que no juzga en términos de bien o mal sino considerado lo que es rentable y lo que no.
De hecho, esa separación entre el «yo» y el «yo profesional» no es un fenómeno exclusivo de los banqueros, también se ha apreciado en los militares, los políticos y los burócratas. Ese desdoblamiento les permite ser coherentes con lo que les exige su trabajo (que muchas veces no es ético o va en contra de sus principios morales) sin tener demasiados remordimientos de conciencia cuando ponen la cabeza en la almohada.
Obviamente, no se trata de resultados muy halagüeños, sobre todo si tenemos en cuenta que nuestros ahorros están en las manos de los banqueros y que incluso el destino de muchos países se juega en las bolsas.
De hecho, muchos afirman que la crisis actual es un problema económico pero en realidad, sus raíces son mucho más profundas. Aunque el poder político no lo quiera reconocer, hoy estamos enfrentando una crisis de valores, una crisis de deshonestidad que comienza en las altas esferas de la economía mundial y se desparrama por cada uno de los gobiernos. No hay más que echarle un vistazo a la prensa y leer los escándalos de corrupción, los dobles raseros que aplica la «justicia» y los vergonzosos movimientos bursátiles.
Fuente:
Cohn, A. Fehr, E. & Marechal, M. (2014) Business culture and dishonesty in the banking industry. Nature; 516(7529).
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