“La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos”, dijo Henry Van Dyke en el siglo XIX. Leon Tolstoi compartía la misma línea de pensamiento: “Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo”. Aunque muchísimos siglos antes Aristóteles ya había dicho: “La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la posesión”.
Hoy, parece que hemos olvidado esa gran sabiduría. Bombardeados constantemente por la publicidad y viviendo en un mundo que produce cada vez más pues depende de que consumamos frenéticamente, hemos dejado que las cosas no solo se apoderen de nuestros hogares sino también de nuestras mentes, arrebatándonos la paz interior para sumirnos en un estado de búsqueda permanente de lo nuevo.
Sin embargo, la felicidad no está en las pertenencias sino en las experiencias. La felicidad no se debe buscar fuera sino dentro de nosotros. Cada vez más personas están haciendo suyo este mensaje, abrazando el minimalismo y llevando una vida frugal, que no está basada en los objetos y las posesiones sino en el deseo de tener espacio, tanto físico como mental, para poder vivir las experiencias que deseamos.
¿Cómo un hogar minimalista puede cambiar tu vida?
Hace poco el periódico The Guardian publicó la historia de Fumio Sasaki, un editor japonés y autor del libro “Goodbye, Things” que ha abrazado por completo el minimalismo y solo vive con lo mínimo indispensable. Su historia es iluminadora ya que es la historia de millones de personas.
Sasaki cuenta que “vivir solo con lo básico no solo me ha proporcionado beneficios superficiales como el placer de tener una habitación ordenada o facilitarme la limpieza, sino que también me ha conducido a un cambio más esencial: me ha dado la oportunidad de pensar en lo que realmente significa ser feliz.
“Así que me despedí de muchísimas cosas, muchas de las cuales había conservado durante años. Sin embargo, ahora vivo cada día con un espíritu más feliz. Me siento más contento ahora que en el pasado”.
También cuenta que la transformación no fue fácil. No siempre tuvo esta visión del mundo. Reconoce que, al igual que sus amigos y compañeros de trabajo, solía comprar muchas cosas, que acumulaba en casa, pero mientras más tenía, más quería porque se comparaba continuamente con los demás.
Llegado a un punto, se dio cuenta del mecanismo maquiavélico en el que se encontraba pues para ser como los demás, siempre tendría que comprar más, hasta el punto que su salario ya no le alcanzaba y compraba billetes de lotería con la esperanza de poder llevar la vida que envidiaba a los demás.
El problema es que las cosas que compraba le reportaban una satisfacción inmediata pero fugaz, pues siempre necesitaba más, sintiéndose continuamente miserable. “Siempre pensaba en lo que no tenía, en lo que me faltaba”, reconoce. En vez de sentirse satisfecho por lo que tenía, se centraba en todo lo que no tenía, pero que tampoco necesitaba.
Explicó: “Pensamos que cuanto más tengamos, más felices seremos. Como no sabemos qué nos depara el mañana, recolectamos y ahorramos todo lo que podemos. Esto significa que necesitamos mucho dinero, por lo que gradualmente empezamos a juzgar a las personas por la cantidad de dinero que poseen. Te convences de que necesitas ganar mucho dinero para ser feliz”.
Así decidió romper ese círculo vicioso que solo le generaba ansiedad e insatisfacción pues para comprar cada vez más, necesitaba trabajar más, de manera que disfrutaba cada vez menos de su vida.
10 consejos para abrazar un estilo de vida más minimalista
Sasaki brinda algunos consejos muy valiosos que pueden ayudarnos a realizar esa limpieza profunda en nuestro estilo de vida.
- Olvídate de la idea de que no puedes descartar nada de tus cosas, siempre puedes deshacerte de algo, tienes un montón de cosas que realmente no necesitas o que no tienen ningún significado emocional especial.
- Cuando descartas algo, ganas más de lo que pierdes, no solo ganas en espacio, también en desapego y en libertad.
- Pregúntate por qué no puedes separarte de tus cosas,es probable que en el fondo se trate de un profundo miedo a la soledad, o quizá porque estás viviendo en el pasado o te identificas demasiado con tus posesiones.
- Asume que tienes límites;tu cerebro, energía y tiempo son limitados, así que no los malgastes en cosas que no te reportan auténtica felicidad.
- Deshazte de todo lo que tienes por las apariencias, esas cosas que tienes para mostrárselas a los demás y que son un símbolo de status quo pero no te hacen feliz.
- Diferencia entre lo que quieres y lo que necesitas, así no comprarás por impulso y evitarás llenar tu casa de objetos inservibles. De esta forma también te resultará más fácil hacer limpieza.
- Nuestras cosas son como compañeros de cuarto, excepto que somos nosotros quienes pagamos su alquiler. Con esta idea en mente, te resultará mucho más fácil deshacerte de las cosas que ocupan un espacio que tú podrías disfrutar mejor.
- Deja que tu espacio “vacío” esté realmente vacío, lo cual significa deshacerse de todo lo superfluo, de esas cosas que no nos aportan nada.
- Descarta algo ahora mismo. No lo dejes para después, procrastinar es una excusa para no emprender el cambio. Puedes empezar deshaciéndote de los objetos que tienes por duplicado y aquellos que no has usado en el último año.
- Dile adiós a quien solías ser.Deshacerte de las cosas inútiles, sin un profundo cambio interior, te conducirá de nuevo al punto de partida. Para abrazar un estilo de vida minimalista es importante que te deshagas de tus viejas creencias y estés dispuesto a abrazar tu nuevo “yo”.
Postdata. Este viaje hacia el minimalismo no se centra realmente en las cosas, las cosas son tan solo una excusa para el proceso de transformación que ocurre dentro de nosotros. Es un viaje cuyo objetivo es liberarnos de las ataduras sociales que nos avocan al consumismo, para sentirnos mejor. Eso significa que no hay que sentirse culpables si encontramos algo que realmente nos encanta, lo compramos y lo guardamos, siempre y cuando disfrutemos verdaderamente de ello. El objetivo no es cambiar las ataduras del consumismo por las estrictas reglas del minimalismo, sino encontrar un equilibrio entre nuestro bienestar y las cosas, entre lo que realmente necesitamos y disfrutamos y lo que compramos y almacenamos por las exigencias sociales. Ese es el viaje que vale la pena emprender.
Aude dice
Me encanta como escribes, muy claro y sencillo. Enhorabuena por el artículo.
Jennifer Delgado dice
Hola Aude,
Muchas gracias por tu opinión, me anima a seguir escribiendo 🙂