Nuestro cerebro se encoge. Incluso en las personas sanas, quienes no sufren ninguna enfermedad neurodegenerativa, se produce una reducción paulatina del tamaño cerebral, un proceso que suele acelerarse a partir de los 50 años.
De hecho, nuestro cerebro se encoge mientras dormimos. Las sinapsis se debilitan para evitar que se produzca una “sobrecarga” en el sistema neuronal, de manera que las neuronas pueden retroceder casi un 20%. No obstante, este proceso no tiene nada que ver con la degeneración que sufre el cerebro con el paso de los años.
En realidad, no se trata de una pérdida masiva de neuronas, sino más bien de cambios en la microestructura de estas células y las conexiones dendríticas de la corteza cerebral. Esos cambios se localizan fundamentalmente en el lóbulo frontal, involucrado en la capacidad para razonar y la agilidad mental, así como en el hipocampo, la zona donde se fijan los recuerdos.
Sin embargo, en algunas personas esa reducción es mucho más notable que en otras y puede encontrarse en la base de problemas como la demencia. Con el tiempo, es probable que los cambios estructurales y la pérdida de tejido reflejados en volúmenes cerebrales más bajos afecten cada vez más la función cognitiva y perjudiquen nuestra capacidad de funcionamiento.
De hecho, se espera que el número de personas diagnosticadas con demencia casi se triplique en las próximas tres décadas llegando a afectar a 152,8 millones en 2050. Como no existe una cura para la demencia y el desarrollo del tratamiento farmacológico no ha tenido mucho éxito, es necesario prestar más atención a la prevención. Un estudio desarrollado en la Universidad Nacional de Australia apunta a un elemento protector sorprendentemente común en algunos alimentos: el magnesio.
Los alimentos que mantienen más joven el cerebro
El estudio incluyó a más de 6.000 personas del Reino Unido, quienes completaron una encuesta sobre su consumo diario de alimentos durante 16 meses. Los investigadores descubrieron que los que comían más alimentos ricos en magnesio, como semillas y cereales integrales, verduras de hoja verde y legumbres, tenían una edad cerebral más joven. De hecho, las personas con Alzheimer tienen niveles plasmáticos de magnesio más bajo que sus coetáneos sanos.
“Nuestro estudio muestra que un aumento del 41% en la ingesta de magnesio podría conducir a una menor contracción del cerebro relacionada con la edad, lo que se asocia con una mejor función cognitiva y un menor riesgo o aparición tardía de demencia en la vejez”, afirmaron estos neurocientíficos.
Específicamente, el incremento en la ingesta de magnesio de un promedio de 350 miligramos a 550 miligramos al día se vinculó con una reducción de un año en la edad del cerebro a los 55 años. Los investigadores afirman que incluir más magnesio en la dieta puede tener una acción neuroprotectora antes de que comience el proceso de envejecimiento. Estiman que su efecto preventivo puede comenzar a los 40 años o incluso antes.
Esto significa que todos los adultos deberíamos prestar más atención a nuestro consumo de magnesio. No obstante, los neurocientíficos también señalaron que los efectos neuroprotectores del magnesio en la dieta son aún más beneficiosos para las mujeres, sobre todo aquellas que han entrado en la fase posmenopáusica, probablemente debido al efecto antiinflamatorio de esta sustancia.
Algunos de los alimentos ricos en magnesio que recomendaron incluir en nuestra dieta cotidiana fueron: cacahuetes, anacardos semillas de chia, alubias negras, patatas, arroz integral, avena, yogurt y leche.
¿Por qué el magnesio es bueno para el cerebro?
Los mecanismos exactos que explican los efectos neuroprotectores del magnesio aún no se han identificado claramente. No obstante, existe una evidencia considerable de que el magnesio mejora la salud cardiovascular y reduce la presión arterial al facilitar la vasodilatación.
Dado que la presión arterial es un factor de riesgo conocido para el desarrollo de demencia, actuar sobre ella podría reducir significativamente la neurodegeneración relacionada con la edad y, como resultado, disminuir la probabilidad de desarrollar algún tipo de demencia.
No obstante, debemos tener en cuenta que existen muchos otros factores que también contribuyen a la degeneración del cerebro. El estrés encoge el cerebro, por ejemplo, así como un consumo excesivo de alcohol y el uso de drogas. Dormir poco y mal, así como una vida sedentaria y la falta de estímulos intelectuales también afectan el cerebro.
Fuente:
Alateeq, K. et. Al. (2023) Dietary magnesium intake is related to larger brain volumes and lower white matter lesions with notable sex differences. European Journal of Nutrition; 10.1007.
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