Algunos de los mayores descubrimientos de la humanidad han ocurrido a través de la serendipia. August Kekulé, uno de los creadores de la Teoría de la Estructura Química, descubrió la estructura de la molécula del benceno precisamente por casualidad. Un día, mientras volvía a casa en autobús, tuvo un sueño extraño en el que veía a átomos y moléculas formando cadenas serpenteantes que se retorcían, una de ellas se convirtió en una serpiente que se mordió la cola formando un círculo que giraba sobre sí mismo. Así comprendió que se trataba de un compuesto cíclico. Eso es una serendipia.
La palabra proviene del cuento “Los tres príncipes de Serendip”, en el cual se narran las aventuras de tres príncipes que tienen un extraño poder que les permitía realizar descubrimientos por accidente. De hecho, es importante no confundir la serendipia con el insight ya que en este último, si bien la solución viene de improviso, la persona había pasado días, semanas o incluso meses enfrascada en el problema por lo que las posibles alternativas se continuaban valorando a nivel inconsciente.
Al contrario, la serendipia hace referencia a un descubrimiento que ocurre por azar, casi siempre mientras se andaba buscando otra cosa. Lo usual es que se trate de un hallazgo inesperado y positivo con un gran impacto en nuestra vida. Descubrimientos, como los rayos X, la penicilina, el principio de Arquímedes, la viagra, los microondas e incluso los post-it surgieron precisamente gracias a una serendipia.
¡Fijaciones fuera!
Otro ejemplo particularmente interesante se centra en la historia del baloncesto. Corría el año 1891 cuando un profesor de educación física llamado James Naismith clavó dos cestas de melocotón a las paredes del gimnasio y le pidió a los alumnos que intentarán encestar la pelota. Así surgió el baloncesto.
Sin embargo, el problema es que una vez que la pelota estaba dentro de la cesta el juego se detenía porque era necesario que alguien subiese para sacarla. Si aquel incómodo problema no se resolvía, era probable que el baloncesto tuviese sus días contados. No obstante, a nadie se le ocurría la solución. Hasta que después de muchos juegos y tiros acertados, el fondo de la cesta cedió y se desprendió. Así la pelota se deslizó y se pudo jugar sin interrupción.
Visto desde nuestra perspectiva puede parecer una perogrullada. Después de todo, no es necesario ser un genio para cortar el fondo de una cesta. Sin embargo, en aquel momento todos eran víctimas de lo que se conoce como fijación funcional. Es decir, estaban tan ensimismados en una manera de hacer las cosas que ni siquiera concebían que otra fuera posible. Esta rigidez mental también está provocada por nuestra tendencia a analizar los problemas como un todo, no a partir de sus componentes.
Sin embargo, la serendipia tiene el poder de romper esos patrones rígidos brindándonos un atisbo de lo que hay más allá. Obviamente, la serendipia no es suficiente para hacer un descubrimiento o emprender un cambio, es solo el primer paso. Después es necesario pasar por una serie de pasos.
La serendipia en acción
La serendipia implica, en lo más profundo, un proceso de pensamiento en forma de embudo. Ante todo, existe una etapa marcada por el misterio que se refiere a un vacío en el conocimiento, a una situación que se presenta caótica y que en muchas ocasiones ni siquiera habíamos previsto. En el ejemplo del baloncesto sería el hecho de que la pelota siempre se quedaba atascada en la cesta.
A continuación tiene lugar el hecho afortunado y logramos darnos cuenta del gran avance que este representa. De hecho, probablemente todos nosotros hemos tenido numerosas serendipias a lo largo de la vida pero no hemos sabido extraerles el zumo. Es obvio que si no somos un químico, el sueño de August Kekulé no nos hubiese dicho nada y si no hubiésemos sido James Naismith una cesta rota no habría pasado jamás de ser eso.
Luego tiene lugar la tercera y última fase que implica la aplicación de un algoritmo propiamente dicho, o sea, la sistematización de la solución. En este punto trabajamos en la solución y la perfeccionamos, poniendo en práctica nuestros conocimientos.
¿Qué nos indica todo esto?
Que las serendipias son descubrimientos por azar pero que es necesario tener ciertos conocimientos sobre determinado ámbito para poder aprovecharlas porque, de lo contrario, es probable que nos pasen completamente desapercibidas. La casualidad existe pero es necesario tener las herramientas adecuadas para saberla interpretar y después, ser lo suficientemente perseverantes como para sacarle provecho.
Fuente:
Pérez Tamayo, R. (1974) Serendipia: ensayos sobre ciencia, medicina y otros sueños. México: Siglo XXI Editores.
Arquitecturibe dice
En el primer ejemplo me queda la duda si no es un insight (dada la explicación misma que hay) ya que el señor estaría dando vueltas y vueltas en su cabeza a la idea hasta que esta tuvo una solución específica.
Jennifer Delgado dice
El sueño de Kekulé se puede considerar una serendipia ya que ocurrió en 1962, mientras que su propuesta sobre la estructura del benceno se publicó en 1965, después de que el químico analizara con profundidad su sueño.
Por supuesto, siempre queda abierta la pregunta, ¿hasta dónde es una serendipia y hasta dónde un insight ya que se trataba de un químico y conocía los retos que representaba el benceno?