En los tiempos de crisis económica la lotería aumenta su protagonismo porque le ofrece a las personas algo esencial: la ilusión, la esperanza, la fe en el cambio, la posibilidad de vivir en un futuro mejor y olvidar el presente agobiante.
Pero… remontémonos un poco en la historia, ¿cómo surgió la lotería? Se dice que alrededor del año 190 a.c. los chinos instauraron un modelo de sorteo donde se debían elegir cinco números de los 90 disponibles. Posteriormente, en el XVIII en Italia, se jugó por primera vez lo que se conoció como Lotería Primitiva. Años más tardes, a principios del 1800, la lotería llega a España por obra de Carlos III, siendo usada como un medio para recaudar fondos. Se desarrolla entonces la lotería moderna, que se extiende por todo el país pues logra recaudar una considerable cantidad de dinero.
Hoy la lotería es conocida y jugada a nivel masivo en todo el mundo, resultando variadísimas las formas de juego que ofrece, incluso es posible jugar on-line.
Echemos un vistazo más profundo a esta aparentemente buena opción que nos “brinda” la Diosa Fortuna. ¿Cuáles son las ganancias aproximadas que arroja la lotería que le permite brindar esos premios exorbitantes?
Al contrario de lo que puede pensarse, en lo que va de año en el territorio argentino se ha recaudado un total de 13 mil millones de pesos mientras que en España algunos premios gordos han excedido los 300 millones de euros y esto es sólo un 22.5% del total de las ventas de lotería en el país. En Italia el superenalotto ofrece su mayor premio de la historia, 117 millones de euros; por supuesto, las ganancias superan con creces este número. A buen entendedor… sobran los comentarios.
Acerquémonos ahora al perfil de las personas que más juegan.
Asombrosamente, aquellos que tienen un salario mínimo, alrededor de 10 mil dólares al año, invierten más de un 3% de sus ingresos en intentar ganar la lotería. También juegan aquellos que tienen un nivel cultural más bajo, personas que probablemente no tienen plena conciencia de cuáles son sus probabilidades reales de obtener el premio.
Y por último, ¿cómo cambia la vida de las personas que ganan la lotería?
Una y otra vez, independientemente del tamaño de sus ganancias; al final, el 87% de las personas que ganan en la lotería terminan volviendo a su estado económico original, si no arriban a la bancarrota.
El 35% reconoce que estaba mejor antes del premio mientras que 1/4 de los vencedores se da a los excesos como el alcohol y asume un estilo de vida desorganizado.
Esto sucede porque la persona que gana la lotería continua siendo, esencialmente, la misma persona pero ahora tiene un capital que no sabe cómo manejar y se convierte en otra fuente de estrés. Recordemos que, gestionar una suma elevada de dinero, demanda la puesta en práctica de nuevas habilidades; si no somos personas flexibles y abiertas al cambio, difícilmente podremos reestructurarnos y asumir con éxito este nuevo reto. A la vez, nuestras relaciones interpersonales variarán. Los otros nos verán como “el nuevo rico” y desde esta imagen se relacionarán; probablemente se vuelvan más demandantes y acusadores. Si no somos expertos en manejar las relaciones interpersonales, éstas se convertirán en un generador de estrés añadido.
Las personas juegan porque desean escapar de su triste y agobiante realidad, buscan una ilusión, quieren creer en la posibilidad de que su vida pueda cambiar como por arte de magia. Les resulta más reconfortante pensar en una fortuna ganada sin gasto de energía que imaginar cuanto deberán esforzarse para lograr tan solo una parte de sus sueños.
A su vez, es más sencillo culpar a las carencias económicas por nuestras frustraciones que reconocer que no fuimos capaces de emprender negocios con cierto nivel de éxito. Así, pensamos que un buen capital solucionará nuestros problemas cuando nuestras dificultades no se deben al hecho de tener más o menos dinero sino en el cómo manejarlo y en el cómo enfrentamos la vida.
Espero entonces que la próxima vez que alguien sienta los deseos de jugar, recuerde estas reflexiones.
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