Corría el año 2001 cuando dos científicos de la Universidad de Aberdeen descubrieron una relación insospechada tras analizar a 2.792 personas que habían nacido en el año 1921. Comprobaron que la inteligencia no solo nos ayuda a resolver problemas, sino que también es una de las claves para vivir más.
Tras analizar un test de inteligencia que estas personas realizaron a los 11 años, los investigadores descubrieron que quienes puntuaron más alto también tenían una vida más larga. Una serie de estudios posteriores, entre ellos uno realizado en la Universidad de Edimburgo, confirmó que las personas más inteligentes tienen un 24% menos de riesgo de morir de manera prematura y también suelen gozar de mejor salud.
Las personas con un mayor cociente intelectual tienen una menor propensión a morir de manera prematura por diferentes afecciones, entre ellas las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
¿Cómo la inteligencia influye en nuestra salud?
Existen diferentes teorías para explicar la influencia de la inteligencia en nuestra salud. Una de ellas indica que las personas más inteligentes suelen llegar más lejos en sus estudios, lo cual les permite acceder a puestos de trabajo mejor remunerados que, a su vez, les facilitan mejores cuidados de salud.
Sin embargo, los estudios que han controlado las variables socioeconómicas sugieren que esa podría ser tan solo una pequeña parte de la explicación. Psicólogos de la Universidad de Delaware están convencidos de que la clave radica en que la inteligencia va a la par de las habilidades de razonamiento y resolución de problemas, las cuales nos ayudarían a llevar un estilo de vida más saludable que nos permita prevenir la aparición de enfermedades y facilite la adherencia terapéutica.
En práctica, la inteligencia sería un factor protector que nos ayuda a:
- Comprender mejor los factores de riesgo para nuestra salud e identificar nuestros comportamientos dañinos.
- Desarrollar estrategias que nos permitan poner en práctica hábitos más saludables y evitar entornos dañinos.
- Prestar más atención a las señales de alarma que envía nuestro cuerpo, para detectar a tiempo cualquier posible problema de salud y buscar soluciones a tiempo.
- Mantenerse activo intelectualmente, lo cual contribuye a crear una “reserva cognitiva” que retrasa la aparición de enfermedades como las demencias.
- Asumir una distancia psicológica de los problemas, para reducir su impacto negativo sobre nuestra salud emocional y física.
En resumen, la inteligencia nos ayudaría a tomar las mejores decisiones para nuestra salud a lo largo de la vida. Nos permitiría discernir lo que es bueno y malo para nuestra salud, ayudándonos a detectar los factores de riesgo y comprender su impacto negativo, así como a buscar las mejores soluciones para llevar un estilo de vida más saludable.
Fuentes:
Calvin, C. M. et. Al. (2017) Childhood intelligence in relation to major causes of death in 68 year follow-up: prospective population study. BMJ; 357: j2708.
Calvin, C. M. et. Al. (2011) Intelligence in youth and all-cause-mortality: systematic review with meta-analysis. Int J Epidemiol; 40(3): 626-644.
Gottfredson, L. & Deary, I. J. (2004) Intelligence Predicts Health and Longevity, but Why? Current Directions in Psychological Science; 13(1):1-4.
Whalley, L. J. & Deary, I. J. (2001) Longitudinal cohort study of childhood IQ and survival up to age 76. BMJ; 322(7290): 819.
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