¿Con qué frecuencia un hijo adulto debe llamar y visitar a sus padres? La respuesta difiere según se traspasan las fronteras culturales y étnicas, pero el factor común es que suele generar acaloradas discusiones familiares y sentimientos heridos.
Cuando los padres no ven a sus hijos todo lo que desearían suelen preguntarse si siguen siendo importantes para ellos o qué papel desempeñan en su vida. De hecho, la falta de contacto puede hacer que los padres se sientan confundidos y rechazados. Cuando los hijos se alejan demasiado de sus padres, estos suelen experimentar profundos sentimientos de pérdida.
Obviamente, toda historia tiene dos versiones. Y esta no es la excepción. Cada parte construye su propia narrativa. Algunos padres piensan que sus hijos son desagradecidos o se han distanciado sin motivo, pero casi nunca es así. De hecho, existen padres extremadamente controladores, posesivos, manipuladores o incluso abusivos que llevan a sus hijos contra las cuerdas, hasta que estos no pueden soportar más y se distancian.
¿Quién tiene la razón? Y, sobre todo, cómo solucionarlo.
Hijos de sus padres, pero también de una generación
Dicen que los hijos se parecen más a su generación que a sus padres. Y los tiempos están cambiando – para bien o para mal. Los estudios psicológicos revelan que el distanciamiento entre padres e hijos se está volviendo cada vez más habitual, hasta el punto de llegar a cortar la relación.
Una investigación realizada en 1997 exploró las relaciones familiares en la vejez y encontró que el 7% de los hijos adultos había cortado los lazos con su madre y el 27% con su padre. En 2020, 1 de cada 4 estadounidenses se había distanciado de su familia y el 10% ha roto los vínculos con sus padres.
No cabe dudas de que en el último medio siglo la dinámica de las relaciones familiares ha cambiado bastante. Por supuesto, los conflictos familiares siempre han existido. No son un fenómeno nuevo. Pero la manera en que los abordamos y “solucionamos” ha cambiado.
Durante gran parte de la historia, las relaciones entre padres e hijos se basaron en obligaciones mutuas, más que en el entendimiento. Los padres y los hijos podían reprocharse mutuamente no cumplir con unos deberes bien delimitados por los respectivos roles sociales que desempeñaban, pero la idea de que los hijos le recriminaran a los padres que no reconocían su identidad era prácticamente inconcebible.
En cambio, en la actualidad las relaciones familiares se han enriquecido, yendo más allá de las expectativas sociales para entrelazarse con el crecimiento personal, la búsqueda de la felicidad y la necesidad de lidiar con los obstáculos psicológicos. Como resultado, podemos decidir qué personas forman parte de nuestro círculo de confianza y a quiénes excluir de nuestra vida para alcanzar esa felicidad y proteger nuestra salud mental.
Ese distanciamiento a menudo se asume como una expresión de reafirmación y crecimiento personal. De hecho, ese mayor enfoque en el bienestar personal discurre en paralelo con otras tendencias más amplias a nivel social, como gravitar hacia una cultura y forma de vivir más individualista. Cada vez menos personas dependen de los lazos familiares con las generaciones anteriores, lo cual les da más confianza para trazar sus propios límites y decir “no” a aquello que no están dispuestos a tolerar.
Como norma, los padres esperan un vínculo recíproco en el que sus años de crianza se verán recompensados con una cercanía posterior a medida que envejezcan. Sin embargo, esa expectativa de reciprocidad se está volviendo cada vez más enclenque. Si recibir techo, comida y ropa es suficiente, entonces la mayoría de las personas debería sentirse agradecida hacia sus padres, independientemente de cómo haya transcurrido su infancia.
No obstante, en una sociedad en la que se supone que los padres deben criar a adultos felices y exitosos satisfaciendo no solo sus necesidades básicas sino también aquellas emocionales, esa expectativa puede volverse contra ellos ya que los hijos pueden culparlos – de manera justa o injusta – por su infelicidad y fracasos en la vida.
¿Por qué los hijos deciden alejarse de los padres?
Existen tantas razones como relaciones, pero los motivos más comunes de los hijos para distanciarse de sus padres son el abuso emocional, físico o sexual en la infancia. Aluden a comportamientos tóxicos de sus padres, como la falta de respeto o los daños infringidos. Cuando los hijos sienten que han sido maltratados o humillados, sienten la necesidad de alejarse de sus padres para reconstruir su identidad.
Otros hijos aluden a la falta de apoyo por parte de sus padres y el choque de valores. Cuando los padres no han sido una figura de apoyo, sino que han fomentado la inseguridad y han intentado cortar las alas a sus hijos, estos suelen necesitar alejarse de esa figura desestabilizadora en su vida. Asimismo, cuando las expectativas, valores y cosmovisión de padres e hijos difieren, la relación suele resentirse hasta tal punto que en ocasiones la única solución es el distanciamiento para evitar caer en un bucle de conflictos.
En otros casos ese distanciamiento surge del propio amor. De hecho, no existe contradicción entre querer a alguien y sacarse de quicio porque muchas veces el amor maximiza la carga. A veces los hijos pueden sentirse demasiado responsables por la felicidad de sus padres, sobre todo cuando estos los culpan, de manera que necesitan establecer límites saludables. En otras ocasiones, los hijos simplemente pueden sentir la necesidad de soltar amarras y encontrar su equilibrio lejos de la sobreprotección parental.
Sea cual sea la causa del distanciamiento, a menudo padres e hijos miran el pasado y el presente con ojos muy diferentes. Los padres pueden pensar que su hijo está reescribiendo la historia de su infancia, acusándolos de cosas que no hicieron y/o no reconociendo todas aquellas situaciones en las que les demostraron su amor.
En cambio, los hijos suelen señalar que sus padres intentan manipularlos al no reconocer el daño que les causaron o siguen causando, no respetar sus límites y negarse a cumplir con sus requisitos para mantener una relación más saludable. Cada vez más adultos afirman que solo les mueve el deseo de ser dueños de su vida y tomar sus propias decisiones.
Los daños que produce el distanciamiento entre padres e hijos
Muchos padres y madres me dicen que se sienten traicionados por la falta de disponibilidad o falta de respuesta de sus hijos, especialmente aquellos que se esforzaron por brindarles una vida que consideran envidiable en comparación con su propia infancia.
En sentido general, cuando los hijos cortan la relación con sus padres se instaura una profunda tristeza ya que existe un anhelo de reconexión. Muchos padres experimentan vergüenza e incluso arrepentimiento o desearían hacer retroceder las manecillas del reloj para actuar de manera diferente.
Al mismo tiempo, aunque la decisión de la separación suele ser de los hijos, estos a menudo experimentan emociones encontradas, como liberación y culpa, alegría y tristeza. Romper la relación con los padres también puede tener un efecto dominó en los futuros lazos y tradiciones familiares. Algunas personas confiesan que su mayor arrepentimiento es que sus hijos crezcan sin los abuelos. Esa distanciamiento a menudo rompe las tradiciones y rituales familiares, produciendo una sensación de desarraigo que afecta el equilibrio de la unidad familiar.
¿Cómo recuperar el vínculo?
Un estudio realizado en 2015 reveló que es más probable que los padres culpen del distanciamiento a su divorcio o a la pareja del hijo. De hecho, se ha apreciado que el divorcio aumenta el riesgo de distanciamiento, en especial de los padres, probablemente porque este produce un realineamiento radical de los lazos de lealtad, gratitud y obligación en el seno de la familia, haciendo que los hijos se inclinen más por un padre a despecho del otro.
Sin embargo, si el objetivo es reestablecer los lazos es importante dejar de buscar culpables. Como los hijos suelen ser quienes deciden distanciarse, toca a los padres dar los primeros pasos hacia la reconciliación. No obstante, es fundamental no precipitarse porque en algunas ocasiones ese distanciamiento es necesario para repensar la relación y sanar las heridas. Por tanto, es posible que los hijos necesiten un tiempo.
La reconciliación suele lograrse cuando los padres asumen la responsabilidad por los daños que pueden haber causado a sus hijos, muestran empatía por su perspectiva y los sentimientos que experimentan y se muestran dispuestos a cambiar los comportamientos problemáticos aceptando límites más saludables.
También es crucial evitar las discusiones sobre lo que es correcto o incorrecto, así como abandonar las expectativas para renegociar la relación. En lugar de asumir que el hijo se equivoca, los padres deben intentar comprender qué ha creado el conflicto y estar dispuestos a reescribir las reglas de su relación, no con un hijo pequeño sino con una persona adulta.
Como todo, la vida familiar moderna tiene partes positivas y negativas. El hecho de que las nuevas relaciones entre padres e hijos se basen cada vez más en los lazos de afecto que en el deber o la obediencia significa que existe la posibilidad de construir vínculos más significativos y pasar tiempo juntos por decisión propia, compartiendo cosas que nos hacen sentir bien.
Sin embargo, los hijos también necesitan hacer examen de conciencia. Podemos pedir a nuestros padres que sean más sensibles con nuestras necesidades, emociones y aspiraciones, pero también debemos ser sensibles con las suyas porque toda relación madura y adulta debe ser equitativa. Todos podemos equivocarnos. Todos tenemos defectos. Deberíamos tener eso siempre presente cuando decidimos a quién mantener dentro o fuera de nuestras vidas o cómo responder a aquellos que ya no nos quieren en las suyas.
Fuentes:
Pillemer, K. et. Al. (2022) Patterns and Processes of Intergenerational Estrangement: A Qualitative Study of Mother-Adult Child Relationships Across Time. Res Aging; 44(5-6): 436-447.
Blake, L. (2017). Parents and children who are estranged in adulthood: A review and discussion of the literature. Journal of Family Theory & Review; 9(4): 521–536.
Carr, K. et. Al. (2015) Giving Voice to the Silence of Family Estrangement: Comparing Reasons of Estranged Parents and Adult Children in a Non-matched Sample. Journal of Family Communication; 15: 10.1080.
Lye, D. N. (1996) Adult child-parent relationships. Annual Review of Sociology; 22: 79–102.
Martha Julissa Reyes dice
Pues todo eso cuando son padres legítimos y no cuando eres un bebe y te secuestran del hospital para darte mala vida los padres se quieren pero cuando son biológicos no cuando son una farsa.
Aurora dice
Escribí con errores porque aún lloro por tener meses sin ver a mi hija, me bloqueó por todas partes como si de pronto soy su peor enemiga y su hermano también, cuánto daño se puede hacer a una joven ingenua que solo estaba en un mal momento. Yo solo deseaba que terminara su carrera tuviese medios económicos un trabajo y ahí podía hablar de independencia que no significa odio, venganza, sino mantener una relación sana y en contacto con su hogar, no perderse en la vida como hacen los animales, teniendo una familia en quien apoyarse sin romper vínculos, eso es madurez… sensatez.
Jennifer Delgado dice
Aurora,
La distancia con un hijo es una situación extremadamente dolorosa para muchos padres. Sin embargo, cada persona elige su camino, y no siempre coincide con el que desearíamos. Por otra parte, las decisiones no son irrevocables y siempre es posible dar marcha atrás.
Particularmente, valoro mucho el apoyo y sostén de la familia, pero también entiendo que por diversas razones puede haber hijos que no se sientan amados, valorados o respetados. Creo que lo más importante es intentar entenderlos, aunque ello no implica compartir sus decisiones, y estar dispuestos a tender puentes cuando llegue el momento.
Te deseo lo mejor.
I dice
Hola, ore por sus hijos…
Pida a Dios les sane sus heridas y le conceda a usted sabiduría y amor para acercarse a ellos en el momento correcto. No juzgue, sólo ame, acepte y corrija con amor… O más bien, sólo dé su opinión si se la piden, porque ellos (me imagino) ya son adultos… por más duro que se escuche. Cada quién es dueño de su vida al final…
Dios le bendiga y le dé paz. Pida perdón si es necesario…
Maria Dolores dice
La relación con mis hijos se deterioró mucho a raíz del divorcio nuestro. No me llaman nunca soy yo quien los llama y va a verlos. Pero cuando estoy en sus casas me siento mal. Falta algo. Y entonces yo cada vez voy menos y la verdad que los necesito en mi vida. Creo que les di un futuro, pero además siempre mucho amor. Por eso estoy con una depresión. No sé qué hacer, ni cómo salir de esto..
Jennifer Delgado dice
Hola María Dolores,
La comunicación sincera, sin reproches, siempre es la vía para tender lazos. Si es posible, cuéntales a tus hijos cómo te sientes y qué necesitas de ellos. Habla con el corazón, sin recriminaciones ni presiones, porque así se mostrarán más receptivos a tus palabras.
Por desgracia, a veces las relaciones entre padres e hijos son difíciles porque se cruzan muchas expectativas y decepciones. También hay que tener en cuenta que siempre existen diferentes necesidades que hay que saber confluir.
No obstante, yo creo que con paciencia, respeto y amor se pueden reconstruir relaciones satisfactorias para ambos.
Mucha suerte!
Cecília dice
Hola.
El meu fill té dues nenes i no vol saber res de mi , per un mal entès, amb un testament del meu pare. Com es natural els trobo molt a faltar. Però estic tan decepcionada de la reacció del meu fill de prendre aquesta decisió tan dràstica , sense pensar les conseqüències , de que les nenes perdrien una padrina, ho veig de locura. quan sempre estàvem amb família La meva voluntat de perdona es inexistent , no sé si el que em passa a mí es normal ,ho és que sóc mala mare
Jennifer Delgado dice
Hola Cecilia,
Hay reacciones que duelen, sobre todo cuando provienen de las personas que más amamos. Hasta que no las procesemos y aceptemos, no estaremos preparados para perdonar. Eso no significa que seas una mala madre, tan solo eres una persona dolida.
No obstante, quizá en cierto punto tengas que preguntarte qué soportas mejor: ¿el dolor del distanciamiento o el ego dolorido?
A veces, cuando el dolor es grande y las emociones se acumulan, también es necesario pedir ayuda a un psicólogo que nos ayude a desenredar esos sentimientos y seguir adelante con la decisión que tomemos.
Un saludo
Shu dice
Hola
Me cayó como del cielo tu artículo estoy pasando por un distanciamiento c mi hija ,duele y mucho pero tendré que aceptarlo ,reefucarme sobre todo a no sufrir y entender que cada ser humano decide su vida y tiene consecuencias . Yo creo que es difícil no poder ver a tus hijos pero bueno a fin de cuentas los queremos ver tranquilos y felices y si en determinado momento les duelen nuestras acciones están en su derecho de protegerse alejándose . Ya les dimos nuestro amor y seguirá en nuestro corazón siempre. Tratar de estar bien es nuestra obligación y que a la fuerza ni los zapatos . Suerte a todas…