A medida que los niños van creciendo su autonomía e independencia aumentan notablemente, poco a poco logran valerse por sí mismos casi sin la ayuda de los adultos. Para ese entonces es natural que sientan que son capaces de hacer cualquier cosa y que lo intenten cada vez que tienen una oportunidad, incluso si va en contra de las reglas establecidas en casa o en la escuela. Para ellos no hay nada más importante que lo que quieren y pueden hacer.
Como imaginarás, esta actitud es muy positiva para favorecer su conocimiento del mundo, sin embargo, en ocasiones puede convertirse en un gran problema, sobre todo para los padres, a los que les puede ser muy difícil controlar el comportamiento del niño. De hecho, este es uno de los motivos principales de consultas en el área de la Psicología Infantil. Cuando las ansias de independencia del niño crecen y los padres no son capaces de establecer determinados límites, la situación se les puede ir de las manos e incluso pueden dar lugar a situaciones que son peligrosas para el propio pequeño.
No obstante, una de las primeras cosas que debes saber es que ninguna estrategia para educar y manejar el comportamiento de un niño difícil es totalmente eficaz, pues lo que puede funcionar para algunos pequeños para otros puede ser del todo contraproducente. Es por ello que deberás ir probando poco a poco cuáles son los mejores mecanismos para lograr que tu hijo respete las normas, partiendo de una serie de principios básicos que te permitan sembrar buenos cimientos. He aquí algunos criterios que resultan esenciales.
8 consejos para gestionar la conducta de los niños difíciles
1. Establece límites claros. Poner límites a las demandas del niño es fundamental, y mientras antes lo hagas mejor. Sin embargo, establecer límites no significa poner reglas a tontas y a locas, si no en función de la edad y los valores que se quieren desarrollar en el niño. Es importante que le dejes claro por qué se establece cada límite y que seas específica dando las instrucciones, pues no es lo mismo decir: “Deberás portarte bien” a expresar esta misma idea en situaciones más concretas: “No tires los juguetes”, “No grites” o “No le pegues a tu hermanito”.
2. Préstale solamente la atención necesaria. Los niños siempre necesitan la atención de los adultos por eso harán hasta lo impensable para ganársela. Sin embargo, necesitan aprender que no siempre pueden recibir la atención que demandan, sobre todo si son niños difíciles que se comportan de manera negativa. Es lo que se conoce en psicología infantil como la técnica de tiempo fuera o retirada de atención y se trata de que los adultos le retiren la atención al pequeño cuando éste se comporta de manera inadecuada, y solo lo vuelvan a atender cuando se comporte bien. Es una estrategia muy eficaz para enseñarle al pequeño cuáles son los comportamientos que debe eliminar y cuáles potenciar.
3. Explícale las decisiones y permite que tome partido en el asunto. Explicarle al niño cuáles son las razones por las que le pides hacer o evitar algo es fundamental pues de esta manera comprenderá que no se trata de un simple capricho. Además, las probabilidades de que desobedezca serán menores si intentas involucrarlo con la demanda o si puede elegir otra alternativa. Por ejemplo, si vas a pedirle que recoja sus juguetes, explícale por qué debe hacerlo y luego propónle algunas opciones para que pueda elegir libremente: “Haz terminado de jugar, ahora vamos a guardar los juguetes para que la habitación esté recogida. Mamá te va a ayudar a recoger, dime cuáles prefieres guardar tú”.
4. Sé coherente con lo que le pides al niño y busca complicidad en las demás personas. De nada servirá que intentes establecer normas que el niño no aprecia en su entorno o que nadie más cumple. El caso más típico es cuando le pides que hable en voz baja pero en casa las personas acostumbran a gritar todo el tiempo. Por tanto, antes de imponer una regla, es importante que esta sea compartida por los demás, que el niño comprenda que no se aplica solo a él. De esta forma estará más motivado a cumplirla.
5. Aprende a controlar tus emociones. Gritarle al niño, enfadarse con él o recriminarlo fuertemente no ayudará en nada en su educación. Si se trata de un niño difícil y tu propósito es enseñarle cuáles son las conductas que debe evitar, deberás calmarte cuando las repita una y otra vez. Quizás puede ser una tarea complicada, sobre todo si estás inmersa en otras funciones, no obstante, siempre será la mejor solución porque cuando te dejas vencer por la ira y el enfado, difícilmente podrás darle a tu hijo un buen consejo o una explicación coherente.
6. Sé constante y firme en las decisiones que tomes respecto al niño. La adopción de nuevas reglas y límites por lo general traen aparejada una actitud negativa en los niños, siendo muy común que durante los primeros tiempos esa conducta que quieres evitar aparezca incluso con más frecuencia e intensidad que antes. Se trata de una reacción totalmente normal que indica que vas por el camino adecuado, por lo que no debes desesperarte, ni cejar en el empeño. Mantente firme en las decisiones que tomes en relación con el niño, quizás al inicio no surtan efecto, pero con el paso del tiempo terminarán por ser efectivas.
7. Aprende a ser flexible según las circunstancias. A primera vista puede parecerte un contrasentido; sin embargo, se trata de que puedas flexibilizar las normas y demandas que has establecido. Evidentemente, deberás ser firme y constante en su aplicación, pero no debes olvidar que existen circunstancias especiales en las que el niño necesita romper con esas normas, como puede ser un día de fiesta, de excursión o la tarde que pasa con los amigos. Recuerda que no hay nada más excitante para violar una regla que la extrema rigidez. Se trata de promover comportamientos positivos y desarrolladores, no de convertirte en un tirano con puño de hierro.
8. Ten siempre a mano algunas alternativas. Tener determinados límites que orienten el comportamiento del niño es positivo para su educación, sin embargo, negarle todo el tiempo las cosas que le gustan solo logrará un efecto contraproducente. Por eso, es oportuno que tengas a mano varias alternativas cuando el NO sea demasiado frecuente, por ejemplo, si luego de haberlo regañado varias veces te pide ir a jugar con sus amigos, puedes decirle: “No puedes ir a jugar con tus amigos porque te has portado mal, en cambio puedes quedarte en tu habitación y jugar con tu hermano”. Se trata de minimizar el efecto negativo que pueden tener los límites y reglas y que el niño no se sienta bombardeado.
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