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Miedo a lo desconocido: ¿Cómo superarlo en 5 pasos?

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Todos experimentamos el miedo a lo desconocido. Nos guste reconocerlo o no, somos animales de costumbres. Solemos pensar que “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Es cierto que también disfrutamos de la novedad. Pero en su medida justa y solo hasta cierto punto. Cuando sentimos que el control se nos escapa y comienza a colarse la incertidumbre comenzamos a sentirnos incómodos. Y esa incomodidad puede degenerar rápidamente en un miedo paralizante.

El origen del miedo a lo desconocido

El miedo es una de las emociones básicas más útiles que podemos experimentar. Nos avisa de un peligro potencial y nos indica que debemos estar alertas para ponernos a salvo si es necesario. El miedo a lo desconocido, en especial, es un temor atávico que nace de nuestra reticencia a lo incierto. De hecho, el origen de este miedo es evolutivo. Nuestros antepasados se exponían a diario a un gran número de peligros, sobre todo cuando se adentraban en zonas desconocidas donde los riesgos podían multiplicarse.

Cuando no conocemos a una persona o nos encontramos en una situación nueva, esa respuesta de miedo vuelve a activarse para ayudarnos a estar más atentos a los pequeños detalles que puedan indicarnos un peligro. No sabemos lo que va a ocurrir porque carecemos de patrones de comparación o de la información necesaria para sacar conclusiones, de manera que necesitamos mantenernos alertas.

De hecho, nuestro cerebro está particularmente predispuesto a tener miedo a lo desconocido. Un estudio realizado en la Universidad Tecnológica de California comprobó que cuando nos enfrentamos a situaciones que implican un elevado grado de incertidumbre se activan dos regiones del cerebro, la amígdala y la corteza orbitofrontal.

La amígdala es la zona encargada de detectar los peligros y enviar la señal de alarma mientras que la corteza orbitrofrontal procesa ese mensaje desde el punto de vista cognitivo. Lo curioso es que cuando sentimos miedo a lo desconocido nos volvemos más conservadores. Nos mostramos más reacios a cometer errores y se activa el sistema inhibitorio del comportamiento, lo cual significa que tenemos la tendencia a paralizarnos.

Sin embargo, cuando la incertidumbre aumenta, nuestro comportamiento se vuelve más errático y podemos tomar decisiones más irracionales. Simplemente la situación desborda nuestros recursos de afrontamiento y perdemos el control.

Lo que perdemos por el miedo

El miedo a lo desconocido es una reacción adaptativa. Sin embargo, no vivimos en las cavernas como nuestros antepasados y en el entorno actual ese temor puede ser más un obstáculo que una respuesta adaptativa. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Illinois comprobó que las personas más sensibles a las amenazas inciertas también son más vulnerables a desarrollar ansiedad y sufrir ataques de pánico.

Cuando somos demasiado sensibles a la incertidumbre y a lo desconocido, podemos pasar gran parte de nuestra vida ansiosos y preocupados porque nos pueda pasar algo malo. Vivir en ese estado no es vivir, es limitarnos a sobrevivir. Rechazamos las nuevas experiencias y desaprovechamos las oportunidades solo porque encierran el germen de lo desconocido. Eso significa que nos limitamos a languidecer en lo conocido mientras desaprovechamos nuestras potencialidades.

A la larga, el miedo a lo desconocido incluso puede convertirnos en personas rígidas. Temer a lo que no conocemos nos impide abrirnos a nuevas ideas y formas de hacer las cosas, lo cual conduce al anquilosamiento intelectual. Comenzamos a rechazar lo nuevo buscando refugio en lo viejo porque es lo único que nos resulta seguro y confortable. En ese preciso instante dejamos de crecer.

¿Cómo superar el miedo a lo desconocido?

1. Aceptar el miedo a lo desconocido

Nelson Mandela dijo que “no es valiente quien no tiene miedo sino quien sabe conquistarlo”. Todos, sin excepción, sentimos miedo. El miedo forma parte de la vida y tiene una función adaptativa. Solo debemos asegurarnos de que no guíe nuestras decisiones y no se convierta en un límite.

Por tanto, si tememos a las situaciones nuevas y aquellas que encierran un elevado nivel de incertidumbre, el primer paso para superar el miedo a lo desconocido es aceptarlo. Engañarnos pensando que no tenemos miedo, inventando excusas y recurriendo a mecanismos como la racionalización solo servirá para seguir alimentando ese miedo.

2. Buscar su origen

Si experimentamos un recelo particularmente intenso ante las circunstancias nuevas o los extraños, vale la pena escarbar en la causa de ese miedo a lo desconocido. ¿Se debe a alguna mala experiencia de nuestro pasado? ¿Quizá es un miedo aprendido que nos transmitieron nuestros padres?

Se trata de comprender que las experiencias pasadas no tienen que determinar nuestro presente o el futuro. El pasado representa a otro “yo”. Ahora somos otra persona, con más experiencia y recursos de afrontamiento, lo cual nos brinda la posibilidad de gestionar mejor las situaciones inciertas.

3. Cuestionar las predicciones

El miedo a lo desconocido suele hacer leva en nuestro sesgo de negatividad. Los temores se acrecientan en nuestra mente haciendo que imaginemos los peores escenarios posibles. Es importante detener ese diálogo interno negativo recurriendo a la lógica.  ¿Qué evidencias tengo que apoyen mi miedo? ¿Qué pruebas tengo de que pasará algo negativo? ¿Qué es lo peor que puede suceder?

Marco Aurelio, filósofo estoico, dijo: “Muchas de las ansiedades que nos acosan son superfluas: al ser solo criaturas de nuestra imaginación, podemos deshacernos de ellas y expandirnos a una región más amplia, dejando que nuestro pensamiento abarque todo el universo”. Por tanto, muchas veces no deberíamos prestar tanta atención a nuestro pensamiento o podemos caer en la trampa de la fusión cognitiva.

4. Aprender a navegar en la incertidumbre

El miedo a lo desconocido está íntimamente ligado a la sensación de pérdida de control. Nos asustamos porque no podemos prever los resultados y perdemos el control de la situación. Sin embargo, debemos asumir que la vida siempre implica cierto grado de incertidumbre. Mientras más cómodos nos sintamos con la incertidumbre, más se reducirá el temor a lo desconocido. 

Para aprender a navegar en la incertidumbre, hay que practicar. Un buen ejercicio es salir de la zona de confort a menudo. Se trata de probar nuevas experiencias para superar el miedo a lo desconocido. Atrevernos a probar cosas que nos hacen sentir relativamente incómodos solo porque no las conocemos o no las controlamos completamente. Así vamos venciendo nuestra resistencia al cambio y nos acostumbramos a lidiar con escenarios desconocidos.

5. Asumir el miedo como una oportunidad de crecimiento

El miedo no es nuestro enemigo. Cuanto más intentemos ocultarlo o luchar contra él, más grande y poderoso se volverá. En el fondo, no tenemos que combatir el miedo a lo desconocido, la «lucha» es con nosotros mismos, con nuestra visión de las cosas y nuestra manera de afrontarlas.

El miedo, sea cual sea, es una oportunidad para crecer. Es un maestro que nos presenta un desafío para atrevernos a hacer esas cosas que pueden ayudarnos a expandir nuestros límites. Solo cuando hacemos lo que nos da miedo, logramos liberarnos de su influjo.

Fuentes:

Gorka, S. M. et. Al. (2016) Startle Potentiation to Uncertain Threat as a Psychophysiological Indicator of Fear-Based Psychopathology: An Examination Across Multiple Internalizing Disorders. Journal of Abnormal Psychology; 126(1), 8–18.

Carleton, R. N. (2016) Fear of the unknown: One fear to rule them all? Journal of Anxiety Disorders; 41: 5-21.

Hsu, M. et. Al. (2005) Neural Systems Responding to Degrees of Uncertainty in Human Decision Making. Science; 310(5754): 1680-1683.

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Jennifer Delgado Suárez

Psicóloga Jennifer Delgado Suárez

Soy psicóloga. Por profesión y vocación. Divulgadora científica a tiempo completo. Agitadora de neuronas y generadora de cambios en mis ratos libres. ¿Quieres saber más sobre mí?

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