Ya ha comenzado. Y nosotros somos el objetivo.
El gaslighting es una forma de manipulación que nos hace dudar de nuestra propia cordura – poniendo en entredicho lo que hemos vivido y visto – para que aceptemos la realidad, la opinión y la perspectiva que quiere imponernos el manipulador.
No es un fenómeno nuevo. En “1984” George Orwell ya había hecho referencia a un Ministerio de la Verdad que se encargaba de reescribir la historia y falsear los hechos a conveniencia del sistema. Para lograrlo recurría a todos los métodos que estuvieran a su alcance, sobre todo a la propaganda y los medios de comunicación.
Pero como la realidad siempre supera la ficción, es probable que estemos a punto de sumergirnos en la mayor campaña de gaslighting de la historia.
A medida que avancemos en la desescalada y comencemos a abrir nuestras puertas, diferentes fuerzas intentarán convencernos de que debemos volver a la normalidad. Nos dirán que no hay motivos para temer – o al menos no tanto. El virus se volverá a minimizar e incluso habrá quienes lo negarán rotundamente.
Se gastarán millones en publicidad para que podamos volver a sentirnos cómodos – con esa comodidad que proviene de la ignorancia motivada. Veremos anuncios en todos los formatos y en todos los sitios con una sola promesa: recuperar la normalidad.
El sistema de consumo se siente en la “obligación” de acudir a “rescatarnos” para ayudarnos a borrar esa sensación de zozobra que se ha instaurado, para que nos volvamos a sentir inmortales, devolvernos a la vida que teníamos antes de la crisis, permitirnos recuperar las viejas rutinas y hacernos olvidar la tragedia. A cambio de esa promesa solo debemos entregar una cosa: la vida.
Es más fácil producir consumidores que someter a esclavos
“La industria de la publicidad es la que se dedica a la creación de consumidores. Este es un fenómeno que se desarrolló en los países más libres, en Gran Bretaña y los Estados Unidos. Y la razón está muy clara. Se volvió clara hace aproximadamente un siglo, cuando esta industria se dio cuenta de que no iba a ser fácil controlar a una población con el uso de la fuerza. Habían ganado demasiada libertad: sindicatos, parlamentos con partidos para los trabajadores en muchos países, el derecho al voto de la mujer… Por lo tanto, tenían que encontrar otros medios para controlar a la gente”, escribió Noam Chomsky. “Entendieron que era más sencillo crear consumidores que someter a esclavos”.
Durante las últimas décadas el negocio publicitario ha funcionado encontrando el “problema” del consumidor para brindarle una solución más o menos satisfactoria. Cuando el problema es práctico, compramos una estantería donde poner los libros o una aspiradora para limpiar la casa. Cuando el problema es emocional la “solución” es más compleja – aunque eso no ha impedido que Coca-Cola prometa hacernos felices y Apple hacernos sentir especiales.
El sistema de consumo nos conoce. Conoce nuestras necesidades emocionales y juega con ellas. Sabe que un consumidor consciente, ese que piensa y toma las riendas de su vida, no es un buen consumidor. Por eso necesita hacer todo lo posible y lo imposible para que olvidemos esa sensación de vulnerabilidad y el atisbo de mortalidad que ha generado esta crisis y que nos ha obligado a reflexionar sobre cosas más importantes que la marca de los zapatos que usamos o el modelo de smartphone que tenemos en el bolsillo.
En estas semanas hemos visto muchas cosas que hay que cambiar. Necesitamos reforzar el sistema de salud y a nuestros sanitarios. Necesitamos apoyar a las pequeñas empresas. También necesitamos defender a los colectivos vulnerables, como los ancianos. Y necesitamos a políticos y funcionarios responsables que sean capaces de hacer bien su trabajo – a secas y sin excusas.
Todo eso lo hemos visto. Y es inquietante.
Pero también hemos podido atisbar cómo sería el mundo cuando nos detenemos un poco y dejamos de correr en pos de mil obligaciones. Hemos vivido en una Gran Pausa que nos ha brindado una perspectiva nueva. Una vida en la que no necesitamos comprar para sentirnos bien. En la que no necesitamos gastar excesivamente para seguir alimentando un sistema defectuoso en sí mismo que no funciona para todos. Nos hemos dado cuenta de que las relaciones son más importante que las posesiones.
Todo eso también lo hemos visto. Y es inquietante para el sistema.
Una mentira repetida mil veces puede convertirse en verdad – a menos que estemos atentos
Todos tenemos ganas de normalidad. Por supuesto. Pero podemos decidir a qué normalidad regresaremos. Ahora tenemos la oportunidad de dar forma a nuestra “nueva normalidad”. La alternativa es dejar que la narrativa oficial conforme y limite esa normalidad.
El sistema de consumo hará todo lo posible por devolvernos a la vieja normalidad. Quiere que volvamos a comprar. Que dejemos de pensar. Que volvamos a correr para comprar cosas que no necesitamos. Que volvamos a encerrarnos en nuestra burbuja, con demasiada prisa como para preocuparnos por los demás. Que volvamos a cerrar los ojos ante el problema conscientes de apenas tenemos tiempo para cerrar los ojos para dormir.
El bombardeo para hacernos creer que nunca vivimos lo que vivimos será abrumador. La narrativa para dar forma a nuestra vida poscoronavirus ya ha comenzado para que volvamos a sentirnos normales. Ese bombardeo vendrá de las marcas, vendrá del gobierno e incluso es probable que venga de ambas direcciones. Vendrá de la izquierda y de la derecha. De arriba y de abajo. Las empresas y los gobiernos están a punto de unirse para dejarnos inconscientes de nuevo, enajenarnos y que volvamos a asumir el papel de meros consumidores.
Y para que nos sintamos seguros nos dirán que los hospitales no eran una zona de guerra, que era solo un eufemismo. Que el número de fallecidos no eran tan alto – e incluso es probable que descuenten unos cuantos. Que no vimos el fracaso del liderazgo y del sistema. Nos harán caer de lleno en la posverdad, ese “instrumento a través del cual se ‘crean verdades’ que no corresponden a los hechos, pero que terminan siendo validadas por las mayorías en función de su repetición incesante o de mecanismos similares”, al decir de Chomsky.
Algunos estarán dispuestos a creer en cualquier cosa con tal de volver a esa añorada normalidad. Podrán narcotizarse con las decenas de partidos de fútbol que vendrán, disfrutar del verano y luego volver a la oficina o la fábrica – si tienen suerte de que siga abierta – para olvidar lo antes posible todo lo ocurrido, con la excusa de que están demasiado ocupados como para cambiar algo. Y esos también te presionarán para que olvides lo que has vivido, se sumarán a esa campaña de gaslighting masiva para hacerte dudar.
Por tanto, quizá ha llegado el momento de respirar hondo y preguntarte qué quieres hacer realmente con tu vida. ¿A qué “Nueva Normalidad” quieres volver? Estamos delante de una oportunidad única para redefinir todo.
Fuente:
Gambuto, J. V. (2020) Prepare for the Ultimate Gaslighting. En: Medium.
Jordi Lopez dice
Genial todo lo que he leído, comparto todo lo que dices.
Lastima que no se podrá hacer nada, al menos yo ansío ese cambio y no se por donde empezar a luchar , me siento solo en esta pelea.
Jennifer Delgado dice
Hola Jordi,
No estás solo, hay muchas personas que no quieren esa «nueva normalidad» porque significa volver atrás. La pregunta es si se trata de una masa crítica suficiente como para que se produzca un cambio social sustancial en nuestra manera de consumir y vivir.
Antonio Bucci dice
Creo que es un movimiento llevarnos de regreso a Matrix
Alberto González dice
Escribo para un diario de Hidalgo, México. Me gustaría entrevistarle psicóloga.
Espero su respuesta por este medio. Gracias
Cláudia Melo dice
Belíssima observação do obscuro e triste quadro que se anuncia… Desvendar o véu de grossa lama, que o sistema teima em nos mergulhar, é tarefa árdua e corajosa… mas nunca impossível de ser pleiteada. Grata pela reflexão!