Antes o después, la adversidad toca a la puerta. Los problemas aparecerán y será mejor que estemos preparados para afrontarlos. Las personas más resilientes, esas que son capaces de crecer en la adversidad, comparten algunas características. Generalmente tienen un mayor sentido del humor, son más flexibles y son capaces de ajustar sus expectativas.
Sin embargo, gran parte de esa fuerza también proviene de su interior, de la manera en que lidian con la adversidad y, sobre todo, del diálogo mental que ponen en marcha. El orador y formador Scott Mautz ha descubierto que la mayoría de las personas emocionalmente fuertes evitan usar algunas frases, tanto consigo mismas como en las relaciones con los demás.
Las cosas que una persona con mentalidad resiliente nunca se dice
Las palabras que usamos pueden dar forma a nuestro mundo, convirtiéndose en una profecía que se autocumple. Pueden animarnos cuando las cosas se tuercen o, al contrario, hacer que nos desmoronemos. Las personas con una mentalidad resiliente suelen evitar estas frases:
1. “Soy así”
Las personas resilientes tienen una mentalidad de crecimiento. Son conscientes de que las habilidades no son un activo fijo sino algo que se puede moldear y desarrollar con esfuerzo. No se atan a una imagen fija de sí mismas ni se escudan tras la excusa “soy así, no puedo cambiar”, sino que asumen un “yo” en continua transformación, que fluye y se adapta a las circunstancias. Eso las ayuda a afrontar mejor los problemas porque son conscientes de que, aunque no cuenten inmediatamente con todos los recursos psicológicos necesarios, confían en que pueden desarrollarlos.
2. “¿Por qué a mí?”
La próxima vez que te veas tentado a preguntarte “¿por qué me ha pasado justo a mí?”, piénsatelo dos veces. Esta frase esconde la creencia en un mundo justo, que está siendo tremendamente injusto “castigándote” de esa manera. Sin embargo, lo cierto es que el mundo sigue sus propias reglas y limitarte a llorar sobre la leche derramada no ayudará. Ser resiliente implica no quedarse paralizados en el papel de víctimas, sino asumir el mando y pasar a la acción. Ese tipo de mentalidad permite a las personas resilientes minimizar los daños y la angustia que suele generar la queja y la auto conmiseración.
3. “Es culpa tuya”
Las personas mentalmente fuertes no sienten la necesidad de señalar con el dedo a los demás o culpar a un ente abstracto – como el universo – ni siquiera cuando las cosas van mal. En lugar de proyectar la culpa hacia el exterior, asumen su cuota de responsabilidad. Tienen un locus de control interno; o sea, una tendencia a interpretar los resultados como una consecuencia directa de sus acciones, no debido a fuerzas externas. De esta forma logran tomar las riendas de su vida y se responsabilizan por sus actos. Estas personas no pierden tiempo buscando culpables, simplemente se dicen: “vale, las cosas no salieron como esperaba, ¿qué puedo hacer ahora?”.
4. “¿Y si…?”
Titubear es humano. A todos nos asaltan las dudas en algún momento, pero es importante no detenerse demasiado tiempo en ellas. Como dicen los pilotos de Fórmula 1, si miras fijamente la barrera de la pista, en lugar de mirar hacia adelante, conducirás directamente hacia ella. De manera similar, si te concentras en todo lo que puede salir mal en una situación de alta tensión, terminarás conduciendo tu «coche metafórico» directamente hacia esos resultados negativos. Las personas resilientes hacen cuentas con los contratiempos, pero no se detienen demasiado en ellos. No permiten que les robe su energía psicológica, sino que trazan un plan de acción. Eso las mantiene concentradas en lo que deben hacer con una actitud proactiva.
5. “No me importa lo que piensen los demás”
Probablemente uno de los descubrimientos más interesantes de Mautz se refiere al hecho de que las personas con una mentalidad resiliente no se encierran en una cámara de eco. No se aíslan de las perspectivas externas pensando que tienen la verdad absoluta en su mano, sino que creen que pueden beneficiarse de las aportaciones de los demás. Por supuesto, eso no significa que cambien de dirección para satisfacer a los otros, sino que tienen la suficiente confianza en sí mismos como para ser capaces de recopilar opiniones, gestionar los desacuerdos y tomar decisiones informadas sin sentirse agredidos o presionados.
Sin duda, mantener la mentalidad adecuada es un componente esencial de la resiliencia. Quienes adoptan una perspectiva realista y se mantienen abiertos ante los desafíos son capaces de ver las adversidades como oportunidades de crecimiento y aprendizaje. Eso no solo te ayudará a gestionar mejor el estrés, sino que fomentará además una actitud más proactiva hacia la resolución de problemas. Al enfocarte en las soluciones y preservar el optimismo, las personas resilientes pueden superar obstáculos y alcanzar sus metas a pesar de las dificultades.
Sin embargo, todo comienza con tu diálogo interno, así que préstale más atención a partir de ahora.
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