Los tatuajes y los piercing corporales son una moda que se extiende, sobre todo entre los más jóvenes. Las motivaciones para realizarse estas modificaciones corporales son muy variadas pero algunos afirman que el dolor que les propician estas prácticas le proporcionan cierto alivio ante los problemas emocionales mientras que otros simplemente disfrutan del contacto del metal con la piel. Según Estirn y Hinz, psicólogos de las universidades de Frankfurt y Leipzig, en algunos casos esta moda puede estar relacionada con un deseo oculto de autolesionarse y es que más allá de las técnicas tradicionales de tatuajes actualmente los tatoos por escarificación y branding, prácticas usuales entre los mayas y otras culturas antiguas, están tomando un nuevo protagonismo.
Para aquellos que no lo conozcan el tatuaje por escarificación es una de las técnicas más antiguas y se basa en hacer cortes en la piel con un bisturí para conseguir cicatrices que den forma al dibujo deseado. Con el tatuaje por branding se obtienen los mismos resultados pero el proceso es diferente ya que la cicatrices se consiguen aplicando sobre la piel unas placas de metal previamente calentadas. Ambos procesos son lentos y dolorosos pues se trata de conseguir una cicatriz abultada para que el dibujo se pueda apreciar mejor. ¿Por qué escoger estos procedimientos y no optar por las técnicas más modernas?
Para comprobar la posible relación entre las modificaciones corporales y el deseo de autolesionarse los investigadores reclutaron a 432 personas que completaron un cuestionario donde se indagaba sobre su motivación para tatuarse o ponerse un piercing y qué procedimientos seguían. El 27% de los participantes admitieron que en su infancia ellos mismos se habían autoprovocado lesiones. Curiosamente también reportaron un mayor número de eventos negativos en su vida y una mala relación con sus propios cuerpos, destacándose que el 34% de los encuestados se practicaron un tatuaje en correspondencia con algún elemento vital, generalmente de carácter negativo. Así, llegaron a reconocer que se modificaban sus cuerpos para huir de experiencias negativas o simplemente para experimentar el dolor físico; incluso llegaron a afirmar que el deseo de autolesionarse había cesado cuando comenzaron a tatuar sus cuerpos. Vale aclarar que el 16% de las personas que se habían realizado modificaciones corporales presentaron complicaciones médicas.
Para los investigadores la relación es bien clara: muchas personas con dificultades psicológicas optan por realizarse modificaciones corporales en un intento de deshacerse de sus problemas emocionales; aunque por supuesto, puntualizan que los tatuajes y los piercing no son sinónimos ni puede identificarse linealmente con la existencia de un trastorno a nivel psicológico.
En el artículo «La autolesión como vía para eliminar la angustia emocional» ya se había anticipado que aproximadamente uno de cada seis jóvenes norteamericanos se autolesionan como una forma de aliviar la depresión o la ansiedad. Así, el dolor actúa como una suerte de droga que les hace olvidar sus problemas emocionales. En resumen, que lo que ha surgido y se ha extendido como una moda actúa como un background perfecto para aquellos que desean ocultar sus dificultades.
Fuente:
Stirn, A. & Hinz, A. (2008) Tatoos, body piercings and self-injury: Is there a connection? Investigations on a core group of participants practicing modification. Psychoterapy Research; 18(3): 326-333.
Anónimo dice
Muy interesante el artículo. Estudios recientes afirman que la práctica de piercing y de tatuajes en jóvenes y personas adultas, es sencillamente llamar la atención. Las personas que hacen uso de esas prácticas, afirman que es para "destacarse del resto" ser "diferentes". Lo que no saben es que, siguen siendo iguales a miles de personas en el mundo. Pues la escencia de ser diferente a los demás, está en el interior nuestro y no en el exterior.