El cuidado, la consideración y la empatía sustentan muchos de los aspectos de la vida diaria en Japón y son esenciales para preservar el espíritu social. Desde el omotenashi, la hospitalidad japonesa hasta su famoso kirei, la limpieza y organización, los japoneses tienen muchas maneras para resaltar la importancia de la comunidad y la ayuda a los demás.
Cuenta una japonesa en Japón que una vez, cuando visitó una cafetería en Naha vio una planta con unas flores preciosas. Se detuvo un rato a sacarle flores y, cuando entró a la cafetería, la propietaria le preguntó si le gustaba la flor. Cuando terminó de tomarse el café y leer un libro, fue a la caja a pagar, la señora le regaló un esqueje de la planta. Es un detalle precioso, sobre todo teniendo en cuenta las molestias que se tomó para dar una alegría a un desconocido. Ese gesto es una muestra de un concepto muy arraigado en la cultura japonesa: omoiyari.
¿Qué es el Omoiyari?
La palabra omoiyari (思いやり) se suele traducir como empatía, pero en realidad tiene un significado mucho más amplio. De hecho, en nuestro idioma no existe una palabra equivalente, por lo que para entenderla en toda su extensión hay que recurrir a los dos conceptos que la componen.
Por una parte, encontramos Omoi (思い), que significa pensamiento o preocupación por los demás, y Yari que deriva de yaru (やる) y significa dar o enviar algo a los demás. Entonces, el significado de omoiyari sería “enviar tus sentimientos altruistas a los demás”. No obstante, también se puede entender como la sensibilidad de una persona para experimentar los sentimientos de otro y asuntos personales, incluyendo sus circunstancias.
Omoiyari es simpatía, empatía y compasión, lo cual conduce a una acción reflexiva. Se trata de ser capaz de ponerse en el lugar del otro para anticiparse a sus necesidades e intentar satisfacerlas. Obviamente, para practicar el omoiyari hay que pensar y sentir como el otro. Hay que experimentar una profunda conexión. Pero a diferencia de la empatía, el omoiyari no se limita a la experiencia afectiva, sino que conduce a una acción. Es una comprensión intuitiva que incluye comportarse de esa manera.
Una mirada a la cultura japonesa
En Japón, cuando vas de compras, al final del día, si el personal de una tienda nota que un cliente lleva varias bolsas, le ofrece una bolsa más grande donde pueda colocar todas sus bolsas más pequeñas. Así podrá estar más cómodo. Es un ejemplo de omoiyari.
Sin embargo, el omoiyari no siempre implica hacer algo. A veces, no hacer nada o mantenerse en silencio también es omoiyari.
En Japón también es muy importante vivir en armonía en sociedad. Como los japoneses son conscientes de que los ruidos fuertes pueden molestar a los demás, hablan en voz baja en los lugares públicos e incluso ponen sus teléfonos en modo silencioso y no contestan a las llamadas cuando van en el tren o el autobús para no molestar a los pasajeros que están a su lado. Esa preocupación porque el otro se sienta bien es otro ejemplo de omoiyari.
De hecho, el concepto de omoiyari también está vinculado al kuuki wo yomu (空気を読む), que significa literalmente “leer la situación”. Cuando somos lo suficientemente sensibles, no solo nos ponemos en el lugar del otro, sino que también nos contextualizamos para adaptarnos a la situación y brindar la ayuda necesaria. Esa ayuda sensible y altruista genera felicidad tanto en quien la ofrece como en quien la recibe.
En Japón, el concepto de omoiyari se aborda desde muy temprano en la escuela y se utiliza como un principio rector para comunicarse y relacionarse con los demás. De hecho, una encuesta realizada a nivel nacional reveló que el 86,7% de los padres esperan que sus hijos desarrollen el omoiyari.
El especialista en comunicación Kazuya Hara, de la Universidad Meikai, por ejemplo, considera que los crímenes violentos, los malos tratos o los asesinatos indiscriminados que asolan muchas de las sociedades modernas están causados en gran parte por la falta de omoiyari.
Los componentes psicológicos que distinguen el Omoiyari
La empatía sin una acción reflexiva sirve de poco. La acción sin empatía puede causar más problemas de los que resuelve. El omoiyari es un concepto psicológico complejo que incluye el altruismo, la simpatía, la empatía y, por último, el comportamiento prosocial.
Sin duda, en su base se encuentra el altruismo, un acto o deseo de ofrecer algo gratuitamente a otros cuando lo necesitan. El omoiyari implica ayudar al otro sin esperar una recompensa, simplemente por el deseo de hacerlo. Es una ayuda desinteresada porque la recompensa proviene de la satisfacción que se experimenta al facilitarle la vida al otro. La satisfacción de quien ayuda proviene de la satisfacción de quien recibe la ayuda. Son la misma cosa.
Es importante aclarar que el omiyari no se basa en la lástima que proviene de la superioridad ni en el mecanicismo de dar y recibir a cambio. El omoiyari es voluntario y ni siquiera espera gratitud de los demás. Además, si una persona espera recibir algo a cambio cuando ayuda otros, eso no es omoiyari y en la cultura japonesa, esa expectativa de recompensa no solo no será respetada sino incluso despreciada ya que va en contra de la virtud intrínseca del omoiyari.
Al mismo tiempo, el omoiyari incluye la simpatía y la empatía. La simpatía implica una preocupación por el otro porque nos identificamos con su situación mientras que la empatía va un paso más allá para experimentar en carne propia cómo se siente. De hecho, es interesante que este concepto no implique la otredad. Es decir, omoiyari significa entender el los sentimientos de los demás, sin tener en cuenta el autoconcepto propio. No existe una separación entre el “yo” y el “otro”.
Esos sentimientos conducen a un comportamiento prosocial, que puede ser activo, como brindar ayuda o de carácter más pasivo, como permanecer en silencio si es eso lo que el otro necesita. De hecho, aunque el omoiyari va acompañado de una acción útil para los demás, eso no significa necesariamente que la conducta prosocial será aceptada voluntariamente por los demás. Las personas son libres de rechazarla.
El “lado oscuro” del Omoiyari
El omoiyari demanda una gran sensibilidad, por lo que siempre se corre el riesgo de que no funcione como esperamos. En ocasiones, los destinatarios de esa amabilidad pueden no apreciarla. De hecho, algunas personas pueden considerarla como una molestia o intromisión (osekkai) en su vida, que es precisamente la antítesis de la comprensión empática.
En Japón existe la palabra sakaurami para referirse al acto de pensar mal de un persona que solo pretendía ser amable. Eso significa que para practicar el omoiyari es necesario desarrollar una sensibilidad especial que nos permita comprender realmente qué necesita el otro, abandonando nuestra perspectiva por completo. Así evitaremos hacer cosas innecesarias que incluso podrían percibirse como una intromisión desagradable.
Obviamente, el riesgo siempre existe. Pero cuando la ayuda proviene desde la bondad y se realiza de manera desinteresada y humilde, las probabilidades de que ese gesto sea aceptado y genere alegría aumentan considerablemente.
Referencia Bibliográfica:
Hara, K. (2006) The Concept of Omoiyari (Altruistic Sensitivity) in Japanese Relational Communication. Intercultural Communication Studies; XV(1): 24-32.
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