El cerebro procesa más rápidamente los rostros atemorizantes cuando los vemos con el rabillo del ojo y no cuando apreciamos estas caras frente a frente. Esta idea proviene de Dimitri Bayle y sus colaboradores de la Universidad de Lyon en Francia que sometieron a 11 voluntarios al escáner cerebral magnetoencefalográfico (MEG) mientras juzgaban si los rostros que les fueron mostrados expresaban felicidad o no.
Sin embargo, esta no era toda la tarea a la que verdaderamente se sometían los voluntarios en el experimento; cada uno de los rostros visibles estaba precedido por un rostro atemorizante que se mostraba de manera subliminal, ya sea de frente a la persona o en su campo visual periférico.
Lo más interesante fue que, cuando estos rostros se mostraban en el campo visual periférico, se observaba una mayor activación de las regiones cerebrales relacionadas con el procesamiento emocional; específicamente en la región fronto-medial anterior derecha y, por supuesto, en la amígdala. Esta reacción se manifestaba en menos de 130ms. Al contrario, cuando los mismos rostros se presentaban de frente a la persona, la misma actividad cerebral se evidenciaba a los 210ms.
¿A qué se debe esta diferencia aparentemente ilógica?
Bayle supone que los estímulos atemorizantes se procesan más rápidamente en el campo visual periférico debido a la preponderancia de lo que se conoce como células «magnocelulares» que se encuentran justamente en la periferia de la retina. Se conoce que la vía visual magnocelular es más rápida en su procesamiento pero también más difusa en cuanto a la diferenciación de los estímulos, enviando sus señales directamente a través de las vías subcorticales. Por su parte, los estímulos que se perciben de frente al campo visual, se procesan por la vía parvocelular, que debe seguir un camino más largo hasta llegar a la corteza cerebral pero tienen una mayor precisión en cuanto a los detalles observados.
Los investigadores concluyeron que esta diferencia en el procesamiento de estímulos potencialmente atemorizantes es una ventaja adaptativa que actúa como un veloz detector automático de los posibles peligros. Esta vía burlaría la «lentitud» de la atención y nos conduciría a una reacción rápida que podría salvarnos la vida.
Fuente:
Bayle, D.J.; Henaff, M.A. & Krolak-Salmon, P. (2009) Unconsciously perceived fear in peripheral vision alerts the limbic system: a MEG study. PloS one; 4 (12).
Addax dice
¡Súper interesante! Un saludo!!!!