La crisis de ansiedad es un trastorno que afecta cada vez a más personas, sobre todo en los países desarrollados. Quienes sufren los ataques de pánico los refieren como una sensación muy visceral que provoca desde el aumento del ritmo cardíaco hasta dificultades para respirar y mareos.
Sin embargo, todo no se limita al plano fisiológico ya que también se experimenta desrealización, despersonalización y un miedo intenso, ya sea a morir o a perder el control. No obstante, el centro de la crisis de ansiedad es un pensamiento reactivo que, de alguna u otra forma, desencadena o alimenta el episodio. Por eso la mayoría de las terapias psicológicas para controlar los ataques de pánico están dirigidas a enseñarle a la persona a manejar sus ideas. Básicamente, se piensa que al cambiar los pensamientos negativos por unos más positivos y apacibles, se pueden minimizar los síntomas de la crisis de ansiedad hasta que estos desaparezcan por completo.
Sin embargo, el enfoque de la Terapia Mindfulness va un paso más allá porque no considera que el problema se deba exclusivamente al contenido de esos pensamientos, creencias o recuerdos sino a la energía emocional que estos destilan. Es decir, la carga emocional que acarrean determinadas ideas es la que les confiere un verdadero poder y, en última instancia, es la responsable de los síntomas de la crisis de angustia.
Por ejemplo, dos personas pueden tener el mismo pensamiento pero lo más probable es que reaccionen de manera completamente diferente porque la carga emocional que le confieren es diversa. Por tanto, en la Terapia Mindfulness se enfatiza en la búsqueda de diferentes vías para cambiar esa energía emocional. Una vez que se haya logrado, todo lo que la persona tendrá es un «pensamiento vacío», en el sentido de que se despojará de esa carga emocional negativa que generaba ansiedad.
Con este tipo de terapia las personas aprenden a «sentarse» con sus emociones; es decir, se focalizan en ellas, sin intentar evitarlas o controlarlas. Se trata de un cambio muy sutil pero fundamental porque dejamos de estar a merced de las emociones y las analizamos desde un punto de vista más objetivo. Dejamos de huir de las emociones y tampoco intentamos controlarlas, simplemente dejamos que fluyan y las aceptamos. Al asumir esta actitud, le restamos gran parte de la carga emocional negativa. Como podrás suponer, en este punto las emociones asociadas a los pensamientos pierden su intensidad y su poder para intensificar los síntomas de la crisis de angustia.
¿Cómo poner en práctica estas ideas?
Encuentra un momento tranquilo durante el día y elige un lugar en el que nadie te moleste. Entonces siéntate con tu miedo. Haz que acudan a tu mente todos esos pensamientos que normalmente te rondan cuando sufres una crisis de ansiedad. Medita sobre su veracidad y, sobre todo, descubre las emociones que generan. No te resistas a estas emociones y no intentes ocultarlas, simplemente vivéncialas y acéptalas.
De esta manera comenzarás a desarrollar una relación consciente con las emociones que experimentas cuando tienes una crisis de angustia. Si repites este ejercicio varias veces, poco a poco las emociones irán perdiendo su intensidad y, consecuentemente, el impacto negativo que ejercen sobre ti.
Por supuesto, se trata de una explicación muy sencilla de los principales principios de la Terapia Mindfulness aplicada a una crisis de ansiedad. En realidad lo más recomendable es que te pongas en manos de un psicólogo que pueda guiarte por este camino y enseñarte las técnicas que mejor se adapten a tu caso.
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