Los metaprogramas son estructuras mentales que determinan la forma en que captamos y procesamos la información, por lo que terminan condicionando nuestras decisiones y comportamientos. Básicamente, filtran aquello a lo que le prestamos atención entre todos los estímulos a los que nos exponemos continuamente y funcionan como “hábitos de pensamiento” para procesar esa información.
Por ejemplo, si seguimos un metaprograma igualador tendremos la tendencia a fijarnos en los puntos en común de las situaciones mientras que una persona con un metaprograma diferenciador se enfocará fundamentalmente en los aspectos disímiles. Si tenemos un metaprograma reactivo, seremos propensos a postergar las soluciones hasta el último minuto, pero si seguimos un programa proactivo seremos más planificadores y nos anticiparemos a los problemas. La buena noticia es que la metaprogramación cognitiva nos permite cambiar esos filtros de atención y hábitos pensamiento
Metaprogramación cognitiva
En el pasado, se pensaba que los metaprogramas eran formaciones inmutables. Hoy se conoce que se pueden cambiar. De hecho, la metaprogramación cognitiva se encarga precisamente de facilitar esa transformación, asegurándose de que no existan patrones de nivel superior que interfieran con el cambio o que operen para revertirlo a su estado anterior.
¿Cómo cambiar un metaprograma en 7 pasos?
- Identificar el metaprograma a cambiar. Es importante especificar el tipo de pensamiento que no está funcionando y genera más problemas de los que resuelve. Podemos describir en qué situaciones se activa, con qué personas o en qué lugares. También es importante ser consciente de por qué no está siendo adaptativo.
- Conocer el metaprograma que preferimos. En este paso se trata de identificar el metaprograma que queremos activar. Es fundamental conocerlo a profundidad y comprender su impacto en nuestras percepciones, conocimientos y decisiones. Comprender cómo influirá ese metaprograma en nuestra vida nos dará una motivación adicional para aplicarlo.
- Prueba el nuevo metaprograma. Podemos cambiar físicamente nuestra ubicación a otro sitio de la habitación e imaginar que adoptamos el nuevo metaprograma. Ese simple cambio físico nos ayudará a desligarnos del antiguo metaprograma. Entonces solo debemos usarlo para percibir, clasificar, atender, pensar o sentir las cosas a nuestro alrededor. La clave consiste en observar cómo nos sentimos, qué pensamientos pasan por nuestra mente o cómo se ven las cosas. La idea es comenzar a familiarizarnos con ese metaprograma, aceptando la incomodidad que en algunos casos pueda traer. También podemos practicar en la imaginación usando este metaprograma en tantos contextos y escenarios futuros como se nos ocurra, hasta que nos sintamos más cómodos.
- Comprobación ecológica. En este punto debemos salir de la “zona de prueba” y movernos a una nueva ubicación donde adoptemos la perspectiva de un observador externo que valorará la experiencia desde la distancia. Este es el momento de preguntarnos cuánta tensión o ansiedad nos generó. ¿Cuánto esfuerzo nos costó? ¿Qué beneficios podría traer a nuestra vida? ¿En qué tipo de persona nos ayudaría a convertirnos?
- Control ecológico. En este punto debemos regresar al punto donde nos encontrábamos inicialmente, mirar dentro de nosotros y preguntarnos: ¿una parte de mí tiene alguna objeción ante este cambio o prefiere hacerlo de otra manera? Es importante que prestemos atención a nuestros pensamientos y emociones. Si aparece alguna objeción, simplemente debemos reconocerla, anotarla y continuar adelante.
- Abordar los conflictos y objeciones. Si no prestamos atención a los conflictos que genera un cambio de metaprograma y pasamos por alto las objeciones, las probabilidades de volver a nuestros antiguos hábitos mentales son elevadas. Debemos preguntarnos: ¿qué ganancias secundarias es importante preservar? ¿Cómo las preservaremos? De hecho, generalmente no se trata de cambiar por completo un metaprograma sino de ampliarlo incluyendo otras maneras de funcionamiento. En este paso debemos reformular y redefinir nuestros objetivos y es fundamental no seguir adelante hasta que no tengamos luz verde.
- Instalar el nuevo metaprograma. No es necesario que hagamos un cambio radical, se trata de aplicar el nuevo metaprograma durante un periodo de tiempo específico, que puede ser desde varias horas al día hasta una semana. Es un periodo de prueba en el mundo real para comprobar el funcionamiento de ese metaprograma y decidir si queremos reforzarlo.
En general, debemos tener en cuenta que los metaprogramas son hábitos mentales muy asentados que se ven influenciados por nuestra jerarquía de valores, creencias limitantes, estereotipos y conflictos internos, por lo que el cambio no siempre es lineal sino que está marcado por altibajos.
No obstante, tenemos la capacidad de reorganizarnos para protegernos de los cambios que no deseamos y aplicar las transformaciones que pueden mejorar nuestra vida. Es conveniente tomar notas, alejarse del proceso durante un tiempo para volver a retomarlo y hacer los cambios que sean necesarios. Tomarnos nuestro tiempo nos asegurará que las transformaciones de la metaprogramación cognitiva sean más eficaces a largo plazo.
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