Prácticamente todos hemos tenido pesadillas. Estos malos sueños nos despiertan a mitad de la noche, con el corazón palpitando y la sensación de que algo horrible ha sucedido. De hecho, las pesadillas generan intensas sensaciones de miedo, que en algunos casos se puede convertir en verdadera angustia o incluso terror. Por eso, desencadenan una serie de respuestas neurovegativas, como la sudoración o la respiración entrecortada.
Sin embargo, lo más usual es que las pesadillas ocurran de manera puntual. No obstante, hay periodos en los que las pesadillas se convierten en pan cotidiano. ¿Por qué tengo pesadillas todos los días?
Los problemas que vaticinan la aparición de las pesadillas
Un estudio realizado en el Centre for Cognitive Neuroscience de la Universidad de Turku, en Finlandia, ha desvelado cuáles son los factores más comunes que descansan en la base de las pesadillas y que contribuyen a que tengamos malos sueños.
De hecho, en esta investigación, realizada con 13.922 personas, se encontró que el 3,9% de los participantes sufrían pesadillas frecuentes. Estas personas rellenaron cuestionarios en los que se indagaba sobre sus hábitos de vida y estado psicológico en general, así como en el contenido de los sueños que habían tenido durante el último mes.
De esta forma, el 45% de las personas reportó pesadillas ocasionales. También se apreció que los malos sueños son más comunes entre las mujeres que en los hombres.
Además, se pudo apreciar una correlación clara entre el bienestar psicológico y las pesadillas. En práctica, mientras más tranquilos y serenos estemos, más dulces serán nuestros sueños.
Así, los tres factores que pueden predecir la aparición de las pesadillas son:
1. Actitud negativa hacia sí mismo. La depresión fue uno de los indicadores más fiables de las pesadillas. De hecho, se apreció que un 28,4% de las personas que padecían depresión severa, tenían pesadillas frecuentes. En realidad, no se trata de una correlación extraña ya que los pensamientos negativos recurrentes que suelen tener las personas deprimidas pueden mantenerse activos en el inconsciente y son la base sobre la cual se entreteje el contenido de las pesadillas. De hecho, las pesadillas son más usuales en periodos de grandes preocupaciones y estrés, cuando no logramos mantener un estado de tranquilidad y bienestar.
2. Insomnio. No poder conciliar el sueño también fue uno de los indicadores que vaticinaban la aparición de pesadillas. De hecho, un 17,1% de las personas con insomnio crónico, también tenían malos sueños a menudo. Es importante tener en cuenta que las pesadillas suelen ocurrir durante la fase REM del sueño, que representa entre un 20 y un 25% del total del sueño. Curiosamente, en las personas que sufren insomnio y que no duermen bien, se produce lo que se conoce como “efecto rebote de fase REM”. Es decir, estas personas, apenas concilian el sueño, caen casi directamente en la fase REM, sin que se produzca ese periodo de latencia de unos 90 minutos. Por tanto, aumentan considerablemente las probabilidades de tener pesadillas y recordar su contenido al despertar.
3. Cansancio mental. Solemos pensar que, mientras más cansados estemos, mejor descansaremos. Sin embargo, esta ecuación solo se refiere solo a la fatiga física, cuando se trata del cansancio mental, este juega en nuestra contra y nos impide tener un sueño reparador. De hecho, no debemos olvidar que la fatiga mental suele estar vinculada al estrés, la ansiedad y las preocupaciones, por lo que no es extraño que estos estados afloren en forma de pesadillas. Y es que los problemas del día, continúan acechándonos durante la noche.
Evitar las pesadillas recurriendo a la imaginación
Existen diferentes estrategias para evitar las pesadillas. De hecho, realizar una técnica de relajación antes de dormir o aprender a manejar el estrés, puede ser de gran ayuda. Sin embargo, cuando se trata de pesadillas que versan sobre un tema recurrente, estos psicólogos descubrieron una solución mucho más sencilla: se trata de imaginar un final feliz o incluso surrealista y divertido para el sueño que nos atemoriza.
En práctica, el principal problema de las pesadillas es que nos resultan angustiosas y aterradoras, son la expresión de algún miedo interior. Sin embargo, si imaginamos esa misma situación y le damos un final simpático e incluso feliz, le restaremos parte de su influjo negativo y disminuirán las probabilidades de que vuelvan a atormentarnos durante la noche.
Fuente:
Sandman, N. et. Al. (2015) Nightmares: risk factors among the Finnish general adult population. SLEEP; 38(4):507–514.
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