Una buena parte de las personas a las cuales he ayudado a lo largo de mi experiencia profesional tenían una demanda: «Quiero cambiar, pero no puedo». O al menos eso decían, ese era su problema manifiesto, porque lo cierto es que la mayoría de nosotros somos suficientemente inteligentes desde el punto de vista emocional como para saber cuándo un cambio es imprescindible y cómo llevarlo a cabo solo que… muchas veces nos faltan las herramientas psicológicas para enfrentar el cambio.
Entonces, pongamos manos a la obra, enviemos el «cambio» al diván para psicoanalizarlo.
Cambiar, ¿pero qué es cambiar?
Cambiar, el verdadero cambio, es una tarea difícil. Podemos variar nuestro corte de pelo, nuestro estilo de vestir, podemos apuntarnos en el gimnasio… incluso podemos poner fin a una mala relación de pareja… pero estos cambios son solo superficiales. Existen transformaciones más profundas que implican variar nuestra forma de pensar y comprender el mundo e incluso la manera en la cual nos percibimos a nosotros mismos.
Entonces el cambio se hace doloroso. ¿Por qué? Simplemente porque cuando nos enfrentamos ante la idea del cambio, también nos estamos enfrentando a la necesidad de variar algo que suponemos que nos caracteriza, algo que forma parte de nuestro «yo». Como resultado, muchas veces asumimos la necesidad del cambio como un ataque a nuestra identidad.
Anatole France sintetizó magistralmente esta idea: «todos los cambios, incluso aquellos que más se han demorado en el tiempo, tienen su cuota de melancolía derivada de aquello que dejamos atrás y es una parte de nosotros mismos. Debemos morir en una vida antes de entrar en la otra«.
Terminar una relación de pareja, por ejemplo, no solo implica que debemos despojarnos de los hábitos creados entre los dos y aprender a lidiar con el vacío emocional; también significa que, de cierta forma, nos hemos equivocado, hemos errado en algún punto del camino. Aceptar esa realidad suele ser difícil porque demanda comprender la situación desde perspectivas diversas, implica abandonar nuestro papel de víctimas y asumir el control de nuestra vida.
Así expresado, muchos podrían pensar que es maravilloso asumir el control de nuestra vida y, ciertamente, lo es pero… también llega con su respectiva cuota de miedo. Cuando no tenemos a nadie a quien culpar aparece el miedo a equivocarnos y muchas veces sentimos que nuestros hombros se doblan ante una responsabilidad a la cual no estábamos acostumbrados.
El cambio implica aprendizaje y casi por añadidura, cometer nuevos errores. Cuando cambiamos algo necesitamos aprender una nueva forma de enfrentar la situación y en muchas ocasiones los aprendizajes indican caídas, errores y su respectiva cuota de esfuerzo. Muchas personas sienten pavor ante la idea de cambiar algo en sus vidas porque no saben cómo enfrentar un nuevo aprendizaje y temen equivocarse. Entonces prefieren que las cosas continúen tal cual son, se encierran en el refrán: “Mejor un mal conocido que un bueno por conocer”. Realmente no existe una idea más inmovilista que ésta.
Echemos un vistazo a un pequeño pero muy ilustrativo experimento:
A unos estudiantes universitarios les mostraron una jarra llena de café y les preguntaron cuánto pagarían por ella. El promedio fue 2 dólares.
A la otra mitad de los estudiantes les dieron la misma jarra con café, solo que esta vez los investigadores les dijeron que podían quedarse la jarra como regalo. Apenas un minuto después, los experimentadores les preguntaron a los jóvenes cuánto estarían dispuestos a pagar por aquella jarra. El precio medio fue de 8 dólares.
¿Qué cambió? Al segundo grupo le estaban proponiendo un cambio. Ellos sintieron que la jarra era suya y, por lo tanto, estaban dispuestos a pagar más para no cambiar ese estatus. Se resistían al cambio de la misma forma en que nosotros nos resistimos ante la posibilidad de variar el más mínimo hábito, costumbre, forma de pensar o enfrentar los problemas.
Pero no todo está perdido, aunque el verdadero cambio necesita un nuevo marco mental de apertura a lo incierto y de aceptación y toma de responsabilidad por los posibles errores; las competencias necesarias para enfrentar la vida desde una actitud flexible y abierta a las variaciones pueden desarrollarse.
Terminemos entonces con una frase de Einstein: “si deseas que las cosas cambien, no las hagas siempre de la misma forma”. Por tanto, si realmente quieres cambiar, hay una idea de la que debes deshacerte: «Quiero cambiar pero no puedo» 🙂
Karla RM dice
Hola, me gustó mucho su artículo, tengo una pequeña consulta, qué pasa si una persona sabe que su actitud le causa problemas y debe cambiarlo pero simplemente no quiere hacerlo puesto que de cierto modo le gustan sus hábitos aunque ante la sociedad le causen problemas en todos los ámbitos? Su conducta es en muchas ocasiones grocera o muy seria, le cuesta relacionarse con las personas muestra poco interés en ellas y tampoco le gusta compartir nada, pero aun así también puede ser muy tranquila.
No se si me expliqué adecuadamente pero de verdad agradecería mucho sus comentarios.
Karla Monroy
Jennifer Delgado dice
Hola Karla,
Te has explicado perfectamente, comprendo lo que quieres decir. Particularmente, creo que es importante lograr un equilibrio entre lo personal y lo social. Es importante que nos gustemos y nos sintamos cómodos siendo quienes somos, pero también es importante mantener un mínimo de contacto social, para lo cual debemos aprender a limar ciertos aspectos de nuestro carácter.
Pienso que la plenitud y la satisfacción máxima no se encuentran en los extremos sino en un equilibrado punto medio.
Unknown dice
Yo estoy cambiando ya que he fracturado una relación que me importa mucho que encontro mails en mi cuenta que no debio ver pero que desgraciadamente vio y que iban dirigidos a otra mujer desde Febrero no tengo contancto con la otra pero esos mails me perjudicaron y no quiere saber mas de mi, hoy estoy con terapia para mejorar todo en mi y empezar por mi para después intentar algo que al parecer se ve imposible, que me recomiendan?
Jennifer Delgado dice
Si ya estás yendo a terapia, vas por el camino correcto.
Es fundamental que sepas bien qué deseas cambiar de ti y, sobre todo, que lo hagas por los motivos adecuados, es decir, no por los demás sino porque te convertirás en la mejor versión de ti mismo.
También es importante ser conscientes de que el cambio lleva tiempo y no siempre es una línea recta sino que a veces nos equivocamos y hay retrocesos. Entonces debemos tomar un respiro, recuperar fuerzas y persistir.
Nacho Shinoda dice
Esto… soy un adolescente de 14 años. Y desearía mucho cambiar, pero no puedo, tal como dice el artículo. Estoy cansado de no poder socializar normalmente, de que cuando me inviten a una fiesta me quede en un esquina solo, de todo eso. Ya no quiero que cuando me inviten a una fiesta me diga a mí mismo "Esta vez sí te vas a divertir" porque cuando resulta que me quedé sólo de nuevo empiezo a angustiarme.
Jennifer Delgado dice
Nacho,
A veces nos frustramos porque queremos cambiar pero no podemos, y generalmente se debe a que ese deseo solo se queda en intención.
Por ejemplo, si se rompe el coche y queremos arreglarlo, acudimos a un mecánico o, cuanto menos, vemos tutoriales para poder solucionar el problema por nosotros mismos. En ese caso, necesitaremos las herramientas adecuadas, no podemos pretender reparar una avería sin herramientas.
Con la Psicología no ocurre así. Y entonces surge la frustración y la idea de que no podemos cambiar. Lo que ocurre es que no contamos con las herramientas psicológicas adecuadas, en tu caso, para desarrollar las habilidades sociales, o con la ayuda profesional adecuada (un psicólogo o coach).
La buena noticia es que existen libros excelentes para desarrollar las habilidades sociales y hasta programas de coaching.
Un saludo y suerte
Carolina hernandez dice
Hola, talvez sea bastante tarde pero quisiera preguntar algo, que pasa si una persona es consciente de deber cambiar porque le perjudica y llega a perjudicar a otros pero no tiene un punto de partida no sabe como empezar o como motivación no basta querer cambiar esas situaciones que afectan como si no tuviera un motivo tan grande para quebrar el miedo y como si realmente no le importara e incluso llega a sentir que no tiene ni idea de cómo empezar, es decir que recomendarías
Jennifer Delgado dice
Hola Carolina,
Es una situación común. Muchas personas quieren cambiar pero no saben por dónde empezar. En este artículo escribí al respecto: No puedes cambiar solo deseándolo.