Hablar dos idiomas tiene muchas ventajas. Algunas de ellas insospechadas. Más allá de poder ampliar nuestro universo cultural y social, ser bilingües incluso se ha asociado con un aumento de la materia gris a nivel cerebral, probablemente porque ese aprendizaje estimula el establecimiento de nuevas conexiones neuronales.
De hecho, no cabe dudas de que aprender un nuevo idioma reconfigura el funcionamiento de nuestro cerebro, siendo incluso un factor protector ante las enfermedades neurodegenerativas. Ahora un nuevo estudio reveló que las personas bilingües tienen una mayor capacidad para desviar su atención de un estímulo a otro, en comparación con quienes solo dominan su idioma materno.
La resistencia a la interferencia
La atención es una función cognitiva compleja que no solo demanda una gran dosis de concentración sino también la habilidad para no permitir que los estímulos nos distraigan. Si nos dejamos distraer por el vuelo de una mosca, perderemos la concentración, es probable que cometamos más errores y la tarea se nos hará más cuesta arriba, además de consumir más tiempo.
Por esa razón, la capacidad para bloquear la información irrelevante mientras realizamos una tarea o resolvemos un problema es esencial. Esa capacidad se denomina resistencia a la interferencia y, en un mundo que genera un auténtico alud de estímulos – tanto digitales como analógicos – es cada vez más esencial para mantener el focus, ser productivos o simplemente conectar con la persona que tenemos delante.
Investigadores de la Universidad de Florida analizaron las diferencias entre personas bilingües y monolingües en lo que respecta al control de la atención y la habilidad de ignorar información irrelevante para la tarea.
Diseñaron un experimento novedoso en el área de la Psicolingüística para evaluar las habilidades de los participantes a la hora de gestionar la información entrante y controlar su atención. Básicamente, las personas se enfrentaban a diferentes situaciones en las que los objetos cambiaban de color y se movían hacia arriba o abajo o hacia la derecha o la izquierda, de manera que para dar la respuesta correcta, tenían que obviar algunos de esos factores.
Así descubrieron que las personas bilingües eran más eficaces a la hora de ignorar los datos irrelevantes. Y todo parece indicar que no solo suprimen o inhiben esa información, lo cual implicaría un costo cognitivo mayor, sino que la desechan. Al hacer como que no existe, su cerebro puede concentrarse en la actividad en cuestión, sin tener que pagar la factura que implica reprimir un contenido de la conciencia.
¿Por qué las personas bilingües ignoran la información irrelevante de manera más eficaz?
La explicación es sencilla: las personas bilingües a menudo se ven obligadas a cambiar continuamente de idioma, incluso en el marco de una misma conversación para dirigirse a diferentes interlocutores. Por tanto, aprenden a desviar su atención de la lengua que no usan y hacen el switch rápidamente.
Por ejemplo, si alguien que habla inglés y español mantiene una conversación en inglés, ambos idiomas están activos en su cerebro, pero el español se pone “en espera”, listo para recurrir a él cuando sea necesario.
Esa especie de interruptor entre un idioma y otro les permite desarrollar una mayor resistencia a la interferencia, optimizando su capacidad de “desconexión atencional”. Eso significa que aprender un segundo idioma transforma la manera en que funciona nuestro cerebro, logrando que sus procesos sean más eficientes.
Referencias Bibliográficas:
deMeurisse, G. & Kaan, E. (2023) Bilingual attentional control: Evidence from the Partial Repetition Cost paradigm. Bilingualism: Language and Cognition; 1-11: 10.1017.
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