
¿Alguna vez has tenido la sensación de que los problemas se acumulan y, hagas lo que hagas, no logras escapar de ellos? ¿Que el universo conspira en tu contra? ¿Qué te pasa absolutamente de todo? ¿Qué estás viviendo en un eterno déjà vu?
Spoiler: no te está pasando de todo. Te está pasando lo mismo… una y otra vez. Solo que con diferentes matices, distintos nombres y nuevos escenarios.
El mismo patrón con distintos matices
Desde fuera, tu vida puede parecer una montaña rusa de problemas, conflictos, contratiempos y sorpresas indeseadas: un jefe que no te valora, una pareja que no te escucha, amigos que se alejan, decisiones que parecen salir mal sin importar cuánto las pienses.
A todos nos ha pasado.
Luego, creemos que hemos avanzado. Que hemos encontrado a alguien diferente. Que esta vez será la vencida. Pero la historia se repite, como si estuviésemos en un día de la marmota eterno.
Es descorazonador. Desmotivador. Frustrante.
Y, sin embargo, esos problemas que parecen multiplicarse como una hidra de mil cabezas en realidad podrían tener una misma causa: un asunto sin resolver que se manifiesta de diferentes formas.
De hecho, Carl Gustav Jung advertía que “hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida, y tú le llamarás destino”.
¿Por qué repetimos lo que nos duele?
Parece un contrasentido. A fin de cuentas, si ya sufrimos por algo, ¿por qué lo repetiríamos? ¿Por qué seguiríamos eligiendo trabajos donde nos explotan, relaciones que nos apagan o amistades que nos traicionan?
En realidad, no queremos repetir ese dolor conscientemente, el problema es que:
- Nos resulta familiar. Lo conocido, aunque sea incómodo, genera una falsa sensación de seguridad. Si crecimos rodeados de gritos o en un entorno de negligencia emocional o sobreexigencia, podríamos pensar que eso es lo “normal”. Por tanto, tenderemos a reproducir esos escenarios en la vida adulta.
- Nos empeñamos en reparar lo irreparable. A veces, repetimos ciertos patrones como un intento simbólico de “hacerlo bien esta vez”. Si no pudimos “salvar” a una persona querida de su tristeza, por ejemplo, podríamos buscar relaciones similares para, inconscientemente, saldar esa vieja cuenta pendiente.
- No lo notamos – simple y llanamente. Muchos patrones psicológicos son tan profundos que ni siquiera somos conscientes de su existencia. El miedo al abandono, la necesidad constante de validación o la dificultad para poner límites suelen moverse en la sombra, de manera que solo vemos sus efectos y consecuencias.
La vida te pone el mismo examen… hasta que apruebes
No es casualidad que siempre acabes atrapado en el mismo tipo de conflicto. No es “mala suerte”. Es que la vida te pone delante la misma lección hasta que aprendas.
¿Te cuesta decir no? Entonces seguirás atrayendo situaciones en las que tengas que poner límites. ¿Sientes que nunca eres la primera opción? Te encontrarás con personas que confirman esa idea. ¿Tienes miedo a que te abandonen? Te sentirás atraído, curiosamente, por personas emocionalmente distantes.
Jung explicaba que “quienes no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido”.
De hecho, también introdujo el concepto de “sombra” para referirse a esa parte de nosotros que reprimimos, negamos o no queremos ver, pero que muchas veces determina nuestras decisiones, actitudes y comportamientos.
Cuando no reconocemos nuestros miedos, heridas emocionales o deseos ocultos, terminamos proyectándolos fuera. Es decir, los vemos en los demás, en las situaciones, en “lo que me pasa”… Pero en realidad, proviene de dentro.
Por eso, más que escapar de lo que nos ocurre, solo para terminar replicándolo más delante de otra manera, necesitamos mirar hacia adentro y preguntarnos: “¿Qué parte de mí está generando esto que no entiendo afuera?”.
¿Cómo saber si estás dentro de uno de esos bucles invisibles?
Detectar el patrón no siempre es fácil, porque estás dentro de él. Es como intentar leer la etiqueta de un frasco… estando dentro del frasco. No obstante, algunas señales de que quizás estás repitiendo un hábito muy profundo del que necesitas deshacerte son:
- Te preguntas continuamente: “¿por qué siempre me pasa lo mismo?”. Si te lo has dicho dos, tres, cinco veces… es mala señal. Puede tratarse de distintas personas o situaciones, pero el resultado es el mismo: estás atrapado en un bucle tóxico.
- Los problemas se repiten, aunque cambies de entorno. Quizá te mudaste de ciudad, cambiaste de trabajo… pero los conflictos son calcados. Y eso indica que el que no ha cambiado lo suficiente eres tú.
- Reaccionas de forma desproporcionada ante ciertas cosas. Si te desbordas emocionalmente ante algo “mínimo”, es probable que no estés reaccionando solo al presente, sino a una herida abierta del pasado.
- Tienes pensamientos en bucle. “Siempre decepciono a la gente”, “nadie me entiende”, “no valgo lo suficiente”… Son frases que no vienen solas, sino que tienen un patrón de fondo que necesitas comprender.
Técnicas prácticas para dejar de cometer siempre el mismo error
El problema no es cometer errores. Todos nos equivocamos. El problema es cometer siempre el mismo error sin llegar a entenderlo. Romper con un patrón repetitivo requiere una pequeña revolución de conciencia. Necesitas darte cuenta de lo que estás replicando, por qué lo haces y qué papel juegas en ese guion.
1. Haz un inventario emocional
Toma papel y boli para anotar:
- Conflictos recurrentes de los últimos años
- Situaciones que te han generado mucho malestar
- Personas con las que siempre terminas igual
Después, busca el hilo conductor preguntándote: ¿qué parte de esta historia ya la viví? Pero en vez de tirar balones fuera o culpar a los demás, haz un ejercicio de introspección. ¿Qué papel juegas en esas historias? ¿Qué emociones aparecen siempre? ¿Qué creencias repites? ¿Qué actitudes o decisiones estás replicando sin darte cuenta?
2. Identifica tu “guion emocional”
Detectar tu guion es clave. Una buena estrategia para identificarlo consiste en observar qué frases automáticas te dices en esos momentos de crisis, ese diálogo interno que te repites cada vez que tropiezas con la misma piedra. Eso te dará una pista del verdadero problema de base.
Muchas veces vivimos siguiendo una especie de guion inconsciente: “Tengo que agradar para que me quieran”, “si digo lo que pienso, me rechazarán”, “soy responsable de lo que los demás sienten”… Pregúntate: ¿qué necesidad emocional estoy intentando cubrir?
3. Acepta lo que estás negando
«Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma», afirmaba Jung. Si estás repitiendo los mismos errores una y otra vez de diferentes maneras, necesitas aceptar que quizá tienes miedo al rechazo o que tal vez no te sientes digno de ser amado tal como eres.
No se trata de culparte, sino de comprenderte. Entender que haces lo que haces por una razón que quizá en su momento te protegió. Pero ahora toca actualizar el sistema. A fin de cuentas, no puedes sanar usando las mismas estrategias que te lastimaron.
Aceptar esas verdades incómodas es un paso esencial para restarle poder sobre tus decisiones. Solo cuando aprendas la lección podrás seguir adelante y dejar replicar esos patrones mentales que te ponen zancadillas a cada paso.
4. Cambia tu rol en la historia
Se trata de romper la secuencia que repites una y otra vez, aunque sea solo un poco. Si siempre eres el que “salva” a los demás, prueba no hacerlo, aunque sea solo una vez. Si siempre callas, di algo. Si sueles huir de los conflictos, quédate. Si siempre intentas controlar todo, delega una tarea pequeña…
Romper el patrón implica actuar de manera diferente, aunque te incomode. Poco a poco, te darás cuenta de que no es el fin del mundo. Y comenzarás a tomar decisiones más conscientes, en vez de dejarte llevar por patrones inconscientes.
5. Busca un punto de vista externo
A veces, los patrones mentales que estás replicando están tan arraigados que es imposible verlos. Sin embargo, una persona que te conozca bien podría notarlos con relativa facilidad. A veces basta que alguien te diga: “¿No te das cuenta de que siempre acabas con gente que te manipula?” para que algo haga clic dentro de tu.
Acude a alguien que tenga una mirada empática, pero también honesta. Puede ser un terapeuta, pero también un amigo que no te endulza la píldora o incluso tu pareja. La clave está en abrirte al espejo que te ofrecen los demás para ampliar tu campo de visión. A veces, otro ojo ve lo que el tuyo ha normalizado durante años.
En resumen, no es el universo. Eres tú (y eso es una buena noticia). Y te dejará de pasar cuando finalmente comprendas qué patrón estás repitiendo y lo cambies. Así que la próxima vez que digas “no entiendo por qué siempre me pasa esto”, cambia el enfoque y pregúntate: “¿Qué está intentando enseñarme?”.
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