Mal que me pese, debo reconocer que consumo una o dos tazas de café diarias, es un viejo hábito que me mantiene alerta, ¿o no? Especialistas de la Universidad de Bristol afirman que los efectos estimulantes de la cafeína podrían ser simplemente una ilusión y que la taza de café mañanera realmente no tiene ningún beneficio real.
Para llegar a estas conclusiones fueron puestas a prueba un total de 379 personas que se sometieron a 16 horas de abstinencia antes de proporcionarles una dosis de cafeína o un placebo. Luego se evaluó el rango de respuestas de cada subgrupo evidenciándose que los niveles de alerta realmente no mostraban variaciones significativas. Los investigadores afirman que los bebedores habituales de café desarrollan una tolerancia a los efectos estimulantes de la cafeína y por ende a los efectos activadores de la misma.
Mientras que los consumidores habituales refieren sentirse alertas gracias al café, la evidencia sugiere que realmente este efecto podría deberse a la reversión de los efectos de fatiga provocados por la abstinencia de la cafeína. En pocas palabras: la cafeína nos permitiría regresar a nuestro nivel de alerta normal, o que sería normal de no ser porque tenemos una dependencia hacia el café. Si a esto le sumamos que la cafeína aumenta los niveles de presión sanguínea y otros tantos daños colaterales, entonces no habría razón alguna para consumir este brebaje.
Las personas que participaron en el experimento eran consumidores habituales de café. Su nivel de alerta, ansiedad y dolor de cabeza fueron evaluados de forma autorreferencial y a través de una serie de tareas donde se analizaba su memoria, la atención y el nivel de alerta antes y después de beber café (o una bebida que lo simulaba para provocar el efecto placebo).
Los resultados fueron curiosos, las personas que se mantuvieron en abstinencia (aquellos a los que se les suministró el placebo), reportaron un aumento del dolor de cabeza y una disminución del nivel de alerta pero su desempeño en las tareas no mostró diferencias significativas en comparación con las personas que bebieron realmente el café.
Los investigadores afirman que aunque los efectos de la abstinencia son innegables, el hecho de beber café realmente no aumenta nuestro desempeño sino que nos hace funcionar dentro de los niveles normales. No obstante, algunas preguntas surgen, ¿se evaluó el esfuerzo necesario de ambos grupos para poder realizar con el mismo nivel de rendimiento la tarea? Evidentemente aunque podamos terminar eficientemente una actividad con dolor de cabeza o con sueño, el esfuerzo que demanda a nuestro sistema cognitivo es mucho mayor que si nos sentimos 100% óptimos. Por otra parte también debemos insertarnos en la cultura local, el café inglés normalmente no es fuerte como el italiano o el árabe así que las dosis a las cuales se habitúan podrían no ser significativas… Pero igual solo estoy divagando porque en cuestiones de café no puedo ser totalmente objetiva… 😉
Fuente:
Rogers, P. J. et. Al. (2010) Association of the Anxiogenic and Alerting Effects of Caffeine with ADORA2A and ADORA1 Polymorphisms and Habitual Level of Caffeine Consumption. Neuropsychopharmacology.
Anónimo dice
:-), yo tomo unos 12 cafes al día… uno antes de irme a dormir… y no lo hago por que memantenga alerta, simplemente porque mejor que el café solo hay… el chorizo frito…
Jennifer Delgado Suarez dice
Hola Anonimo:
Como ya comenté en el artículo, yo me tomo dos cafés al día. Normalmente uno al despertarme y otro al medio día y debo decir que el efecto (¿real o psicológico?) del café de mediatarde es genial.
Me ayuda a mantenerme concentrada y retomo las tareas con mayor impulso (o al menos eso me creo). Aunque debo reconocer que independientemente de este efecto activador, también bebo el café porque me encanta.
Un saludo y gracias por dejarnos tus impresiones 😉