La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad sin venirnos abajo e incluso salir fortalecidos de ella, con una confianza renovada en nuestras potencialidades para lidiar con lo que venga. Sin duda, se trata de una habilidad esencial para la vida ya que no solo nos permite lidiar con los problemas y conflictos con menos estrés, sino que además disminuye el nivel de angustia y malestar permitiéndonos mantener un nivel de funcionamiento basal.
Los psicólogos llevan años analizando los comportamientos de las personas resilientes para encontrar los puntos en común. Han descubierto una serie de características de las personas resilientes que les permiten afrontar mejor la adversidad. Se trata de una conjugación de habilidades sociales y de resolución de problemas, así como de autogestión emocional y proyección al futuro que les permiten lidiar con los problemas con mayor entereza y encontrar su fuerza en medio de la tormenta.
¿Qué caracteriza a una persona resiliente?
- Sensación de autoeficacia. La resiliencia surge, en gran medida, de la seguridad y la confianza en nuestras capacidades para resolver los problemas. De hecho, las personas que han sufrido grandes traumas y han podido superarlos por sí solos, tienen más probabilidades de enfrentar con éxito problemas futuros y encontrar las herramientas para solucionarlos porque confían más en su capacidad para salir adelante.
- Profundo autoconocimiento. Una persona resiliente no es un optimista ingenuo, sino que tiene una imagen bastante objetiva de sí misma. Conoce sus fortalezas y potencialidades, así como sus debilidades y defectos. Ello le permite compensar sus puntos débiles para afrontar mejor la adversidad.
- Locus de control interno. Es la tendencia a interpretar los resultados como una consecuencia directa de nuestras acciones, de manera que se encuentran bajo nuestro control, en vez de pensar que se deben a fuerzas externas. Ese locus de control interno ayuda a la persona resiliente a tomar las riendas de su vida incluso en los peores momentos y asumir la responsabilidad por sus decisiones.
- Creatividad e intuición. Las personas resilientes también suelen recurrir a la creatividad para solucionar los problemas y conflictos. Son capaces de adoptar puntos de vista diferentes y encontrar nuevas ideas que conduzcan a soluciones originales. A menudo ello también implica seguir los mandatos de la intuición y tener imaginación, sobre todo en situaciones de estrés.
- Flexibilidad. Es la capacidad para adaptarnos a los diferentes contextos e interlocutores sin perder nuestra identidad. Las personas resilientes son flexibles como el junco, en vez de mostrar la férrea resistencia del roble, lo cual les permite fluir mejor cuando las cosas van mal. Son capaces de adaptarse a las circunstancias, pero sin perder su esencia.
- Sentido del humor. Es la capacidad para mantener la sonrisa incluso en medio de la adversidad y poner al mal tiempo buena cara. Una persona resiliente será capaz de enfrentar con sentido del humor los problemas y, sobre todo, será capaz de reírse de sí mismas, una habilidad que le ayuda a desdramatizar e incluso asumir una distancia psicológica de la situación.
- Proyección optimista al futuro. La resiliencia no implica usar unas gafas de color rosa. Nos damos cuenta de los problemas y comprendemos su complejidad e impacto, pero aún así, podemos ser capaces de plantearnos nuevos objetivos de cara al futuro y, sobre todo, encontrar las estrategias más adecuadas para alcanzarlos. Una persona resiliente sabe que, por muy oscuro que sea su presente, el sol puede volver a brillar en su futuro.
- Habilidades comunicativas. Una de las características de las personas resilientes es que son capaces de conectar con los demás y pedir ayuda. No generan lástima, pero saben expresar sus sentimientos y emociones, de manera que los demás perciben esa vulnerabilidad y se muestran más dispuestos a ayudarles. Eso les permite construir una red de apoyo sólida para afrontar los momentos más difíciles.
- Expectativas realistas. Las personas resilientes son realistas. No le piden peras al olmo. Son capaces de estimar con cierta objetividad la posibilidad de que determinados hechos se cumplan, de forma que pueden establecer planes de futuro válidos y minimizar las probabilidades de experimentar frustración.
- Motivación interna. La resiliencia implica, en gran parte, ser capaces de encontrar los estímulos adecuados para actuar y seguir adelante cuando todo parece estar en nuestra contra. Las personas resilientes encuentran la fuerza y las razones para luchar dentro de sí, de manera que son menos dependientes de los cambios externos.
- Perseverancia. Una de las características de las personas resilientes es que son capaces de persistir para lograr sus metas, a pesar de los contratiempos. De hecho, los obstáculos se convierten en un desafío que los impulsa a continuar. Estas personas no comprenden los problemas como escollos en el camino sino más bien como retos a solucionar.
- Ansia de superación. Otra de las características de las personas resilientes es su deseo de mejorar constantemente, crecer y perfeccionar las competencias adquiridas. No son personas que se contentan fácilmente, sino que siempre intentan ir un paso más allá para ampliar sus límites y salir de su zona de confort. Esa actitud las predispone positivamente para afrontar los problemas.
- Objetivos claros. “No hay viento favorable para el barco que no sabe hacia dónde se dirige”, dijo Séneca hace siglos. Tener el destino claro es particularmente importante en épocas de tormenta porque nos permite enfocarnos en ese objetivo. Por eso, las personas resilientes tienen siempre en mente sus sueños y metas. Son conscientes de que se puede cambiar o alargar el camino, pero no el destino al que desean llegar. Eso les brinda una fuerza enorme para esquivar los obstáculos.
- Coherencia. Las personas resilientes suelen ser coherentes. Saben lo que quieren y toman decisiones para llegar hasta ese punto. Tienen claro su sentido de la vida y, en vez de dejarse llevar por la corriente, mantienen el rumbo alineándose con sus valores y sueños. Son personas independientes que actúan según sus códigos, sin dejarse condicionar demasiado por los demás.
- Generar cambios. La resiliencia no es solo una actitud, también es un comportamiento. Las personas resilientes son capaces de reconocer sus comportamientos funcionales y disfuncionales para aplicar los cambios que sean necesarios y encontrar soluciones eficaces. Mientras otros se quedan llorando sobre la leche derramada o caen en el victimismo, una persona resiliente se apresurará a recomponer los pedazos rotos.
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