El mal humor permanente produce un gran malestar emocional, tanto en quien lo sufre como en quienes “sufren” a esa persona. De hecho, el mal genio persistente y un carácter particularmente irritable son señales de que algo no va bien. En el plano de las relaciones interpersonales, convivir con una persona que siempre está de mal humor puede convertirse en una auténtica pesadilla. Y no es inusual que su enfado crónico termine contagiando a los demás, agriándoles el carácter.
Cuando el mal humor llega para quedarse
Todos tenemos días o periodos en los que podemos estar más irritables y hostiles. Es perfectamente normal. Sin embargo, las personas que tienen un mal humor crónico responden siempre de manera negativa, por lo que terminan socavando la armonía de las relaciones interpersonales.
Reaccionan poniéndose a la defensiva ante el menor intento de crítica, se enfadan fácilmente y tienen las emociones a flor de piel. Casi todo les parece mal y son especialistas en ver el lado negativo de las cosas.
Como resultado, convivir con una persona que siempre está de mal humor es como caminar sobre cristales a punto de romperse. Nos sentimos en la cuerda floja continuamente porque no sabemos cuándo se producirá la próxima “explosión” que nos obligue a ponernos a buen reparo.
A menudo esas personas ponen a prueba nuestros límites personales. Para mantener cierta armonía, nos vemos obligados a echar mano de la paciencia y grandes dosis de tolerancia, pero soportar ese mal humor termina pasándonos factura a largo plazo.
Podemos sentir que estamos viviendo una situación profundamente injusta porque debemos soportar su mal humor y encima tratarle bien. Es comprensible que nuestra paciencia se agote y terminemos explotando. Sin embargo, debemos evitar llegar a ese punto – por el bien de nuestro equilibrio mental.
Mirar el mundo a través de sus ojos
Las personas que siempre están de mal humor se muestran particularmente sensibles a las pequeñas frustraciones de la vida cotidiana, por lo que les resulta muy difícil ignorarlas o superarlas. Como resultado, suelen sumirse en un bucle de negatividad.
Su atención se enfoca continuamente en lo que les molesta – que es casi todo. De esta forma, hasta los incidentes o comentarios más triviales desencadenan una intensa respuesta emocional. Cuando vivimos en ese estado permanentemente, es difícil notar las cosas positivas.
Además, esa agitación y molestia constantes terminan consumiendo una gran cantidad de recursos psicológicos, de manera que reduce el “ancho de banda” que pueden destinar a otras actividades. Eso genera dificultades añadidas y se convierte en una ulterior fuente de frustración. Así se cierra el bucle del mal humor.
De hecho, las personas que siempre están de mal humor suelen vivir en un estado de frustración constante. Cuando nos sentimos realizados y felices, el mal humor no tiene cabida. En cambio, cuando nos sentimos frustrados, decepcionados o desmotivados irradiamos una energía negativa.
En algunos casos, esa irritabilidad incluso podría ser el síntoma de algo más grave, como una depresión en ciernes. O podría indicar un problema de tiroides o falta de descanso debido a trastornos como la apnea del sueño, o una enfermedad subyacente que cursa con dolor crónico. Existen muchas afecciones físicas que generan mal humor.
Eso significa que, para lidiar con una persona que siempre está de mal humor necesitamos una buena dosis de empatía. Debemos intentar ponernos en su lugar para comprender cómo sus circunstancias, experiencias de vida o forma de pensar están generando esa irritabilidad.
A fin de cuentas, una persona que siempre está de mal humor, suele estar sufriendo por algo. Intentar caminar con sus zapatos nos permitirá comprender lo que le sucede sin juzgar, aunque eso no significa justificarla o dar por buenos sus comportamientos.
5 claves para lidiar con las personas que siempre están de mal humor
1. No lo tomes como algo personal
Es difícil. Pero para lidiar con el mal humor de los demás y evitar que nos desequilibre, lo mejor es asumir una distancia psicológica. Existen mil y una razones por las que esa persona puede sentirse irritable y, si bien nuestro comentario o actitud a veces es la gota que colma el vaso, es probable que las razones de su malestar sean mucho más profundas. Es importante no dejarse llevar por pensamientos pesimistas ni culpabilizantes. Culpar al otro o a uno mismo solo generará más frustración y rencor.
2. Mantén la calma
También es complicado, pero es la única manera para lidiar con el mal humor de las personas sin exponernos a que agrien el nuestro. Lo peor que podemos hacer es absorber esa energía y comenzar a proyectarla respondiendo de la misma manera. Por tanto, debemos respirar profundamente e intentar relajarnos. Nos ayudará imaginar que esa persona nos trae un “regalo” indeseado, el mal humor. Podemos aceptarlo o rechazarlo amablemente. La clave consiste en evitar que su irritabilidad, frustración e ira nos arrastren.
3. Abandona la mentalidad de “mecánico», conviértete en un espejo
Uno de los principales errores que solemos cometer en las relaciones interpersonales es intentar “arreglar” a las personas. A menudo esa mentalidad nos conduce a juicios de valor y una espiral de intentos vanos porque el otro cambie que termina desgastándonos emocionalmente. En realidad, la mayoría de las personas solo necesita comprensión. Por tanto, lo ideal es convertirnos en un espejo que refleja sus emociones. Si nos dice: “nunca me escuchas, solo me criticas”, podemos responderle: “entiendo que mis palabras te enfadan, ¿qué necesitas decirme?”.
4. No premies el mal humor
Es importante no plegarse a las exigencias de esa persona con la esperanza de que su humor mejore ni responder con irritabilidad ya que de esa manera solo reforzaremos su conducta. Cada vez que prestamos atención a un comportamiento, lo estamos validando. Por esa razón, lo mejor es aplicar el principio de extinción, que señala que cuando ignoramos un comportamiento, este terminará por desaparecer. Por supuesto, eso no significa que “curaremos” el mal humor de la persona, pero la animaremos a controlar su expresión al menos en nuestra presencia. Por ejemplo, podemos decirle: “veo que estás de mal humor, hablaremos cuando te serenes”.
5. Valida tus emociones
Lidiar con las personas que siempre están de mal humor no es sencillo, sobre todo cuando forman parte de nuestra vida, por lo que debemos asegurarnos de dar seguimiento a nuestras emociones para evitar que su irritabilidad y malestar nos contagien. Es importante evitar culparnos por sentirnos estresados, frustrados o incluso hartos.
En su lugar, debemos tomar nota de esas emociones, pero sin dejarnos arrastrar por ellas. Por tanto, debemos asegurarnos de tomar descansos, desconectar y hacer esas cosas que nos permiten recargar las pilas para evitar que la tensión crezca en nuestro interior y se transforme en una profunda irritabilidad.
Por último, si ese mal humor amenaza con convertirse en algo insoportable, es conveniente que abordes directamente el problema. Deberíamos explicar a esa persona cómo nos sentimos y pedirle que hable de sus sentimientos. Es probable que también lo esté pasando mal y no sepa cómo salir de ese bucle de negatividad. Incluso podemos sugerirle que acuda a un psicólogo para que le ayude a identificar las causas de ese mal humor y le brinde herramientas que le permitan lidiar con esas emociones negativas de manera más asertiva. De esa forma todos saldremos ganando.
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