La palabra es una de las herramientas más poderosas que tenemos a nuestra disposición. A través de ella podemos expresar lo que sentimos y pensamos, podemos convencer a los demás y llegar a un acuerdo. Las palabras pueden curar heridas, zanjar conflictos y conducir al entendimiento.
Sin embargo, las palabras no tienen un poder mágico por lo que hay ocasiones en las que no son suficientes. Para que la palabra actúe, del otro lado tiene que haber un oído receptivo. Si la otra persona no está dispuesta a ceder ni un milímetro, las palabras serán vanas. En esos casos, es mejor no afanarse ya que todo lo que digamos caerá en saco roto. A veces, por nuestro equilibrio mental, debemos aprender cuándo ha llegado el momento de abandonar una discusión.
Discutir solo tiene sentido cuando se puede llegar a un acuerdo
La palabra “discutir” se ha revestido de un significado negativo pero en sus orígenes indicaba“sacudir”, por lo que en la Antigua Roma se utilizaba para referirse a la acción de sacudir algo para separar sus componentes. En sentido figurado significaba “realizar un examen atento de las cosas para separarlas y distinguirlas”.
Por eso, el objetivo de la discusión no es ganar sino llegar a un acuerdo y, de cierta forma, cambiar la perspectiva sobre el asunto. Sin embargo, para que eso ocurra es necesario que ambas personas estén dispuestas a involucrarse en ese análisis, a tender un puente que dé lugar a la comprensión. Si no es así, la discusión se convierte en una batalla por la razón, y pierde su sentido, además de hacernos perder la paciencia y la paz interior.
Por tanto, es importante aprender a detectar esas señales que nos indican que estamos discutiendo inútilmente.
1. Buscan pretextos continuamente. La persona que no asume su responsabilidad y busca pretextos continuamente no está preparada para dar el paso que se necesita para llegar a un entendimiento. Cuando tu interlocutor miente y recurre a excusas para explicar sus palabras o comportamientos, en el fondo lo que desea es rehuir su responsabilidad o simplemente “salirse con la suya”, haciendo que prevalezcan sus intereses sin tener en cuenta las necesidades de los demás.
2. Se hacen pasar por víctimas. Si tu interlocutor inmediatamente asume el rol de víctima, será muy difícil hacerle entender que tiene alguna responsabilidad en lo ocurrido. Cuando una persona solo se lamenta por lo que ocurre, echándole la culpa a los demás, al destino o a la mala suerte, es difícil que asuma un papel proactivo y que se pueda avanzar en la discusión.
3. Usan un tono condescendiente o impositivo. Hay personas muy egocéntricas, que se sienten por encima de los demás y creen que solo sus argumentos son válidos ya que piensan que son poseedoras de la verdad absoluta. Generalmente estas personas no discuten para llegar a un entendimiento sino para imponer su opinión, por lo que resulta muy difícil hablar con ellas y ganar un poco de terreno.
4. No muestran señales de empatía. Nuestro cerebro está “cableado” para sentir empatía. Las neuronas espejo se activan ante el dolor o la alegría de los demás, razón por la cual, las emociones son “contagiosas”. La empatía es fundamental para llegar a un entendimiento, sin esta cualquier discusión está abocada al fracaso ya que cada interlocutor se parapetará en su posición y no dará su brazo a torcer.
5. Te atacan verbalmente. Cuando una persona entra en “modo agresivo”, es mejor detener la conversación inmediatamente porque es muy difícil reencauzarla por buen camino. La agresividad es una señal de que el cerebro emocional ha tomado el mando, por lo que será muy complicado dialogar y razonar con esa persona.
6. Lanzan recriminaciones. En ocasiones las discusiones generan emociones negativas, pero si la persona tiene la esperanza de que se puede llegar a un entendimiento, no hay nada perdido. Sin embargo, en muchas ocasiones, sobre todo en las relaciones de larga data, una de las dos personas cree que la batalla está perdida de antemano, por lo que en vez de discutir con el ánimo de llegar a una solución, se limita a lanzar recriminaciones.
7. No te respetan. Cualquier discusión se debe realizar desde el respeto a la individualidad. Aunque existan opiniones diferentes, cada interlocutor debe respetar al otro y no utilizar palabras denigrantes. Si no es así y se traspasan ciertas barreras, es mejor poner punto final a la conversación, al menos hasta que se calmen los ánimos.
Luis Varas dice
Jennifer, te felicito por lo que escribes referente al tema de la discusión ya que se encuadra a la realidad, de qué sirve continuar en una discusión donde no están presente las condiciones. Un abrazo.
Jennifer Delgado dice
Hola Luis,
En efecto, a veces es necesario saber cuándo parar. Hace poco leí una frase que me gustó mucho: "No hay que abandonar demasiado rápido ni aferrarse durante demasiado tiempo".
Francisco Acuñas Espejo dice
Saludos cordiales Jennifer, tu blog es muy útil.