Muchas personas experimentan un miedo intenso e irracional a determinadas cosas o situaciones. Los miedos más usuales se refieren a los perros, estar en espacios cerrados, a las alturas, las escaleras mecánicas, pasar por los túneles, conducir en carretera o a volar.
Las fobias no son más que un miedo extremo, son un temor irracional. Por ejemplo, una persona puede ser capaz de esquiar por las montañas más altas del mundo pero le da miedo superar la décima planta de un edificio. Obviamente, la persona se da cuenta de que sus temores son irracionales pero a menudo no los enfrentan e incluso pueden sufrir un ataque de pánico o una ansiedad severa.
Se estima que, hoy por hoy, 1 de cada 10 personas sufre algún tipo de fobia. Este problema es más usual entre las mujeres y suele aparecer por primera vez en la adolescencia o en la juventud pero son bastante inusuales en la tercera edad.
Lo normal es que comiencen repentinamente y tienden a ser más persistentes que las fobias que experimentan los niños. De hecho, solo alrededor del 20% de las fobias de los adultos desaparecen por sí solas. Cuando los niños tienen fobias específicas, como por ejemplo, el miedo a los animales, este temor por lo general desaparece con el tiempo, aunque en algunos casos puede persistir en la edad adulta.
Los síntomas de las fobias
1. Miedo marcado y persistente que tiene un carácter excesivo e irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos.
2. La exposición al estímulo fóbico provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que puede convertirse en un ataque de pánico. En el caso de los niños la ansiedad puede traducirse en llanto, berrinches, inhibición o la necesidad de aferrarse a un adulto.
3. La persona reconoce que su miedo es excesivo o irracional.
4. Evitación de la situación fóbica, la cual provoca un malestar intenso.
5. La evitación, la anticipación ansiosa o el malestar que genera la situación temida interfiere significativamente con la rutina de la persona provocando un malestar clínicamente significativo.
Vale puntualizar que para diagnosticar una fobia es necesario que los síntomas se hayan mantenido al menos durante 6 meses.
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