Cada día tomamos miles de decisiones. Algunas de ellas en un abrir y cerrar de ojos. En otras tardamos más. Obviamente, no podemos decidir si cambiar de trabajo, elegir nuestra nueva casa o estructurar otro estilo de vida en cuestión de minutos ya que debemos sopesar minuciosamente los pros y contras.
Sin embargo, cada día también tomamos muchas pequeñas decisiones. Desde qué ropa ponernos o qué cenar hasta dónde pasar nuestras vacaciones o a qué clase de yoga ir. Aunque parezca paradójico, esas pequeñas decisiones pueden consumir gran parte de nuestro tiempo, conduciendo a lo que se conoce como fatiga decisional; o sea, nuestros recursos psicológicos se agotan debido a esa infinidad de elecciones cotidianas.
¿Cómo es posible?
Básicamente, lo que ocurre es que cuando elegimos entre dos opciones que se parecen bastante entre sí, nuestro cerebro necesita más tiempo y comete más errores. Ese proceso se vuelve aún más engorroso y desgastante cuando nos esforzamos por encontrar la mejor opción, como cuando tenemos que decidir entre dos modelos de móviles u ordenadores bastante parecidos. En esos casos, nos vemos obligados a enfocar nuestra atención en los detalles. Tenemos que mirar más de cerca y determinar las pequeñas diferencias, lo que acabará provocando un desgaste cognitivo mayor.
El “efecto cronométrico” en la toma de decisiones
Investigadores de la Universidad de Zúrich realizaron una serie de experimentos muy interesantes que revelan cómo funciona nuestra mente cuando debemos tomar esas pequeñas decisiones cotidianas. Preguntaron a los participantes si, por ejemplo, ¿preferían 5/10 posibilidades de ganar 16 dólares u 8/10 posibilidades de ganar 10 dólares?
Al analizar los errores y los tiempos de respuesta, constataron que, cuanto más indiferentes parecían las personas a las decisiones, más tardaban en elegir y más errores cometían. Es paradójico porque si las decisiones no son tan importantes y las diferencias entre las opciones son pequeñas, deberíamos poder decidir más rápido y sin agobiarnos tanto. Sin embargo, dedicamos más tiempo a elecciones poco importantes.
Este fenómeno se conoce como “efecto cronométrico” y se refiere que tardamos más en tomar pequeñas decisiones cuando las opciones son bastante similares. Los psicólogos piensan que, aparte del hecho de que debemos fijarnos más en los detalles, también nos obligamos a hacer un ejercicio de introspección para determinar nuestras preferencias al milímetro.
Por ejemplo, si vamos a reservar un hotel para las vacaciones, podemos descartar rápidamente los que están lejos del centro o de la playa. Sin embargo, podemos pasar mucho tiempo atascados entre dos opciones porque una es más cara, pero se encuentra 200 metros más cerca y la otra es más barata, pero está 500 metros más lejos. En ese caso, no solo comenzamos a fijarnos en los servicios añadidos, sino que además volvemos la vista dentro y nos preguntamos si para nosotros es más importante el ahorro o la ubicación. Y ese proceso nos desgasta mentalmente.
¿Cómo dejar de preocuparte por decisiones intrascendentes?
Por suerte, psicólogos de las universidades de Ohio y Princeton encontraron la solución: detener el bucle y obligarnos a decidir. Estos investigadores comprobaron que cuando le daban un tiempo límite a las personas, no solo tardaban menos sino que tomaban mejores decisiones. Eso significa que ponernos un límite para las decisiones pequeñas nos ahorrará tiempo y energía mental sin comprometer la calidad y nuestra satisfacción.
Por tanto, cuando vuelvas a sentirte atascado o abrumado por todas esas pequeñas decisiones que tienes que tomar, ya sea el color del que pintarás las paredes de tu casa o el mejor momento para elegir las vacaciones, simplemente elige algo y deja de preocuparte. Si no lo haces, probablemente te perderás por los vericuetos de los detalles y te agotarás inútilmente.
El secreto consiste en reconocer cuándo las dificultades para elegir se deben a la falta de información o a una incapacidad para decidir. Si ya sabes todo sobre los dos hoteles o sobre esos móviles que piensas comprar, pero no acabas de decidirte, simplemente tira una moneda y compra uno o deja que tu instinto te guíe. Al inicio, puede dar un poco de vértigo, pero te permitirá dedicar tu tiempo y energía a cosas más importantes o gratificantes.
Hay decisiones importantes en las que vale la pena invertir tiempo y energía, pero si gastas tus recursos psicológicos en las pequeñas elecciones cotidianas, simplemente estarás agotado y serás incapaz de pensar con claridad para elegir bien cuando sea realmente trascendental. Por consiguiente, reserva tus capacidades para las decisiones significativas y no te agobies con las elecciones intrascendentes. Tu equilibrio mental te lo agradecerá.
Referencias Bibliográficas:
Alós-Ferrer, C. & Garagnani, M. (2022) Strength of preference and decisions under risk. Journal of Risk and Uncertainty; 64(3): 309-329.
Oud, B. et. Al. (2016) Irrational time allocation in decision-making. Proceedings of the Royal Society B; 283(1822): 20151439.
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