Todos nos hemos tenido que enfrentar a preguntas incómodas. Lo usual es que aparezcan en conversaciones casuales, en las que de repente el tema se desliza hasta un asunto que nos resulta demasiado íntimo o espinoso como para hablar abiertamente de él. Incluso es posible que nosotros mismos hayamos hecho preguntas incómodas en más de una ocasión a nuestros amigos, compañeros de trabajo o incluso a desconocidos.
La práctica del “husmeo nepotista” nos beneficiaría como especie
A pesar de que las preguntas incómodas son un hecho bastante usual, no fue hasta el 2007 que un grupo de psicólogos de la Universidad de Columbia Británica analizaron este fenómeno, que denominaron “husmeo nepotista”. Según estos especialistas, las preguntas embarazosas en realidad nos benefician como especie, por lo que no debe sorprendernos que mientras más cercana a nosotros sea la persona, más se preocupe por nuestra vida íntima y realice preguntas incómodas.
Según el principio de la «aptitud inclusiva», nos preocupamos (y debemos preocuparnos) por la gente más cercana porque así podemos preservar nuestro legado genético. De hecho, estos investigadores descubrieron que solemos mantenernos particularmente atentos a las relaciones de pareja a largo plazo de nuestros familiares más cercanos, pero pasamos por alto las relaciones casuales.
También apreciaron que las personas no solo intentaban conocer cómo iba la relación sino que intentaban influir en estas con el objetivo de ayudar al otro a encontrar a la persona idónea. Lo curioso fue que esta preocupación por la vida sentimental de los demás no solo era mayor cuanto más íntimo era el vínculo afectivo sino también cuánto más se parecían físicamente las personas.
Esto nos indica que, de alguna manera, nuestra curiosidad por la vida de los más allegados podría ser un mecanismo ancestral a través del cual nos aseguramos de que una parte de nuestra herencia genética se transmita con las menores alteraciones posible.
Sin duda, la teoría del husmeo nepotista es interesante, pero no es una excusa para meter las narices en la vida de los demás.
¿Cómo enfrentar las preguntas incómodas sin ser grosero ni violentar tu intimidad?
1. Detecta las señales de introspección
A las preguntas incómodas les suelen anteceder una serie de signos de introspección. Cuando la persona sabe que va a abordar un tema que puede ser demasiado íntimo, suele dar muestras de nerviosismo o introspección. Por ejemplo, puede moverse con incomodidad en la silla, jugar con el teléfono o con algo que tenga en la mano, carraspear… Cada quien manifiesta su incomodidad o su intento de establecer un vínculo más íntimo de manera diferente, tendrás que aprender a reconocer esas señales y cuando las descubras, puedes cambiar radicalmente el tema o, al menos, podrás irte preparando psicológicamente para que la pregunta incómoda que viene en camino no te tome por sorpresa.
2. Di la verdad, siempre
Algunas personas mienten porque no quieren contar la verdad o “adornan” la historia con detalles inexactos, para sentirse un poco más cómodos. El problema es que una mentira suele acarrear otra, sobre todo si seguimos relacionándonos con esa persona. Entonces, una situación que simplemente era incómoda para nosotros nos puede dejar muy mal parados, haciendo que nos convirtamos ante los ojos de esa persona en alguien poco fiable y que perdamos su confianza. Por eso, lo más conveniente es no mentir y contar la verdad, o al menos la parte con la que te sientas más cómodo. Decide lo que quieres compartir pero no rellenes el resto con mentiras.
3. Confiesa que se trata de una pregunta incómoda
Quizá la persona que realiza la pregunta no es plenamente consciente de que es un tema espinoso para ti. Después de todo, cada quien tiene sus puntos sensibles. De hecho, es probable que esa persona de verdad esté interesada en conocer la respuesta a esa pregunta incómoda y detrás de su interés se esconda una preocupación auténtica. En ese caso, no pasa nada con explicarle que no te sientes cómodo afrontando ese tema, que se trata de un asunto demasiado íntimo, que te trae malos recuerdos que no quieres revivir o que simplemente no estás preparado para hablar de ello. De esta manera te muestras respetuoso con tu interlocutor y su preocupación pero, a la vez, preservas tu intimidad.
4. Lanza otra pregunta en su lugar
Algunas de las personas que hacen preguntas incómodas no se caracterizan precisamente por su gran tacto e incluso es probable que aunque les hayas dicho que no quieres abordar el tema, vuelvan a preguntártelo. En ese caso, lanzar otra pregunta incómoda suele ser la mejor estrategia. Cuando la persona recibe el mismo impacto emocional que te ha causado, concientiza su comportamiento y da marcha atrás. No es necesario ser desagradable, incluso puedes devolverle la pregunta con una pizca de buen humor. Por ejemplo, si alguien te pregunta cuándo planeas tener un bebé, puedes responderle: «Justo estaba preguntándome lo mismo sobre ti«.
5. Pasa la pregunta
Una estrategia sencilla para enfrentar las preguntas incómodas consiste simplemente en pasarlas a otra persona, que ni siquiera debe estar presente en ese lugar. De esta forma alivias la posible tensión que se ha creado en el ambiente y tu interlocutor se da cuenta de que no estás dispuesto a profundizar en el tema. Por ejemplo, si te preguntan cuándo te darán un aumento de sueldo, puedes responder le: «Será mejor que se lo preguntes a mi jefe«.
6. Reformula la pregunta
Si no te sientes cómodo con una pregunta, puedes reformularla o incluso pedirle a tu interlocutor que sea más preciso. En muchas ocasiones, cuando mostramos asombro y le pedimos a la persona que reflexione sobre lo que ha preguntado, esta se da cuenta inmediatamente de que ha ido demasiado lejos y es probable que no se atreva a seguir preguntando o que se mueva hacia terrenos menos espinosos. Puedes decirle: “No estoy seguro de haberte entendido, ¿qué quieres saber exactamente?”.
7. Distánciate de la pregunta
Las preguntas incómodas suelen serlo porque son demasiado personales, pero una manera para saciar la curiosidad de tu interlocutor sin sentirte incómodo consiste en adoptar una distancia psicológica. Puedes responder en tercera persona, llevando el tema a un terreno neutro de manera que no tengas que referirte específicamente a tus vivencias. Así podrás abordar el tema con mayor comodidad y, a buen entendedor, con pocas palabras basta.
No obstante, recuerda que la mejor manera para evitar las preguntas incómodas suele ser no hacer preguntas embarazosas. Si eres una persona reservada, que no te metes en la vida de los demás, los otros también se cohibirán un poco y serán menos propensos a inmiscuirse en tu vida.
Fuente:
Faulkner, J. & Schaller, M. (2007) Nepotistic nosiness: inclusive fitness and vigilance of kin members’ romantic relationships. Evolution and Human Behavior; 28(6): 430-438.
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