En la sociedad de la productividad y el rendimiento, esa que nos dice que “el tiempo es dinero” y debemos aprovecharlo al máximo, suele ser difícil pasar tiempo a solas, soñar despiertos, dejar que la mente divague sin rumbo, relajarse o sumergirse profundamente en nuestro mundo interior.
El dolce far niente a menudo es visto como una pérdida de tiempo inexcusable, un lujo que no deberíamos permitirnos – por el que a menudo nos sentimos culpables – o incluso llegamos a identificarlo con la pereza o la apatía. Sin embargo, pasar tiempo a solas con nuestros pensamientos es beneficioso para nuestro bienestar y ni siquiera es una experiencia tan desagradable como suponemos.
Estar a solas con uno mismo no es tan aburrido y desagradable como imaginamos
En 2014, investigadores de la Universidad de Virginia le hicieron una pregunta sencilla a un grupo de personas: ¿prefieres aburrirte o sentir dolor? La mayoría eligió someterse a descargas eléctricas leves antes que quedarse sentados sin hacer nada en una habitación durante 15 minutos.
Esos resultados testimonian nuestra incomodidad ante el aburrimiento y la posibilidad de estar a solas con uno mismo. Sin embargo, ahora psicólogos de la Universidad de Reading comprobaron que la experiencia no es tan tediosa o desagradable como la mayoría de la gente imagina.
En un primer estudio, dijeron a los participantes que iban a formar parte de un experimento para evaluar su procesamiento cognitivo durante la espera. Luego les pidieron que se sentaran en una habitación durante 20 minutos, en la que se mantuvieron sin ningún estímulo externo.
Antes de esa espera, los participantes tuvieron que predecir cuánto disfrutarían del tiempo que pasaran esperando y cuán interesados o aburridos se sentirían. Cuando pasaron los 20 minutos, calificaron su experiencia real. Curiosamente, las personas reportaron haber disfrutado más y haber experimentado más interés y menos aburrimiento de lo que esperaban.
Los investigadores replicaron el experimento en diferentes entornos y con distintos períodos de espera. En uno de ellos, por ejemplo, dijeron a los participantes que se les asignaría a la condición de “solo pensar” o de “revisión de noticias”, en la que les permitían navegar por periódicos.
Como era de esperar, los participantes predijeron que la condición de revisión de noticias sería más agradable y atractiva que la de solo pensar, por lo que cuando se les daba la posibilidad, elegían esa situación. Sin embargo, las personas que se quedaron a solas consigo mismas, volvieron a reportar que disfrutaron más de la experiencia de lo esperado mientras que aquellas que leyeron las noticias no mostraron diferencias significativas en el disfrute previsto y real.
Pasar más tiempo a solas con uno mismo
El hecho de que la gran mayoría de las personas prefiriera leer noticias indica que evitamos pasar tiempo a solas con nuestros pensamientos, en gran parte debido a que sobreestimamos lo aburrido o desagradable que puede ser.
Sin embargo, la experiencia real de estar simplemente sentados a solas con nuestros pensamientos podría ser mucho más agradable de lo que suponemos. De hecho, en realidad deberíamos preguntarnos por qué no queremos estar a solas con nuestros pensamientos. ¿Tenemos miedo a aburrirnos? ¿Nos preocupa que los pensamientos intrusivos provoquen ansiedad? ¿Quizá tememos no tener nada interesante en lo cual pensar? ¿O tal vez se nos haya olvidado cómo es estar con uno mismo?
En la actualidad, la ubicuidad de Internet nos empuja a mantenernos siempre atentos a los estímulos externos. Nuestra mente siempre está ocupada, de manera que volverse sobre sí misma termina siendo una experiencia inusual. Sin embargo, pasar tiempo a solas es fundamental para explorarnos y explorar el mundo sin las presiones y los juicios que los demás suelen imponer.
Estar con uno mismo puede ser una experiencia profundamente liberadora porque nos deshacemos de la presión por hacer algo, hablar con alguien, planificar… En lugar de preocuparnos por las necesidades, intereses y opiniones de los demás, podemos concentrarnos en nosotros. Tenemos la posibilidad de mirar dentro para preguntarnos qué queremos realmente o incluso cómo estamos.
Como resultado, dedicarnos un poco de tiempo es clave para el crecimiento y el desarrollo personal. Ese tiempo a solas también es una oportunidad para que la mente divague, encuentre soluciones originales, imagine nuevas posibilidades y, por supuesto, descanse del parloteo exterior.
Ese tiempo a solas es un momento para redescubrirnos y repensar nuestro lugar en el mundo, pero también para reflexionar sobre ese mismo mundo. Sin esos minutos con nuestros pensamientos simplemente nos convertimos en autómatas que se dejan llevar por las circunstancias, hojas movidas por el viento de las emociones y las demandas externas. En ese caso, puede que cuando finalmente nos quedemos a solas con nosotros mismos, ya no nos reconozcamos o no tengamos tiempo para cambiar el rumbo de nuestra vida.
Fuentes:
Hatano, A. et. Al. (2022) Thinking about thinking: People underestimate how enjoyable and engaging just waiting is. Journal of Experimental Psychology; 151(12): 3213–3229.
Wilson, T. D. et al. (2014) Just think: The challenges of the disengaged mind. Science; 345: 75-77.
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