Respiramos continuamente, de manera natural, pero no somos plenamente conscientes de la importancia de ese acto. De hecho, no respiramos únicamente para tomar oxígeno, la ciencia ha descubierto que el acto de inspirar y exhalar también influye en el funcionamiento del cerebro.
Neurocientíficos de la Northwestern University han comprobado por primera vez que el ritmo de nuestra respiración crea actividad eléctrica en el cerebro, la cual puede mejorar nuestros juicios emocionales y potenciar nuestra memoria. Esos efectos dependen fundamentalmente de si inhalamos o exhalamos, así como de si respiramos por por la nariz o la boca.
Inhalar y exhalar influye en nuestra memoria y procesamiento emocional
Los neurocientíficos descubrieron este efecto mientras analizaban a 7 pacientes con epilepsia que se iban a someter a una cirugía cerebral. Una semana antes de la cirugía, un cirujano implantó electrodos en sus cerebros para identificar el origen de las crisis epilépticas. Esto les permitió acceder a datos electrofisiológicos y descubrir que las señales eléctricas registradas mostraban que la actividad cerebral fluctuaba con la respiración, específicamente en las zonas donde se procesan las emociones, la memoria y los olores.
Este descubrimiento realizado al azar les llevó a preguntarse si las funciones cognitivas asociadas con estas áreas cerebrales, como el procesamiento emocional y la memoria, también podrían verse afectadas por el ritmo de la respiración.
Acto seguido, diseñaron un estudio en el que participaron 60 personas, quienes debían someterse a una serie de pruebas mientras respiraban. Los investigadores comprobaron que los participantes podían identificar con mayor rapidez un rostro que expresaba temor cuando estaban inspirando. Al contrario, si veían el rostro mientras exhalaban tardaban un poco más en reconocer la emoción.
La memoria también variaba en dependencia de la fase de la respiración. Las personas podían recordar mejor un objeto si lo veían mientras inhalaban, no al exhalar. Sin embargo, estas diferencias no se apreciaron cuando respiraban por la boca.
Los investigadores comprobaron además que se producía una diferencia sustancial en la actividad cerebral en la amígdala y el hipocampo durante la inhalación en comparación con la exhalación. Descubrieron que cuando respiramos, en realidad estamos estimulando las neuronas en la corteza olfativa y todo el sistema límbico, que es la primera «parada» en el procesamiento emocional.
La respiración, una estrategia natural para “sincronizar” la actividad del cerebro
El influjo de la respiración a nivel cerebral podría explicar el mecanismo que se encuentra en la base de los ataques de pánico. Cuando una persona sufre una crisis de ansiedad, su ritmo respiratorio se vuelve más rápido, por lo que pasa más tiempo inhalando que exahalando. De esta forma, el cerebro podría ser mucho más eficiente detectando las señales de peligro. Y también es por ello que podemos controlar ese miedo precisamente a través de la respiración, inspirando con mayor lentitud y exhalando pausadamente. Así le enviamos al cerebro el mensaje de que todo está bajo control y no es necesario mantenerse alerta.
Por otra parte, este descubrimiento también podría corroborar las antiguas técnicas de meditación vipassana en las que se le presta una atención especial a la respiración. Todo parece indicar que, en efecto, respirar lenta y profundamente nos permite sincronizar las oscilaciones de la actividad cerebral a través del sistema límbico.
Por tanto, ahora ya lo sabes: respira, y respira bien.
Fuente:
Gottfried, J. et. Al. (2016) Nasal Respiration Entrains Human Limbic Oscillations and Modulates Cognitive Function. Journal of Neuroscience; 36 (49): 12448-12467.
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