En 2020, Twitter compró la startup Squad a su fundadora, Esther Crawford, quien acabó incorporándose a la plantilla de esa red social. Cuando Elon Musk la adquirió, despidió a cientos de empleados y a los que quedaron, les pidió una lealtad y compromiso máximos.
A finales de 2022, la imagen de la ejecutiva durmiendo en el suelo de la empresa dio la vuelta al mundo. La propia Crawford contó que se quedó a dormir en la oficina porque su equipo tenía que trabajar las 24 horas del día para cumplir con los plazos demenciales. Y en aquel momento incluso se sintió orgullosa de su entrega.
Sin embargo, aunque se dice que su nombre se barajó como posible CEO de la red social, en febrero de 2023 fue despedida de Twitter junto a gran parte de su equipo, en el marco de un nuevo recorte de 200 puestos de trabajo. En otro tuit, manifestó su desencanto e hizo referencia a la crueldad de Musk, aunque sin mencionarlo directamente.
Su historia nos demuestra que las personas no siempre tienen lo que “se merecen”, muchas veces solo obtienen lo que pueden conseguir por sus propios medios.
Creer que el mundo es justo nos brinda seguridad
Abrazamos la creencia en un mundo justo. Pensamos que por el karma o una intervención divina todos terminan recibiendo lo que merecen, pero no siempre es así. Por supuesto, el esfuerzo, el sacrificio y el compromiso muchas veces se ven recompensados, pero no son garantía de nada al 100%.
Pensar que el mundo es justo nos brinda una sensación de seguridad a la cual aferrarnos cuando todo se vuelve caótico, pero es precisamente en esos momentos de incertidumbre cuando la justicia se vuelve más injusta.
“La gente cree en un mundo justo porque es demasiado difícil aceptar los caprichos del universo. La creencia en un mundo fundamentalmente justo, un lugar donde es poco probable que te maten a menos que seas miembro de una pandilla, es poco probable que quiebres a menos que seas tonto y es poco probable que te violen a menos que ‘te lo busques’ es un consuelo”, escribió el periodista Nicholas Hune-Brown.
Sin embargo, la vida no es justa ni injusta, simplemente porque ese concepto es ajeno a la naturaleza y solo existe en nuestra mente (aplicándolo con más o menos acierto a las sociedades que hemos construido).
Pero precisamente esas sociedades que hemos construido suelen ser una réplica del modelo natural, de manera que el sistema acaba dando más poder a quien ya tiene poder y deslegitima o ignora a quien no lo tiene. Eso hace que muchas veces el concepto occidental de karma falle por completo y las personas no reciban lo que merecen sino tan solo aquello que pueden conseguir y preservar con sus propias fuerzas.
Estar dispuestos a luchar por lo que queremos
Max Stirner pensaba que “mi poder es mi propiedad. Mi poder me da propiedad. Mi poder soy yo mismo y gracias a él soy mi propiedad”. Este filósofo creía que realmente solo somos dueños de aquello que podemos conseguir y defender con nuestras fuerzas, el resto es una ilusión que puede desvanecerse en cualquier momento, en cuanto un poder mayor intervenga.
Sin embargo, lejos de tratarse de una visión pesimista, abogaba por el empoderamiento personal. “Quizá no pueda hacer mucho por mí mismo, pero ese poco lo es todo, y es mejor de lo que hagan de mí el poder de los demás o la fuerza de las costumbres, la religión, las leyes y el Estado”.
Stirner creía que “el que tiene poder tiene… derechos; si no tienes lo primero, tampoco tendrás lo segundo”. No significa que los derechos sean inútiles, simplemente nos alertaba de que, si no somos capaces de defender los derechos, los perderemos porque no deberíamos darlos por descontado, sobre todo en épocas en las que las sociedades se revuelven y parecen involucionar.
¿Cómo podemos aprovechar la historia de Crawford y la visión de Stirner en nuestro día a día?
- Concéntrate más en lo que realmente te beneficia. No te dejes llevar por el poder del hábito, las costumbres o las presiones sociales; antes de tomar una decisión, valora cómo te impactarán sus consecuencias. Demasiado a menudo nos perdemos de vista en la ecuación confiando en que el universo nos devolverá ese acto de alguna manera. Sin embargo, a veces es mejor asegurarse el “retorno de la inversión”. Por supuesto, eso no excluye los actos de bondad, entrega y solidaridad que enriquecen a todos (incluidos nosotros mismos), simplemente significa tomar decisiones de manera más consciente.
- Disponte a luchar. Si quieres algo, tienes que estar dispuesto a luchar por ello. Y si quieres preservarlo, también. Asimismo, si quieres un derecho, tendrás que estar dispuesto a hacerlo valer. No esperes que las cosas simplemente ocurran por arte de magia. Ponte las pilas y ve a por lo que quieres evaluando objetivamente tus posibilidades de alcanzarlo. Traza varios planes de acción y ve sin prisa, pero sin pausa. Es en esa “lucha” que pones a prueba tus fuerzas, desarrollas la autoeficacia y te vuelves más maduro y resiliente.
A veces, la realidad puede ser triste. Puede ser decepcionante o incluso cruel, como decía Crawford. Sin embargo, negarla no es el camino. Al contrario, debemos prepararnos para afrontar todas esas posibilidades de la mejor manera posible. De esa forma, si un día no recibimos lo que “merecemos” ya tendremos un plan B o C que nos permita seguir adelante.
Fuentes:
Hune, N. (2015) The Monstrous Cruelty of a Just World. En: Hazlitt.
Stirner, M. (1976) El único y su propiedad. Pablos Editor: México.
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