¿Alguna vez te has sorprendido diciendo la misma frase de tu madre? ¿Has desarrollado la misma manía de tu padre? ¿O después de un periodo de rebeldía tu sistema de valores ha vuelto a coincidir con los suyos? No eres el único.
En realidad, nos parecemos más a nuestros padres de lo que creemos o estamos dispuestos a reconocer. Lo confirmó un estudio desarrollado en la Universidad de Washington en el que se exploró cómo las personalidades de los padres pueden terminar moldeando la vida de sus hijos – para bien o para mal.
La influencia de los padres en la personalidad de sus hijos
El estudio en cuestión se remonta a 1984, momento en el que los psicólogos reclutaron a casi 9.400 niños de entre 11 y 17 años de edad, así como a sus padres. Los padres completaron una prueba de personalidad en la que se evaluaron cinco grandes rasgos: extraversión, amabilidad, apertura, conciencia y neuroticismo.
Los investigadores también profundizaron en la vida de los hijos, sobre todo en sus hábitos, analizando desde su salud hasta las calificaciones escolares, el uso de alcohol o cigarrillos, las actividades de ocio y la frecuencia de las discusiones familiares, entre otras características personales.
Estos psicólogos concluyeron que “las personalidades de los padres tienen un impacto significativo en la vida de un niño”. Por supuesto, el resto de las experiencias que vivimos también influyen en las decisiones que tomamos y la persona en la que nos convertimos, pero la impronta que dejan los padres a una edad tan temprana es decisiva.
Los niños cuyos padres eran extravertidos, por ejemplo, solían tener calificaciones escolares más bajas y aquellos cuyos padres tenían rasgos neuróticos tenían peor salud en general y dedicaban menos tiempo a las actividades de ocio.
Por otro lado, era más probable que los niños fueran más saludables si sus padres eran más amables y concienzudos. En cambio, los niños más activos y con más pasatiempos tenían padres que se mostraban más abiertos a las experiencias.
En general, estos investigadores descubrieron que a los niños les irá mejor en la vida si sus padres tienen una personalidad amable, son responsables y se muestran abiertos a las nuevas experiencias.
¿A qué se deben esas diferencias?
Es probable que los padres extravertidos presten menos atención al estudio ya que priorizan las relaciones interpersonales, por lo que animan a sus hijos a socializar en vez de estudiar. O quizá tan solo estén demasiado ocupados con su vida social y no tienen mucho tiempo para ayudar a sus hijos a realizar los deberes y proyectos escolares.
Por otra parte, es probable que los padres más abiertos a las nuevas experiencias transmitan esa pasión por explorar el mundo a sus hijos, los cuales terminan desarrollando una gama de intereses más amplia y no tienen miedo de atreverse a vivir nuevas aventuras. Eso los convierte, al mismo tiempo, en personas más curiosas y abiertas al descubrimiento y el aprendizaje.
¿Se hereda la personalidad de los padres?
A pesar de que muchas veces tenemos la sensación de que nos estamos “convirtiendo” en nuestros padres, en realidad muchas personas tienen rasgos de personalidad diametralmente opuestos a los de sus progenitores. No es raro que los padres extravertidos tengan hijos introvertidos y viceversa.
En un primer momento, esas discrepancias pueden parecer sorprendentes, pero si tenemos hermanos, sabremos que puede haber una gran diferencia entre dos personas que crecen en el mismo hogar. Nadie hereda la personalidad de sus padres. De hecho, la personalidad es el resultado de una mezcla única de factores genéticos, ambientales, culturales y sociales.
No obstante, las primeras experiencias de la infancia y la influencia de la personalidad de los padres dejan huella. La calidez de los progenitores, su tendencia a brindar apoyo, cariño y validar las necesidades de sus hijos permite que los niños sean más seguros de sí y confíen más en sus habilidades, además de ayudarlos a desarrollar estrategias de afrontamiento más adaptativas y un comportamiento más prosocial.
Por el contrario, los padres más hostiles y con tendencias neuróticas pueden generar comportamientos agresivos y oposicionistas en sus hijos, aumentando las probabilidades de que estos desarrollen algún problema de salud mental.
Por tanto, los padres no solo transmiten su carga genética; sus rasgos de personalidad y su forma de ver el mundo también pueden ser decisivos en la vida de sus hijos ya que terminan influyendo en su cosmovisión y la manera de relacionarse consigo mismo y con el resto de las personas. Por supuesto, no se trata de una condena. La personalidad puede cambiar, pero tendremos que esforzarnos mucho más para desarrollar determinados rasgos o mitigar su impacto negativo que si los desarrollamos desde pequeños.
Fuentes:
Wright, A. J. & Jackson, J. (2023) Is parent personality associated with adolescent outcomes for their child? A response surface analysis approach. Infant and Child Development; e2395.
Schofiled, T. J. (2012) Parent Personality and Positive Parenting as Predictors of Positive Adolescent Personality Development Over Time. Merrill Palmer Q (Wayne State Univ Press); 58(2): 255–283.
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