¿Eres de esas personas que siempre quiere tener todo bajo control? Si es así, te doy una buena noticia: no estás solo, hay millones de personas como tú. La mala noticia es que pretender controlarlo todo no es saludable.
Si reflexionamos un poco sobre el tema, nos daremos cuenta que a nivel social la falta de control se ha asociado con comportamientos negativos y erróneos. Es decir, pensamos que cuando hay control todo funciona sobre ruedas y cuando este brilla por su ausencia, puede imperar el caos.
De cierta forma, este pensamiento no es del todo equivocado ya que cuando no sabemos cómo comportarnos, cuando la situación es ambigua y perdemos el control, podemos seguir un camino que no es el más indicado. Sin embargo, equivocarnos no siempre es algo negativo porque a veces podemos aprender mucho más de un error que de un éxito.
¿Qué sucede cuando perdemos el control?
Un experimento muy interesante desarrollado en la Universidad de Texas nos da algunas pistas de lo que sucede en nuestro interior cuando sentimos que la situación se nos escapa de entre las manos. Estos investigadores les pidieron a las personas que identificasen una serie de patrones en unas manchas de tinta. Sin embargo, después de las primeras imágenes, comenzaron a proyectar manchas donde no había ningún patrón, por tanto, el problema no tenía solución y las personas se sentían cada vez más frustradas. De esta manera se creó la sensación de falta de control.
Al cabo de un rato, las personas comenzaron a apreciar patrones donde no existían y lo interesante es que mientras más avanzaba el ejercicio, más patrones apreciaban. Esto se debe a que nuestra mente, cuando no encuentra patrones en los cuales apoyarse, los inventa. Obviamente, este comportamiento nos lleva directamente al camino de la irracionalidad y la superstición.
¿Qué hacer?
En realidad, la situación más ambigua a la que nos podemos enfrentar es la vida misma, no hay nada tan poco predecible como la vida pero aún así, intentamos controlarlo todo exponiéndonos al riesgo de asumir conductas irracionales que nos pueden provocar mucho sufrimiento.
Cuando sentimos que no podemos controlar lo que ocurre a nuestro alrededor, recurrimos a antiguas creencias, estereotipos e incluso supersticiones en un vano intento por darle un sentido a lo que nos está sucediendo. Sin embargo, lo que obtenemos a cambio no es sino una falsa ilusión de control que se puede hacer añicos en cualquier momento.
Sin embargo, si aceptamos la incertidumbre no solo seremos más objetivos y racionales sino también más felices y estaremos más abiertos a las nuevas experiencias y posibilidades porque no nos aferraremos a nuestras viejas creencias como un ancla de salvación sino que extenderemos nuestras alas.
Perder el control, tal y como lo entiendo, significa comprender y aceptar la incertidumbre como parte de la vida. Significa aceptar que hay situaciones que no podemos controlar y otras que no podemos comprender. Se trata de un gran cambio de perspectiva pero no es una misión imposible y, sin lugar a dudas, vale la pena.
Fuente:
Whitson, J. A. & Galinsky, A. D. (2008) Lacking Control Increases Illusory Pattern Perception. Science; 322(5898): 115-117.
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