Si echas la vista atrás, ¿cuál es el primer recuerdo de la infancia que acude a tu mente? Es probable que esa primera memoria date aproximadamente de los 3 años porque recordar lo que ocurrió antes es complicado debido a un fenómeno conocido como amnesia infantil. Si recuerdas algo anterior a esa etapa, las probabilidades de que se trate de un recuerdo ficticio son bastante elevadas.
El 40% de los primeros recuerdos de la infancia son ficticios
Investigadores de la Universidad de Londres encuestaron a más de 6.600 personas para conocer su primer recuerdo de la infancia. Les pidieron que detallaran su primera memoria e indicaran qué edad tenían en aquel momento. Hicieron especial hincapié en que contaran solo recuerdos de los que estaban seguros, por lo que no debían basarse en una fotografía de su infancia, una historia familiar compartida o cualquier otra fuente que no fuera la experiencia directa.
Curiosamente, el 38,6% de las personas afirmó tener recuerdos provenientes de los dos años o menos y el 13,4% de cuando tenían menos de un año de vida. Sin embargo, la ciencia ha revelado que el hipocampo, una zona del cerebro relacionada con la memoria, no se ha desarrollado completamente a esa edad, razón por la cual no contamos con recuerdos a largo plazo.
Por eso, los investigadores sospecharon y analizaron el contenido, lenguaje, naturaleza y detalles descriptivos del primer recuerdo de la infancia de los participantes, para intentar comprender cómo es posible que afirmaran tener memorias de una edad en la cual no se podrían formar, según la ciencia.
Así descubrieron que al menos el 40% de las personas tenían una memoria ficticia. O sea, su primer recuerdo de la infancia no correspondía a una experiencia directa.
La trampa de la memoria, ¿por qué recordamos como propio algo que no vivimos?
En realidad, muchos de los recuerdos ficticios de antes de los dos años de vida provienen de fragmentos de experiencias tempranas (como un cochecito de bebé o las relaciones familiares) y algunos hechos o conocimientos sobre la propia infancia derivados de fotografías o conversaciones familiares.
Como resultado, cuando evocamos ese primer recuerdo de la infancia, en realidad lo que activamos es una representación mental compuesta por diferentes fragmentos de experiencias tempranas y algunos hechos o conocimientos que nos han contado los demás, pero no son recuerdos reales de las experiencias vividas.
La trampa radica en que con el tiempo podemos llegar a experimentar esas representaciones mentales de manera rememorativa, por lo que estamos seguros de que son nuestros recuerdos directos. De hecho, este fenómeno es más común en adultos mayores o de mediana edad, lo cual indica que esos recuerdos ficticios se han consolidado como propios.
También podemos añadir inconscientemente otros detalles, como por ejemplo que usábamos un pañal cuando estábamos de pie en la cuna. En práctica, ese primer recuerdo de la infancia se forma a partir de alguna sensación, integrando información que nuestros padres u otras personas nos han contado. Con el tiempo, imaginamos cómo habría sido y acabamos dando coherencia a esas imágenes, asumiendo que son recuerdos propios cuando en realidad son recreaciones o lo que se conoce como recuerdos implantados.
Referencias Bibliográficas:
Donato, F. et. Al. (2021) The Ontogeny of Hippocampus-Dependent Memories. J Neurosci; 41(5):920–926.
Akhtar, S. et. Al. (2018) Fictional First Memories. Psychological Science; 29(10): 10.1177.
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