
El DSM-5 ya está aquí. La publicación de la nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales no ha pasado desapercibida e incluso ha acaparado titulares en los principales diarios de todo el mundo. Sin embargo, la controversia no es nueva, es más bien una estela que persigue a la “Biblia” de los psiquiatras y psicólogos desde el año 1952, cuando se publicó su primera edición. Ahora, con la introducción de nuevos trastornos en el DSM-5, la discusión está servida.
¿Cuáles son las causas principales de la polémica?
– Falta de consenso sobre los trastornos. No están todos los que son, ni son todos los que están. El DSM-5 no reconoce algunos de los trastornos que los psiquiatras encuentran en su práctica clínica y, a la vez, incluye patologías que muchos profesionales no catalogarían como tal, sobre todo los que tienen una orientación psicoanalítica.
Esto se debe a que la confección del manual es un proceso largo que requiere años de estudio e investigaciones, por lo que no siempre logra captar la realidad mientras sucede. Por ejemplo, esta nueva edición incluye el trastorno de excoriación (dermatilomanía), que existía desde hace años, y deja entrever que en la próxima edición se podría incluir el trastorno de juego por Internet, que actualmente está siendo objeto de estudio.
– Patologización desmedida. A lo largo de los años este manual ha ido incluyendo diferentes trastornos, lo cual genera en muchos psiquiatras el miedo a que se produzca una patologización desmedida. Por ejemplo, en el DSM-IV se abordó por primera vez el ataque de pánico, un problema que hasta aquel momento se había diagnosticado como trastorno de angustia o de depresión. Sin embargo, más allá del nombre, lo cierto es que el trastorno existía, no lo ha creado el manual, sino que tan solo le ha dado un nombre.
No debemos olvidar que este manual no pretende clasificar a las personas o colocarles una etiqueta, sino tan solo clasificar los trastornos que las personas ya sufren, en aras de que reciban un tratamiento y puedan lidiar mejor con esos problemas. El DSM-5 es tan solo un intento de promover un lenguaje común en el ámbito de la Psiquiatría y la Psicología Clínica, que después servirá para comunicarse con otras entidades, como puede ser la escuela o la administración pública.
Los trastornos más novedosos del DSM-5
Los nuevos trastornos del DSM-5 responden, fundamentalmente, a necesidades prácticas, a problemas que psiquiatras y psicólogos encuentran cuando deben realizar un diagnóstico. De hecho, este nuevo manual intenta promover un diagnóstico mucho más preciso, adaptado a la realidad y con una impronta más pragmática, razón por la cual se ha eliminado el sistema multiaxial, se han reorganizado las categorías y se pretende implementar la evaluación a través de dimensiones. De esta forma, se han renombrado algunos trastornos, se han eliminado otros y se han incluido nuevas entidades.
1. Trastorno de la comunicación social (pragmático)
Se trata de una dificultad primaria en el uso social del lenguaje y la comunicación, que se manifiesta durante los primeros años del desarrollo. Básicamente, el niño presenta dificultades para comprender los diferentes contextos sociales y adaptar su comunicación verbal y/o extraverbal a estos.
Estos niños tienen problemas para respetar su turno en una conversación, expresar sus ideas de manera diferente cuando no le comprenden, utilizar su lenguaje extraverbal para reforzar el mensaje o emplear un tono de voz diferente según el contexto y el interlocutor. También les resulta difícil hacer inferencias, comprender el sentido del humor y las metáforas, así como captar los significados ambiguos. Como resultado, estas deficiencias causan limitaciones en su vida social, afectando sus relaciones interpersonales y/o su desempeño académico.
2. Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo
A raíz de la cantidad de niños que han sido diagnosticados con un trastorno bipolar, en el DSM-5 se incluye esta categoría para establecer una distinción entre quienes solo presentan una irritabilidad de carácter crónico, grave y persistente. Estos niños sufren accesos de cólera frecuentes (tres o más veces a la semana y en contextos diferentes), casi siempre provocados por la frustración. En algunos casos esa cólera se puede manifestar de manera agresiva, tirando o rompiendo objetos, contra sí mismo o contra quienes le rodean.
Por otra parte, los niños con este trastorno sufren lo que podría llamarse “enfado crónico”, un estado de ánimo que se mantiene durante la mayor parte del día. Además, el trastorno debe aparecer en el periodo comprendido entre los 6 y los 10 años de edad.
3. Trastorno disfórico premenstrual
Se estima que entre el 1,8 y el 5,8% de las mujeres sufren este problema, vinculado al ciclo menstrual. Se trata de una gran labilidad afectiva, con disforia y ansiedad, que aparece durante la etapa premenstrual del ciclo y desparece apenas comienza la menstruación.
En este caso, la mujer sufre cambios de humor repentinos y se muestra más irritable que de costumbre, por lo que suelen aumentar los conflictos interpersonales. También puede sentirse deprimida o agobiada, pierde el interés por las actividades que antes disfrutaba y experimenta cambios en sus hábitos de sueño y alimentación. Obviamente, para realizar el diagnóstico del trastorno disfórico premenstrual es necesario que estos síntomas provoquen un malestar significativo o que interfiera en las actividades cotidianas y dañe sus relaciones interpersonales.
4. Trastorno de acumulación
Se trata de un problema que muchos psicólogos y psiquiatras conocen muy bien pues está íntimamente relacionado con el Síndrome de Diógenes, pero no se limita a los adultos mayores. La característica central de la persona que sufre un trastorno de acumulación consiste en la negación a deshacerse de sus posesiones, independientemente de su valor real.
Esta persona siente la necesidad de guardar las cosas y experimenta un gran malestar y angustia significativa ante la idea de tener que deshacerse de ellas. Como resultado, las cosas se acumulan en el hogar y afectan su calidad de vida, ya que no solo limitan su espacio vital sino que les aleja de las otras personas y puede llegar a afectar su salud física. De hecho, cuando la persona lleva años con este trastorno, no pueden usar zonas enteras de la casa porque están abarrotadas de objetos.
5. Trastorno de excoriación
En el pasado se le conocía como dermatilomanía y, aunque afecta a un 1,4% de la población, es la primera vez que se reconoce como entidad propia en este manual diagnóstico. Estas personas se dañan la piel de forma recurrente, hasta llegar a producirse lesiones. Las zonas más afectadas suelen ser la cara, los brazos y las manos, así como las pequeñas lesiones o irregularidades de la piel.
La mayoría de las personas utilizan las uñas, aunque otros recurren a pinzas o alfileres. Esta actividad llega a ocupar gran parte del día, causando un deterioro significativo en otras áreas, sobre todo en el plano social ya que la persona se avergüenza de las heridas que se inflige, por lo que intenta recurrir al maquillaje o a la ropa para ocultarlas.
6. Trastorno de atracones
Los atracones han estado vinculados a la bulimia pero ahora son una entidad clínica independiente. Para realizar el diagnóstico es necesario que la persona presente episodios recurrentes de atracones en los que ingiera demasiada comida en un periodo de tiempo muy corto y experimente una sensación de falta de control durante esos momentos.
Estas personas suelen comer más rápido que los demás y no se detienen hasta que no se sienten tan llenos que resulta desagradable. También suelen comer mucho, aunque no sientan la sensación de hambre, pero más tarde se sienten avergonzados de haber cedido a sus impulsos o se culpan a sí mismos. Obviamente, para diagnosticar este trastorno es necesario que provoque un gran malestar psicológico y afecte otras áreas de la vida de la persona.
7. Trastorno neurocognitivo leve
Para diagnosticar un trastorno neurocognitivo leve es necesario que exista un declive cognitivo, en comparación con el nivel de desempeño previo que tenía la persona. Esta alteración se puede experimentar en una o más áreas, desde la atención, la memoria, el aprendizaje, la percepción, el lenguaje, la cognición social o las funciones ejecutivas.
Sin embargo, a diferencia del trastorno neurocognitivo mayor, ese déficit no es tan grande como para interferir en las actividades cotidianas. No obstante, la persona a menudo refiere que le resulta más difícil realizar determinadas actividades o que debe poner en práctica estrategias compensatorias para poder alcanzar el mismo desempeño de antaño.
¿Existe el riesgo de patologizar conductas “normales”?
El DSM-5 es tan solo un manual que pretende orientar al psiquiatra y al psicólogo en su práctica clínica, pero no debemos olvidar que también influye la interpretación que el profesional realiza de los síntomas. La forma de aplicar el juicio clínico es importante ya que tanto los signos como los síntomas están sujetos a interpretación. Por tanto, el riesgo de cometer un error y patologizar comportamientos que podrían catalogarse como “normales” siempre existe.
No obstante, no podemos olvidar que para realizar el diagnóstico de un trastorno mental es necesario tener en cuenta algunos aspectos que los detractores a priori del DSM-5 suelen pasar por alto:
– Las características de la cultura de la persona, por ende, lo que se considera aceptable o no dentro de los parámetros culturales.
– El periodo etáreo, ya que lo que puede ser normal en una etapa del desarrollo, puede no serlo en la siguiente.
– El malestar clínicamente significativo que experimenta la persona y que causa problemas en otras áreas de actuación, como en sus relaciones interpersonales, la sexualidad, la escuela y/o el trabajo.
Por tanto, considero que el DSM-5 continúa siendo una excelente herramienta diagnóstica que todo profesional que trabaje en el ámbito clínico debe conocer y manejar. Si aún no lo tienes, he aquí la nueva edición del DSM-5.
Fuente:
APA (2014) Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
orr momo dice
hola soy estudiante de psicología donde puedo obtener el DSM-5
Jennifer Delgado dice
Hola, en la última línea del último párrafo, hay un enlace al libro, donde indica "la nueva edición del DSM-5", te dirige a la Editorial Médica Panamericana, donde puedes comprar el libro online y recibirlo en casa. Son muy rápidos y profesionales con los envíos.
Creo que se trata de un libro que todos los psicólogos y psiquiatras deben tener.
Disfruta la lectura.
Ivonne Ortega dice
Pues por lo visto hay y seguirá habiendo crítica acerca de la nosologia pero no podemos soslayar la importancia del diagnostico basado en el DSM para efectos periciales.
Los trastornos relacionados con traumas y estrés son un parteaguas en la diagnosis que ahora plantea la APA así como los factores adicionales que por primera vez plantean la violencia de género y en la infancia. Esperemos lo mismo de la OMS.