
Si has tomado la decisión de ir a un psicólogo, es probable que lleves bastante tiempo dándole vueltas, hasta que finalmente un día decides dar el paso. También es probable que te sientas mal o que algo en tu vida no acabe de encajar, de manera que supones que acudir a terapia te ayudará a sentirte mejor o al menos a comprender qué te ocurre y encontrar estrategias para lidiar con ello.
Sin embargo, a veces podrías tener la sensación de que sales de las sesiones peor que cuando entraste. O incluso es posible que pienses: “mi psicólogo me hace sentir mal”. Aunque sea difícil de comprender, eso no siempre significa que la terapia no esté funcionando. A veces, el proceso de sanar duele. Sin embargo, en otros casos puede ser una señal de que algo anda mal. Entonces, ¿cómo saber si es un malestar normal del crecimiento o si hay algo de base que no está funcionando?
¿Por qué mi psicólogo me hace sentir mal?
Antes de entrar en pánico y pensar que tu psicólogo es malo, es importante entender que la terapia no siempre es un camino de rosas. A veces, sentirse mal forma parte del proceso.
- La terapia no es un spa mental
Vamos a dejarlo claro: la terapia no es como tumbarse a recibir un masaje relajante. Es más bien como ir a un gimnasio emocional. Y, al igual que ocurre en el gimnasio, a veces sales adolorido. Explorar heridas del pasado, enfrentar miedos o cuestionar creencias arraigadas puede ser bastante incómodo, sobre todo si nunca lo has hecho. Pero, como se suele decir, “lo que no te mata, te hace más fuerte”.
Imagina que llevas años cargando una mochila llena de piedras. Cada piedra representa un trauma, un miedo o una creencia limitante. La terapia no consiste en quitarte cómodamente la mochila y olvidarte de ella, sino en abrirla, sacar cada piedra y examinarla con detenimiento. Y sí, a veces eso duele. Pero también es liberador.
En ese caso, el malestar que sientes no siempre es señal de que algo va mal, sino de que estás haciendo el trabajo pesado que necesitas para avanzar. Así que, aunque a veces salgas de la sesión con el corazón en la mano, podrías estar construyendo una versión más ligera y segura de ti.
- Mirarse al espejo duele
El psicólogo no es un mago y no te va a dar soluciones instantáneas. Es más bien un espejo que te muestra cosas que no querías ver. Y, siendo sinceros, nadie se ve estupendo cuando se mira al espejo después de una mala noche o de haber llorado.
En la terapia, ese espejo no refleja tu cara, sino tus patrones de comportamiento, miedos, conflictos y las sombras que prefieres ignorar. Ver todo eso de frente puede ser bastante incómodo e incluso doloroso. Pero, ¿sabes qué? Esa incomodidad puede ser una señal de que estás creciendo.
Solo cuando reconocemos lo que no nos gusta, podemos empezar a cambiarlo. Así que, aunque te tiente romper ese espejo porque la imagen que refleja no te gusta o no encaja con la que tenías de ti, a veces hay que respirar hondo. Imagina que estás viendo la materia prima de tu transformación.
- ¿Es el psicólogo o soy yo?
En ocasiones, el malestar no proviene de lo que el psicólogo dice, sino de cómo lo interpretamos. Si estás en modo defensivo o has acudido a la consulta con expectativas poco realistas (en plan, “quiero soluciones ya”), es posible que te sientas frustrado. La terapia requiere paciencia y, sobre todo, honestidad contigo mismo.
Es fácil culpar al psicólogo cuando las cosas no salen como esperábamos o no se mueven al ritmo que deseamos. Pero, ¿y si el problema no es lo que te dice, sino cómo lo interpretas? Por ejemplo, si esperas que el psicólogo te dé respuestas concretas a problemas complejos, es probable que te sientas frustrado, enojado o incluso estafado. Sin embargo, un psicólogo nunca te dirá lo que debes hacer.
La terapia no es un manual de instrucciones, sino un espacio seguro para que puedas explorar y descubrir tus propias respuestas. Así que, antes de culpar al terapeuta, pregúntate: ¿estoy siendo honesto conmigo mismo? ¿Estoy dispuesto a escuchar lo que no quiero oír? A veces, nuestras resistencias, miedos o expectativas nos impiden ver el valor de la terapia.
¿Cuándo preocuparse?
No todo el malestar en terapia es “normal”, por lo que existen situaciones que pueden ser una señal de alerta. Por eso, es importante saber distinguir cuándo el malestar forma parte del proceso de sanación emocional y cuándo, al contrario, es un indicio de que algo no está funcionando.
Estas son algunas señales a las que debes prestar atención:
- Tu psicólogo te juzga o minimiza tus sentimientos
Si cuando sales de la sesión no solo piensas “mi psicólogo me hace sentir mal”, sino que te sientes invalidado o culpable, algo está fallando. La terapia debe ser un espacio seguro donde expresarte, no un tribunal donde te sientas juzgado.
Si compartes algo profundamente personal, una experiencia que te ha costado mucho sacar a la luz, y la respuesta de tu psicólogo es un juicio o un comentario que minimiza lo que sientes, no solo será desalentador, sino que también puede hacer que te cierres emocionalmente.
Un buen terapeuta no debe hacerte sentir juzgado ni minusvalorado. Su rol es escucharte, acompañarte, validar tus emociones y ayudarte a entenderlas, no criticarlas. Si la invalidación emocional ha sentado casa y no te sientes cómodo para expresarte, es hora de cuestionar si ese es el espacio que necesitas para sanar.
- No progresas, sino que te sientes estancado
Si después de varias sesiones sigues sintiéndote igual o peor, es hora de preguntarse si el enfoque terapéutico es el más adecuado para ti. La terapia no resuelve las cosas de la noche a la mañana, pero deberías notar algún tipo de progreso con el tiempo. No puedes esperar un año de tratamiento para sentirte mejor.
Si después de semanas sigues sintiéndote atrapado en el mismo bucle de pensamientos y emociones, es posible que el enfoque que está siguiendo tu terapeuta no sea el más adecuado para tus necesidades y características de personalidad.
Debes saber que existen diferentes tipos de terapias y no todas funcionan igual de bien para todas las personas. Asimismo, no todos los psicólogos – por muy buenos y profesionales que sean – encajan con todos los pacientes. Si sientes que estás dando vueltas en círculos, podrías buscar una segunda opinión.
- Te sientes peor TODO el tiempo
Un poco de malestar es normal, pero si cada sesión te deja destrozado y sin herramientas para gestionar ese malestar, algo no está funcionando. Es habitual que algunas sesiones sean más intensas que otras. En algunas avanzarás más y en otras menos. Eso forma parte del proceso.
Sin embargo, si cada vez que sales de terapia te sientes abrumado, agotado y sin recursos para manejar lo que estás sintiendo, es una señal de que algo no está yendo bien. La terapia no debería dejarte en un estado constante de angustia.
Un buen psicólogo no solo te ayudará a explorar tus emociones, sino que también te proporcionará herramientas para gestionarlas. Y generalmente debe asegurarse de que salgas de la sesión con un buen sabor de boca. Si sientes que estás nadando en aguas turbulentas sin un salvavidas al cual aferrarte, es hora de reevaluar ese tratamiento.
¿Qué hacer si tu psicólogo te hace sentir mal?
Sentirse mal en terapia puede ser confuso y frustrante, especialmente cuando vas buscando alivio y apoyo. Pero antes de tirar la toalla o mandar a tu psicólogo a freír espárragos, es importante tomar un respiro y analizar la situación con calma.
- Habla con tu psicólogo. Sí, lo sé. Hablar de tus sentimientos con alguien que te hace sentir mal suena como pedirle a un zorro que te cuide las gallinas. Pero es importante. Un psicólogo bueno se mostrará receptivo a tus preocupaciones y ajustará el enfoque si es necesario. Si no lo hace, quizá sea hora de buscar otro.
- Revisa tus expectativas. ¿Qué esperabas de la terapia? ¿Soluciones rápidas? ¿Que alguien te dijera qué hacer con tu vida? La terapia es un proceso de búsqueda interior, no un repartidor de respuestas. Habla abiertamente de lo que esperas del tratamiento con tu psicólogo. Si es un buen profesional, te ayudará a ajustar tus expectativas y te explicará qué puedes esperar exactamente del proceso.
- Date tiempo. La terapia psicológica no es una carrera de 100 metros, sino más bien una maratón. Es probable que lleves años alimentando esos conflictos, problemas y emociones negativas, por lo que no desaparecerán tan fácilmente. Date permiso para sentirte incómodo, dudar y cometer errores. Al final, el objetivo de la terapia no es sentirte bien todo el tiempo, sino aprender a gestionar los momentos en los que te sientes mal.
- Considera cambiar de profesional. No todos los psicólogos son iguales, y no todos encajan con todas las personas. Si después de hablar con tu terapeuta sigues sintiéndote mal, no temas buscar a otro profesional. La terapia psicológica puede ser como encontrar el par de zapatos ideal: a veces hay que probarse varios.
En resumen, si tu psicólogo te hace sentir mal, no te pongas en lo peor. Pero tampoco ignores o minimices tus emociones. La terapia es un viaje, y como en todo viaje, a veces hay baches. Pero si el camino se vuelve demasiado cuesta arriba, es válido buscar un nuevo mapa o un nuevo guía. Lo importante es que sigas avanzando a tu propio ritmo.
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