La personalidad múltiple o trastorno de identidad disociativo, como verdaderamente se denomina, es una de las psicopatologías más conocidas y que despierta mayor interés y fascinación en el público general; sin embargo, a la misma vez es uno de los trastornos psíquicos con menor nivel de incidencia (1.1% en la población mundial). ¿De dónde proviene tal notoriedad? Echemos una mirada a la historia del trastorno de identidad disociativo y sus principales casos.
Los casos de personalidad múltiple más famosos
El primer caso reconocido fue mencionado por el médico alemán Eberhardt Gmelin en el año 1791. Se trataba de una joven alemana que rondaba la veintena de años e improvisamente comenzó a hablar un francés perfecto e incluso su alemán adquirió un acento afrancesado. Este nuevo yo conocía la personalidad primaria (como se le denomina a la personalidad original) y mantenía sus recuerdos mientras que su yo primario no llegó a conocer a esta nueva personalidad. El médico afirmaba que la joven podía asumir una personalidad u otra con un simple movimiento de manos.
En el 1816 Samuel Lotham Mitchell documenta el caso de Mary Reynolds, para muchos especialistas este es verdaderamente el primer caso seriamente comentado en la literatura médica. Mary nació en Inglaterra pero posteriormente se trasladó a los EUA. Se la describe como una joven melancólica, introvertida y solitaria que, tras pasar seis semanas por un estado de ceguera y sordera total, despertó con una personalidad totalmente diferente (extrovertida, bromista, vivaz…). Parecía una niña, sin ninguna memoria anterior ni lenguaje, no recordaba escribir, leer ni reconocía a su familia.
Cinco semanas después la personalidad primaria volvió a aparecer tras un periodo de 20 horas de sueño. Volvía a ser la Mary de siempre pero no recordaba nada de lo acaecido. Esta alternancia de personalidades se sucedería por 15 años, siempre antecedida por periodos de largos sueños. Después de casi 30 años la personalidad secundaria (que para ese entonces ya había aprendido todo lo necesario) se hizo predominante y fue con estas características personológicas que Mary continuó viviendo el resto de su vida.
A finales del siglo XIX aparece el tercer caso curioso atendido por el psicoterapeuta francés Eugene Azam. Sería el caso de Felida X, una joven tímida, introvertida, seria… que alternaba personalidad con un yo de características opuestas y muy virtuoso. Como en el caso de Mary, en esta ocasión la personalidad primaria no conocía la existencia de la personalidad secundaria pero su yo secundario usualmente se burlaba del carácter y la poca vivacidad del yo primario. En muchas ocasiones la personalidad primaria debió enfrentar varias situaciones embarazosas provocadas por su otro yo. Al cabo de treinta años la personalidad primaria fue quedando relegada hasta que la personalidad secundaria se instauró completamente.
En el año 1905 el psicólogo Morton Prince describió en la Journal of Abnormal Psychologyel caso de Miss Beauchamp que aparece en la mayoría de los manuales de psicopatología. Esta joven llegó a la consulta quejándose de fatiga y falta de vigor físico y mental. Sin embargo, en las sesiones de hipnosis se despliega una segunda personalidad bastante opuesta y llena de vitalidad que aborrece las responsabilidades y le encanta divertirse… posteriormente aparece una tercera y una cuarta personalidad. El tercer yo era muy irritable, obsesivo, colérico y afirmaba ser una entidad espiritual que se había adueñado del cuerpo actuando como el hilo conductor a través de las diferentes personalidades. A la vez, solía gastarle jugarretas a la personalidad primaria.
Cuenta el psicólogo que cuando la joven tomaba vacaciones, él solía mantener correspondencia separada con cada una de las cuatro personalidades. Tras varios años de terapia se logró integrar la personalidad de la joven aunque los recuerdos de la tercera personalidad jamás se recuperaron.
Posteriormente, en el año 1917, Walter F. Prince presentó al mundo el caso de Doris Fisher; una mujer que desarrolló cinco personalidades diferentes. Tan grave era este caso que la verdadera Doris en ocasiones solo se manifestaba cinco minutos al día pues el resto del tiempo lo ocupaban el resto de las personalidades. Una de las personalidades bautizada como Margaret, era particularmente traviesa y violenta, incluso se autolesionaba con el fin que la personalidad primaria sintiera el dolor pero lo más sorprendente es que tenía capacidades auditivas y visuales extraordinarias que le permitía ver en la oscuridad y escuchar conversaciones a largas distancias. Después de 20 años de terapia Doris pudo recuperar su personalidad primaria.
Pero el caso que lanzaría a la «fama» pública al trastorno de identidad disociativo fue el de Chris Costner que acudió a la consulta de los especialistas Thigpen y Cleckey aquejada por fuertes dolores de cabeza para los cuales ningún médico pudo brindarle explicaciones. A lo largo de las sesiones la joven mostraría otras dos personalidades que darían para uno de los libros más famosos de la literatura psiquiátrica popular: “Las tres caras de Eva” que también fue llevado al cine.
Esto sucedió en el 1957 pero el trastorno de identidad disociativo terminaría de instaurarse en la fama en el año 1973 cuando la psiquiatra Flora Rheta (debo decir que me encanta su estilo de escribir) publicó el aún más famoso libro: “Sybil” que también terminó en una adaptación cinematográfica. En esta historia totalmente real, la joven exhibía un asombroso total de 16 personalidades.
Como dato curioso aclaro que todos estos casos se sucedían al margen de la APA pues la Asociación Americana de Psicología solo reconocería este trastorno en el año 1980. ¿Por qué lo incluyó finalmente? Como podrán presuponer después de que saliera el libro y el filme de Sybil se produjo en los EUA una verdadera fiebre del trastorno de identidad disociativo. Los no simpatizantes de la APA afirman que fue este “reconocimiento mediático” lo que condujo a oficializar el trastorno. No obstante, actualmente no faltan especialistas que se cuestionan la validez de esta entidad, sobre todo porque antes del éxito de taquilla de Sybil, solo se habían descrito un total de 50 casos mientras que después el número ascendió a 40 mil, la mayoría de ellos diagnosticados en los EUA lo cual sustentaría la hipótesis de que es un trastorno creado culturalmente y sustentado por los medios de comunicación. ¿Puede un fenómeno mediático fomentar el desarrollo de una psicopatología? Es posible.
Fuentes:
Dell, D. F. (2006) Nuevo modelo de trastorno de identidad disociativo. Clínicas Psiquiátricas de Norteamerica; 29: 1-26.
Star, V. (2006) El ámbito de los trastornos disociativos: una perspectiva internacional. Clínicas Psiquiátricas de Norteamerica; 29: 227-244.
Vera, V. (2006) Imágenes de la locura. Madrid: Calamar Ediciones.
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