¿Cuántas veces has pensado: “esto es solo temporal” o “ya vendrán tiempos mejores”? Todos recurrimos a esos tópicos – o sería mejor decir consuelo. En ocasiones, cuando tenemos que afrontar momentos difíciles o nos sentimos atrapados en una densa rutina, intentamos consolarnos diciéndonos: “solo es una etapa de la vida”.
La idea de que “esto también pasará” puede ser útil. Por supuesto. Pero también encierra una trampa porque lo que percibimos como una etapa de la vida, en realidad es nuestra vida. Y si no tomamos cartas en el asunto, esa etapa podría extenderse hasta ocuparla por completo. Porque, si cada fase se convierte en una espera pasiva de un futuro mejor que vendrá, ¿cuándo empieza tu vida de verdad?
La trampa del futuro: ¿Qué pasa si siempre estás a la espera?
Nuestra mente puede engañarnos. Decirnos que esto es “solo una etapa de la vida” crea un colchón de comodidad que puede terminar convirtiéndose en una prisión. Sentarnos a esperar que las cosas cambien, con la ilusión de que hemos puesto en pausa nuestra vida, nos permite evitar tomar decisiones y retrasar cambios importantes sin sentirnos culpables. Pero al final la vida sigue sin nosotros.
En 2011, el psicólogo Daniel Gilbert descubrió que a menudo somos víctimas de un sesgo que denominó “ilusión del fin de la historia”: somos capaces de mirar al pasado y percibir nuestro crecimiento personal y cuánto hemos madurado, pero solemos pensar que no cambiaremos mucho más en el futuro. Es como si nos viésemos congelados en el tiempo.
Y, sin embargo, la vida continua y seguimos cambiando – lo queramos o no. La diferencia estriba en que, si somos conscientes de que no estamos atravesando tan solo una etapa, podemos decidir de manera más consciente qué dirección tomar, en vez de dejarnos llevar por las circunstancias.
La dilación anula el presente mientras promete un futuro incierto
Séneca, uno de los grandes filósofos estoicos, creía que el mayor error vital que cometemos es no darnos cuenta de la brevedad de la vida y comprender que cada momento cuenta.
“Vivís como si fuerais a vivir siempre, nunca reparáis en vuestra fragilidad, no calculáis cuánto tiempo ha pasado ya para vosotros.
“Andáis empeñadas en demasiadas tareas para poder vivir mejor, equipáis la vida a base de gastar vida y vuestros pensamientos os dirigen a la lejanía. Pero el desperdicio mayor es la dilación: anula cada día que se va presentando y escamotea lo presente mientras promete lo de más allá.
“El mayor estorbo del vivir es la expectativa que depende del mañana y pierde lo de hoy. Dispones de lo que está puesto en manos de la suerte y abandonas lo que está en las tuyas. ¿Adónde miras? Todas las cosas venideras quedan en la incertidumbre: vive de inmediato”, decía Séneca.
Pensar que estamos atravesando tan solo una etapa y no hacer nada para intentar mejorarla acercándonos a la versión que deseamos ser, implica tirar a la basura días o incluso años de nuestra vida.
¿Es realmente temporal? El poder de las pequeñas decisiones
No cabe duda de que hay etapas complicadas, fases en las que decidimos sacrificarnos para lograr un objetivo más ambicioso o momentos en los que las cosas no marchan como desearíamos, pero en vez de pensar que todo va a pasar, ¿qué cambiarías si lo abordases como la vida misma?
Pregúntate qué podrías hacer de manera diferente ahora mismo si aceptaras que este momento es tan importante como cualquier otro de tu vida. Por supuesto, no siempre es posible hacer cambios radicales o romper con todo de la noche a la mañana. Pero a veces el mayor impacto proviene de pequeñas decisiones que están en nuestras manos.
¿Estás en un trabajo temporal? Quizá puedes empezar a formarte en algo que te apasione o invertir tiempo en un proyecto personal que pueda convertirse en tu trabajo más adelante. ¿Te encuentras en una relación de pareja que no te satisface? Quizás haya llegado el momento de dialogar. ¿Te sientes estancado en la vida? Probablemente tengas que comenzar a planificar tus próximos pasos para salir de esa situación.
En definitiva, no esperes que todo mejore por sí solo. No pienses que estás poniendo en pausa tu vida, porque no es así. El tiempo no se detiene, ni te espera. Y, aunque es cierto que puedes reinventarte en cualquier momento, posponer esa reinvención siempre para mañana es como dejar un libro sin terminar, pensando que luego tendrás más tiempo. Pero quizá no sea así.
Referencia Bibliográfica:
Gilbert, D. T. et. Al. (2013) The End of History Illusion. Science; 339: 96-98.
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