Para muchas personas, criticar es como respirar, simplemente no concebirían su vida sin las críticas. Sin embargo, ser criticados, convertirse en la diana de esas críticas, es más complicado porque podemos llegar a sentirnos muy mal.
Una crítica mal hecha o realizada en un momento inadecuado puede dejar profundas heridas emocionales. De hecho, si buscas en tu memoria, es probable que no te resulte difícil recordar esa crítica que tanto te hirió en el pasado y que aún hoy levanta ampollas.
Por desgracia, no podemos evitar que los demás nos critiquen, pero podemos elegir cómo reaccionar ante sus comentarios. No tenemos el poder para evitar las críticas pero podemos decidir si esas palabras nos harán daño o no. Y la clave para lograrlo se encuentra en un texto antiguo.
La autoafirmación: Un camino de empoderamiento
“Quien se afirma a sí mismo, se libra de la crítica”, se puede leer en las páginas del Dào Dé Jīng, un texto clásico chino cuya autoría se atribuye a Laozi y que se convirtió en uno de los fundamentos del taoísmo. Se trata de un consejo tan antiguo como vigente.
La autoafirmación es casi como un súper poder, aunque por desgracia no se potencia en la educación infantil. De hecho, más bien se aniquila ya que cuando nos enseñan a buscar la aprobación de los demás, cuando nos enseñan a valorarnos según las valoraciones que los otros hacen de nuestras cualidades, están matando la autoafirmación.
La autoafirmación es la capacidad para expresar nuestras opiniones y hacernos valer en las relaciones con los demás. En su base se encuentra una profunda autoconfianza. Solo cuando estamos seguros de quiénes somos y valoramos adecuadamente nuestras capacidades, somos capaces de expresar nuestras necesidades e ideas de una manera asertiva, sin dañar al otro pero sin permitir que se pisoteen nuestros derechos o que nos menosprecien.
Para autoafirmarse es necesario tener claras las respuestas a estas tres preguntas:
1. ¿Quién eres? Puede parecer una verdad de Perogrullo pero muchas personas no se conocen lo suficiente a sí mismas, no saben quiénes son. Sin embargo, para autoafirmarse es necesario saber quiénes somos, conocer nuestras fortalezas y también nuestras debilidades, saber cuáles son nuestros valores, gustos y necesidades. Solo una persona consciente de sí, puede autoafirmarse.
2. ¿Quién quieres ser? No basta con conocerse, es necesario saber en qué persona te quieres convertir. ¿Qué quieres mejorar de ti, qué habilidades te hacen sentir orgulloso y qué camino podría ayudarte a desarrollar esas capacidades? La respuesta a estas preguntas te permitirán tomar el mando de tu vida.
3. ¿Qué quieres alcanzar? Las metas que nos proponemos terminan cambiándonos, por eso es importante saber qué deseamos alcanzar y cómo lo haremos. Plantearnos objetivos realistas nos ayudará a reforzar la autoconfianza, nos empoderará y nos permitirá ser inmunes a las críticas malsanas.
¿Por qué la autoafirmación es el mejor antídoto contra las críticas?
Cuando sabes exactamente cuáles son tus puntos débiles y cuáles son tus fortalezas, cuando estás seguro de lo que quieres y tienes en mente cómo alcanzarlo, las críticas de los demás no harán mella en ti porque no podrán hacerte sentir inferior, incompetente o generar dudas.
De hecho, debemos tener en cuenta que la crítica nos causa tanto daño precisamente porque nos hace dudar de nosotros mismos, porque activa la sensación de que no somos suficientes, de que somos inadecuados o incapaces. La crítica que nos molesta es precisamente esa que va a hurgar en la llaga, la crítica a la que le prestamos oídos es aquella que, de cierta forma, confirma nuestros peores temores sobre nosotros mismos.
Podemos pensar en la crítica como en un diapasón. Solo nos hará daño aquella que resuene en la misma frecuencia que nuestro interior, aquella que haga palanca en nuestros temores e inseguridades. Por eso, la autoafirmación es el mejor antídoto contra la crítica malsana, la seguridad en nosotros mismos nos permite asumir una distancia psicológica de las palabras malintencionadas. Así podemos valorar si realmente la crítica es oportuna y puede aportarnos algo que nos permita crecer o, al contrario, se trata de palabras dirigidas a herir que no pueden reportarnos ningún beneficio. En uno u otro caso, la decisión está en tus manos.
Anib0warE dice
Comparto la opinión de alguien a quién he enviado el texto:
"es así, criticar se vuelve tan fácil, y sin darnos cuenta criticamos el mismo defecto que tenemos nosotros y es injusto, y aunque no sea así.
Si crítico a un cabezón, acaso.. tiene la culpa de ser así? Estoy segura que el no quisiera ser así de cabezón, pero eso no me da el derecho de criticar, eso es venenoso y dañino"
Jennifer Delgado dice
Debemos diferenciar entre la crítica constructiva y la destructiva.
La crítica constructiva puede ayudar a los demás a crecer, a superar un problema o a ver las cosas desde una nueva perspectiva.
La crítica destructiva solo hace daño, mina la autoestima y frena las ganas de emprender.
En cualquier caso, la crítica constructiva no tiene nada que ver con las culpas sino con el crecimiento y con asumir responsabilidades, que son conceptos diferentes.
Virginia García dice
Lo que yo también veo es que la Constructiva no es siempre bien entendida o recibida. Que sólo es útil cuando es solicitada (y creo que tampoco siempre). Si alguien te cuenta su problema y pide consejo, aunque lo des desde el respeto, basado sólo en la información que te dio y asertivamente, resulta que puede ser malinterpretado y desembocar en una pérdida de amistad… Se puede aprender a estar preparado para recibir críticas y que así sean siempre constructivas, podemos enseñar desde pequeños a nuestros hijos y alumnos a hacerlo (dando ejemplo ante todo).
En mi caso a veces digo a mi gente: "Exprimirme. Si necesitais una opinión externa pedírmela. Reconozco tener "ojo crítico" y ser capaz de ponerme en los zapatos de otro (tus clientes por ejemplo) para poder decirte que perciben ellos y que puedas mejorarlo"… Aún así no se recibe siempre de forma positiva.
Un saludo!