
¿Últimamente sientes que no sales de una crisis para entrar en otra? Como si tu vida estuviera atrapada irremediablemente en una especie de bucle interminable de problemas, estrés y decisiones difíciles.
Vivimos en un mundo acelerado y lleno de incertidumbre, donde los problemas personales y las demandas externas se acumulan sin dar tregua. Esto puede llevarnos a una sensación de desgaste continuo, donde cada “solución” parece ceder el paso a un nuevo problema.
Esa sensación de incertidumbre y agotamiento constante, la imposibilidad de encontrar un respiro en medio del caos, tiene un nombre: permacrisis individual.
¿Qué es una permacrisis?
En 2022, cuando el mundo apenas estaba saliendo de la pandemia, comenzó una guerra en el corazón de Europa mientras la inflación se disparaba. Entonces, se acuñó un término para hacer referencia a ese caos global: permacrisis. El diccionario Collins lo eligió como la “palabra del año”.
La permacrisis se refiere a un largo periodo de inestabilidad e inseguridad, como consecuencia de eventos negativos, extremos y catastróficos. Sin embargo, lo que era un fenómeno social puede haber terminado permeando la vida de muchas personas, creando un cúmulo de desafíos que parecen no tener fin. En esos casos, la crisis – que debería ser un evento puntual – acaba convirtiéndose en una situación permanente.
Los signos que revelan que estás atravesando una permacrisis y sus consecuencias
Vivimos en una época marcada por la incertidumbre constante. Desde crisis económicas hasta cambios sociales y dificultades personales, todo parece conspirar para mantenernos en alerta, creando la sensación de que los problemas se encadenan unos con otros.
La permacrisis a nivel individual se manifiesta de diferentes formas:
- Sensación de agotamiento. Los problemas acaban drenando tu energía mental y física porque parece que nunca podrás hacer suficiente.
- Hipervigilancia. Estás en un estado de alerta continua, siempre a la espera de que el próximo problema llame a tu puerta.
- Insatisfacción constante. En un entorno de crisis permanente, los logros pierden su significado porque tu atención está concentrada en los nuevos problemas y lo que falta por hacer.
Obviamente, ese estado acabará pasándote factura a diferentes niveles:
- Nivel emocional. La permacrisis suele generar un estado de ansiedad, una sensación de desbordamiento emocional y, en casos extremos, incluso depresión.
- Nivel interpersonal. El agotamiento intrínseco a la permacrisis puede llevar al aislamiento o a conflictos frecuentes con las personas más cercanas debido fundamentalmente a la irritabilidad y las dificultades para gestionar las emociones.
- Nivel físico. El estrés prolongado que genera una permacrisis acaba deteriorando la calidad del sueño, provoca tensión muscular y puede desencadenar problemas de salud a través de la somatización.
Este ciclo puede ser especialmente peligroso porque refuerza una narrativa interna de “nunca es suficiente” o de que “haga lo que haga, nada cambiará”, dificultando aún más salir de él. Por tanto, a menudo conduce a un estado de apatía y parálisis alimentado por una indefensión aprendida.
Rompiendo el ciclo: estrategias psicológicas para salir de esas crisis de una vez y por todas
“No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”, dice un refrán popular. Salir de una permacrisis no es tan fácil, pero tampoco imposible. Hay formas de romper este patrón y recuperar el control emocional. ¿Cómo?
- Aceptar la incertidumbre. Cuando las cosas marchan según lo previsto, refuerzan nuestra percepción de control. Las crisis se caracterizan por su elevado grado de incertidumbre e inestabilidad. Nos demuestran con mayor claridad que realmente no tenemos la certeza de lo que va a ocurrir mañana. Eso nos desestabiliza emocionalmente porque nos arrebata los asideros habituales. En contraposición, aceptar que la incertidumbre forma parte de la vida nos ayudará a mitigar el impacto emocional de las crisis.
- Abrazar el cambio. La vida es cambio. Algunos son pequeños y acumulativos, pero otros son drásticos. Las crisis suelen llegar con grandes fluctuaciones que a menudo desanclan nuestras creencias más arraigadas abriendo la puerta a lo improbable. Eso, sin embargo, no es necesariamente negativo. Comprender que nada es inmutable y aprender a fluir con las transformaciones nos ayudará a navegar mejor por las crisis, evitando que nos desestabilicen demasiado.
- Ver la parte positiva. Suena a cliché, pero la inmensa mayoría de las crisis traen consigo el germen de la oportunidad. El problema es que cuando estamos inmersos en ellas, nos resulta difícil verlo. Adoptar cierta distancia psicológica de lo que nos preocupa nos ayudará a verlo desde otra perspectiva. También podríamos preguntarnos: ¿cómo puedo aprovechar lo que está ocurriendo? Quizá te ayude ponerte en la piel de otra persona para ver la crisis con una perspectiva más desapegada y encontrar las oportunidades que puede ofrecerte.
- Ser proactivos y resolutivos. A menudo las crisis generan parálisis. El mundo se vuelve tan caótico y confuso, que no sabemos qué decidir o cómo actuar. Eso puede hacer que los problemas se multipliquen y encadenemos una crisis tras otra. En cambio, asumir una actitud proactiva y ser resolutivos nos permitirá irnos alejando de la situación que nos incomoda o genera malestar. Por tanto, pregúntate qué puedes hacer aquí y ahora para solucionar lo que te preocupa o al menos sentirte mejor. Es probable que no puedas zanjar el problema de un plumazo, pero al menos irás dando pasos en la dirección correcta. A menudo eso es más que suficiente para sentir que te quitas un peso de encima.
- Practica el autocuidado. En medio de una crisis, es normal que el torbellino de acontecimientos termine arrastrándonos. Sin embargo, cuando encadenamos una crisis tras otra, es importante prestarnos más atención. Aunque sea difícil, debemos intentar hacer actividades que nos relajen e incorporar hábitos que nutran nuestra mente y cuerpo de manera consistente. Eso nos permitirá reencontrar el equilibrio incluso en medio del caos y recuperar fuerzas para afrontar el próximo día.
Caer en un estado de permacrisis puede parecer un callejón sin salida, pero no tiene que serlo. Reconocer que estamos atascados en esa situación es el primer paso para salir de ella. Recuerda que los cambios pueden asustar y la incertidumbre incomoda, pero en tiempos cambiantes en los que muchas cosas escapan de tu control, invertir en ti para crear un “yo fuerte” te permitirá afrontar mejor esas tormentas y salir fortalecido de ellas.
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