La terapia gestáltica es sin lugar a dudas una de las más interesantes desde los principios que nos propone por el simple hecho de que cada uno de ellos encierra una enseñanza que puede aplicarse en la vida cotidiana.
Los principios de la terapia gestáltica más importantes
Hablar con, no sobre o de: Vamos a tratar de hacer encuentros permanentes, esto significa que no nos vamos a permitir hablar «acerca de nada ni de nadie», esté o no presente aquí. Si lo está nos enfrentaremos directamente a él, si no también lo haremos a través del truco de imaginarnos que sí lo está.
Hacerse responsable: Algo muy importante es aceptar que no hago ni digo nada que no quiero, ni por equivocación. Que lo que siento, lo siente v no me pongo a tratar de averiguar por qué es así. Es más, inclusive puedo afirmar que si no soy responsable de lo que siento, sí lo soy enteramente de lo que digo y hago con lo que siento, Así como yo no soy responsable de lo que siento, pues me surge espontáneamente, tampoco lo es persona alguna.
Privilegiar el sentir sobre el pensar: No pretendemos que dejen de pensar. Sí que presten atención a lo que sienten. Lo que sienten puede ser anímico o físico. Ambos tienen localización en el cuerpo, si no pueden ubicar una emoción en su cuerpo, no están sintiéndola, están pensando sobre ella.
No juzgar: Traten de quedarse con lo que sientan respecto de alguien. Es absolutamente imposible que no sientan nada, pero en todo caso, si no consiguen registrarlo, no cambien la situación por un libre ponerse a juzgar acerca de sus cualidades buenas o malas. No le sirve a nadie, ni al juzgado ni a ustedes, que sólo consiguen mantenerse alejados de sus propios sentimientos.
No interpretar: Terminantemente prohibido interpretar. Interpretar significa asegurar que uno conoce las motivaciones del prójimo para hacer o decir lo que hace o dice. La mayor parte de nosotros desconoce la mayor parte de las motivaciones de lo que hacemos o decimos. ¿Cuál es nuestro mérito, entonces para asomarnos a vidas ajenas?
No invadir el campo psíquico de otro: Primero y fundamental, no consolar, no abrazar, no decir palabras tiernas, no defender, en una situación en la que alguien precisa estar a solas con su malestar para contactarse consigo mismo. También es interrumpir, hacer «caritas» al otro para desviar su bronca, impidiéndole expresar lo que siente.
No disculparse: Está íntimamente relacionado con hacerse responsable. Si te agredo y luego me disculpo, no te dejo en libertad de agredirme. Creo una situación falsa. (Si bien en ocasiones disculparse es fundamental, por lo que este principio debe aplicarse con mucho sentido común).
No minimizar: Está relacionado con la pauta anterior. No es lo mismo decir: «Me da rabia lo que dices«, que afirmar: «Siento un poquito de rabia«. Si es poquito, no vale la pena mencionarlo, y si es mucho, disfrazarlo sólo tiene por objeto impedir la rabia ajena.
No atemperar golpes: El modo más frecuente de atemperar golpes, consiste en pronunciar un largo discurso lleno de circunloquios, para que lo que quiero decir, se deslice subrepticiamente sin que se: note demasiado. Por ejemplo: «A veces, cuando te miro, me parece que algunas de tus actitudes no son todo lo lúcidas que creo que podrían llegar a ser«. ¿Qué ha dicho? Nada, probablemente la otra persona ni siquiera ha captado el sentido.
No interrumpir: Tratemos de registrar qué rodeos damos para no hacer algo. Por ejemplo, hay quienes tragan reiteradamente para no llorar. Interrumpirse es realizar algún tipo de maniobra para evitar que una emoción siga su curso completo, que se resuelve en acción.
No manipular: La manipulación consiste en expresar, sin franqueza, una orden. Una conducía violatoria del otro, por cuanto le impide ejercer su voluntad con libertad, y se ve generalmente entrampado haciendo algo, sin darse cuenta si lo desea o no. El que lo manipula no se está haciendo responsable ni arriesga su relación con el otro.
Obviamente, para aplicar los principios de la terapia gestáltica se necesita un gran conocimiento de sí mismo y mucha confianza; por lo que en un primer momento será difícil ponerlos en práctica. La clave está en no desesperar e irlos incorporando a nuestra cotidianidad poco a poco.
Fuente:
Baranchuk, J. Z. (1996) Atención aquí y ahora. Abadon Ediciones: Argentina.
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