Una canción, un lugar, un aroma… Pequeños detalles pueden transportarnos en el tiempo generando una sensación de nostalgia y desencadenando emociones intensas. La nostalgia implica un anhelo de volver a cierto periodo de la vida, un deseo de revivir aquellas experiencias significativas que todavía generan intensas ondas emocionales. Sin embargo, ese sentimiento es más intenso en algunos periodos de la vida.
La nostalgia aumenta con los años
Investigadores de la Universidad de Akron descubrieron que el sentimiento de nostalgia es más común a medida que envejecemos. También apreciaron que puede desencadenar tanto sentimientos positivos como un estado de ánimo negativo.
Estos investigadores reclutaron a 100 personas de entre 18 y 78 años, quienes descargaron una aplicación en sus móviles para responder a un cuestionario diario durante dos semanas. Todos los días respondían a preguntas relacionadas con la nostalgia, indicando si habían experimentado o no este sentimiento durante la jornada.
Como era de esperar, la edad fue un factor predictor de la nostalgia diaria: los jóvenes reportaron nostalgia un 60% menos que los adultos de mediana edad. En cambio, los adultos mayores reportaron tres veces más sentimientos nostálgicos que las personas de mediana edad. Hombres y mujeres experimentaban nostalgia por igual.
En sentido general, es lógico que las personas mayores sean más nostálgicas ya que han tenido más experiencias de vida que pueden generarles esos sentimientos de añoranza. Cuando miran atrás, tienen más vivencias que recordar e incluso un mayor número de experiencias del presente pueden remontarlas al pasado, por lo que es comprensible que puedan sentir más nostalgia.
¿Existe la nostalgia positiva?
La nostalgia suele ser una emoción compleja y ambivalente. La mayoría de las personas la experimenta de manera positiva, pero también hay quienes la viven de forma negativa.
Por ejemplo, estos investigadores constataron que experimentar nostalgia se relacionó con cambios en el estado de ánimo tanto positivos como negativos: el 72 % de los participantes reportó un aumento en el afecto positivo en respuesta a la nostalgia, mientras que el 51 % tuvo un aumento en el afecto negativo.
Las personas más jóvenes y de mediana edad tenían más probabilidades de experimentar emociones positivas en respuesta a la nostalgia que las personas mayores, para quienes la nostalgia estaba más relacionada con un estado de ánimo más negativo.
Estos psicólogos explican que nuestra respuesta emocional a la nostalgia parece volverse más negativa con el paso de los años porque a medida que envejecemos recordamos más momentos importantes de nuestras vidas y no todos son positivos.
No obstante, también sabemos que cuando la nostalgia genera sentimientos positivos puede mejorar nuestra autoestima e incluso llenarnos de optimismo para el futuro. De hecho, mirar hacia atrás deliberadamente buscando recuerdos en nuestro pasado puede disminuir las probabilidades de sufrir depresión ya que este ejercicio proporciona cierto sentido a nuestra vida, ayudándonos a liberarnos de la tristeza o el sufrimiento.
En este sentido, psicólogos de la Universidad de Dakota del Norte piensan que la nostalgia es, en última instancia, una experiencia emocional orientada hacia el futuro. Nos anima a reflexionar sobre experiencias pasadas, pero genera estados afectivos, comportamientos y metas que mejoran nuestra vida de cara al futuro.
No obstante, podemos usar la nostalgia positiva como fuente de inspiración para recuperar la energía perdida, conectar con quienes amamos o incluso para mantener vivas ciertas tradiciones. Podemos usarla para sentirnos felices por lo que fue, experimentar gratitud por lo vivido y proyectarnos al futuro para crear nuevos recuerdos positivos.
Fuentes:
Turner, J. R., & Stanley, J. T. (2021). Holding on to pieces of the past: Daily reports of nostalgia in a life-span sample. Emotion; 21(5): 951–961.
Fiorito, T. & Routledge, C. (2020) Is Nostalgia a Past or Future-Oriented Experience? Affective, Behavioral, Social Cognitive, and Neuroscientific Evidence. Front. Psychol; 11: 10.3389.
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