
Ese error que cometiste hace años pero que aún merodea por tu mente presentándose como una punzada de angustia cada vez que lo recuerdas…
Ese problema que se perfila amenazante en el horizonte y te arrebata el aliento cada vez que recuerdas que tendrás que afrontarlo…
Esa relación que te está quitando el oxígeno psicológico y con la cual no sabes cómo lidiar…
Esa desagradable tarea pendiente que retrasas continuamente pero que no logras quitarte de la cabeza…
Es probable que tu día a día, al igual que el de la mayoría de las personas, esté marcado por una serie de pensamientos rumiativos, preocupaciones que no te dejan descansar y que generan una punzada de angustia cada vez que te asaltan. Puede tratarse de preocupaciones nimias o de problemas más importantes, de dificultades que oteas en el horizonte o de errores del pasado que ya no puedes remediar.
Las consecuencias de pensar demasiado en la Psicología bantú
En el idioma shona, una lengua bantú nativa de Zimbabue, existe un término para referirse a la angustia que genera esa tendencia a pensar demasiado: Kufungisisa, según explica la antropóloga Noemí Villaverde.
La palabra kufungisisa se refiere a cuando pensamos demasiado sobre los problemas de la vida actual o los acontecimientos traumáticos del pasado, hasta el punto que esos pensamientos se vuelven recurrentes y obsesivos.
Sin embargo, este término va más allá porque también recoge las consecuencias de pensar demasiado: desde la preocupación hasta la ansiedad, que muchas veces se transforma en angustia, pasando por la depresión y, por supuesto, los síntomas psicosomáticos que acarrea ese estado, como el dolor de cabeza. De hecho, en la lengua shona se dice: “me duele el corazón porque pienso demasiado”.
Este pequeño detalle resulta revelador ya que muchas de las culturas antiguas no hacían distinciones entre razón y emoción, entre mente y cuerpo, sabían que todo estaba interrelacionado. Hoy hemos olvidado que nuestros pensamientos no solo determinan nuestro estado de ánimo sino que también influyen en la manera en que vemos el mundo.
Así, permitimos que la voz en nuestra cabeza tome el mando y dicte las normas arrebatándonos la paz interior.
¿Cómo dejar de pensar demasiado según la Psicología bantú?
A veces, la sabiduría de otras culturas puede sorprendernos. En el idioma shona existen tres palabras que se convierten en una especie de camino de autoayuda para escapar del kufungisisa y dejar de pensar demasiado.
De hecho, algunos psicólogos que están trabajando en la zona están probando lo que han denominado la terapia “Vazukuru”, siguiendo los tres pasos de esa antigua sabiduría para ayudar a las personas a aceptar las situaciones adversas, dejar de pensar demasiado y salir adelante:
- Kuvhura pfungwa (abrir la mente). Se trata de desarrollar el estado de apertura mental necesario para poder comprender lo que nos sucede. Si mantenemos la mente cerrada, nos quedaremos atados a los pensamientos rumiativos que nos dañan, en el círculo vicioso que forman a nuestro alrededor y que se va haciendo cada vez más estrecho, extrayendo el oxígeno psicológico. Abrir la mente significa aceptar que podemos hacer las cosas de manera diferente, aunque no sepamos muy bien cómo hacerlo, comprender que no existe una única manera de afrontar los problemas. Implica estar dispuestos a cambiar algunos de nuestros patrones y formas de pensar más arraigados, siendo conscientes de que ello nos ayudará a mejorar. Se trata de un paso fundamental sin el cual es imposible pasar al siguiente nivel.
- Kusimudzira (elevarse). En esta fase, necesitamos ir un paso más allá del problema, necesitamos romper las barreras que el pensamiento rumiativo ha creado a nuestro alrededor para dar el salto cualitativo. Si realmente hemos abierto nuestra mente, basta con realizarse una serie de preguntas, como por ejemplo: “¿Qué es lo peor que podría pasar?” Así descubriremos que estamos alimentando un pensamiento excesivamente catastrofista. También conviene cuestionarnos la veracidad de esos pensamientos: “¿Ese pensamiento tiene una base real o se trata tan solo de una exacerbación de los miedos?” Otra alternativa es cuestionarse la utilidad de ese tipo de pensamientos: «¿De qué me sirve preocuparme tanto?«. En este nivel, la clave consiste en lograr salir del agujero negro en el que nos encontramos y desarrollar otra perspectiva que nos permita mantener una actitud más desapegada.
- Kusimbisa (fortalecerse). En este punto necesitamos apropiarnos de técnicas psicológicas para volvernos más resilientes, para evitar que en un futuro ese pensar demasiado vuelve a jugarnos malas pasadas. Implica un profundo trabajo psicológico para detectar los primeros síntomas que nos indican que nos estamos preocupando en exceso y detener esas ideas antes de que nos obsesionen y terminen afectando nuestro equilibrio emocional. Fortalecerse también significa hacer de la experiencia un tesoro, aprender la lección y aprovecharla para generar un cambio en nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos y ver el mundo. En esta fase, le damos un sentido a lo que nos ha ocurrido viendo el lado positivo pues nos ha permitido crecer y volvernos más resilientes.
A través de estas fases se cierra un círculo de la experiencia.
Fuente:
Chibanda, D. et. Al. (2017) Lay Health Workers’ Experience of Delivering a Problem Solving Therapy Intervention for Common Mental Disorders Among People Living with HIV: A Qualitative Study from Zimbabwe. Community Ment Health J; 53(2): 143-153.
Deja una respuesta