Iniciemos este artículo con un pequeño experimento.
Lean atentamente y solo una vez la lista de palabras que se muestra a continuación e inmediatamente después tomen un papel y escríbanlas en el preciso orden que les viene a la mente.
MESA, NUBE, LIBRO, ÁRBOL, CAMISA, GATO, LUZ, BANCO, YESO, FLOR, RELOJ, AVE, SOPA, ALMOHADA.
Si engrosan las filas de la normalidad y la mayoría de las personas, descubrirán que recuerdan con más facilidad las palabras que se encuentran al inicio de la lista, es el efecto de prioridad y las palabras que se encuentran al final, gracias al efecto de lo reciente.
La probabilidad de recordar las palabras que se encuentran en las posiciones medias de la lista son decididamente inferiores.
Las palabras al inicio de la lista están sujetas a la interferencia retroactiva (como suele sucedernos con el nombre de un recién conocido) que sufren la interferencia de todo el material asumido después del nombre.
Al contrario, las palabras finales de la lista están sujetas a la interferencia proactiva en tanto son víctimas de la interferencia de todo el material asumido con anterioridad (todas las palabras precedentes).
La palabras que están en el centro tienen la mala suerte de sufrir ambos tipos de interferencia, con los consecuentes resultados nefastos para el recuerdo.
Estos olvidos son explicados a través de la teoría de la interferencia de la información que expresa que la memoria de corto plazo es rápidamente eliminada y reemplazada de manera casi inmediata por las informaciones sucesivas.
La interferencia de la información sucesiva se verifica cuando la mente no tiene tiempo de hacer una operación fundamental para conservar el recuerdo en la memoria a corto plazo: la reiteración. Es bien conocido que un número de teléfono repetido varias veces, ya sea en nuestra cabeza o a alta voz, ayuda a mantener el recuerdo disponible, al menos por el tiempo necesario para hacer la llamada.
Si algo interviene o interrumpe la reiteración (de la cual no siempre somos conscientes), el número apenas escuchado se olvida inmediatamente.
¿Aplicaciones prácticas? La próxima vez que encontremos a un desconocido es mejor repetirse una y otra vez el nombre para al final de la conversación no terminarla con la frase: ¿cómo has dicho que te llamabas?
Deja una respuesta