“Esta es la esencia de la vida: ¿Quién eres? ¿Qué eres?”, escribió el joven Tolstoi en su diario. Una generación más tarde, en el otro lado del Atlántico, la astrónoma Maria Mitchell escribió en el suyo: “Sin duda, saber lo que uno debe hacer en la vida es lo más difícil. ‘Hacer’ es relativamente fácil”.
Vern Kousky, un artista de Brooklyn, explora precisamente el camino a través del cual podemos descubrir el sentido de nuestra vida, lo que en japonés se conoce como ikigai, y también nos habla de cómo encontrar nuestra voz interior y encontrar un sitio donde sintamos que pertenecemos. Sus delicadas acuarelas envuelven a grandes y pequeños por igual mientras su prosa nos invita a la reflexión.
Así descubrimos a un pequeño pájaro azul que vivía en una isla dorada y que todas las mañanas escuchaba los preciosos cantos de sus hermanos.
Incapaz de cantar como ellos, el pequeño pájaro se angustiaba, pensaba que no había una melodía adecuada para él en el mundo. Sentía que no encajaba y se entristecía.
Su madre lo animó: “Sal y encuentra una canción especial que solo tú puedas cantar”. Esta reflexión en clave infantil nos recuerda la idea de Nietzsche según la cual “nadie puede construirte el puente sobre el que tú, y solo tú, debes cruzar el río de la vida”.
Así, el pájaro azul se dispuso a cruzar mar y tierra para encontrar su singular canción, aquella que le hiciera especial.
Emprendió un largo vuelo, hasta llegar a una tierra lejana donde encontró a una grulla de cuello largo. Le preguntó si conocía alguna canción que él pudiera cantar.
La grúa no tenía una respuesta, pero le señaló con su pico hacia las distantes montañas que se perfilaban en el horizonte, donde vivía “el pájaro más sabio”. Quizá él lo sepa.
El obstinado pájaro emprendió el vuelo, desafiando sus miedos. Nunca había volado en un sitio tan tenebroso.
En las profundidades del oscuro bosque encontró a un búho, muy anciano y sabio. Contento, el pajarillo le preguntó si conocía una canción especial. Sin embargo, el búho no pudo darle la respuesta que tanto ansiaba.
La joven ave no se dio por vencida, visitó tierras extranjeras en busca de su canción, pero nadie sabía darle la respuesta.
“Un día invernal, conoció a un pájaro que parecía un poco enfadado y bastante hambriento. Aun así, el pájaro cantor chilló valientemente:
“Por favor no me coma. Solo quería saber si alguna vez has oído una canción muy especial, una que solo yo pueda cantar”.
El extraño de aspecto aterrador, que resultó ser un cuervo muy amable, finalmente le ofreció un amago de respuesta: “No conozco tu canción, pero sé dónde la encontrarás: debes volar hacia el oeste todo lo que puedas”.
Y así lo hizo el joven pájaro, atravesó el mar, desafió los vientos y el frío, hasta que descubrió el cálido resplandor de una isla que parecía “una joya en el horizonte”, de la cual fluía una música preciosa.
Eufórico por haber llegado a su destino, el pájaro cantor azul se armó de fuerzas para recorrer la distancia que le faltaba. ¡Seguro que en aquel sitio encontraría su canción!Sin embargo, cuando llegó a tierra, se dio cuenta de que había regresado a casa. Poco a poco la decepción se fue apoderando de él. Entonces vio a su madre y sintió el impulso de contarle sobre la grulla, el búho, el cuervo y todas las historias de su viaje.
Cuando abrió su pequeño pico, lo que brotó fue una canción maravillosa y propia. Al decir del director y guionista Werner Herzog: “todo arte original debe basarse en una experiencia de la vida”.
Sin duda, es una historia diferente que nos anima a emprender un viaje de autodescubrimiento, un viaje que solo nosotros podemos hacer ya que somos nosotros, no los demás, quienes debemos encontrar lo que nos hace únicos y especiales, aquello que da sentido a nuestra vida y que nos satisface realmente. Este mensaje es un valioso regalo para todos, pero sobre todo para los niños.
Fuente:
Popova, M. (2017) The Blue Songbird: A Tenderhearted and Lyrical Parable About Finding Your Voice and Coming Home to Yourself. En: Brain Pickings.
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