
Un día, el filósofo Diágoras de Melos estaba contemplando un conjunto de pinturas que representaban a navegantes que habían sobrevivido milagrosamente a naufragios. Famoso por su postura escéptica hacia las creencias religiosas, unas personas intentaron ponerlo en un aprieto preguntándole: “Tú que dudas del cuidado divino, ¿cómo explicas que tantos hayan sido salvados por gracia de los dioses?”
Con aguda perspicacia, Diágoras respondió: “lo que observo es que aquí no están representados los que perecieron en el mar, que son mucho más numerosos”. Su réplica contenía una profunda verdad que siglos después la Psicología bautizaría como el “sesgo de supervivencia”.
¿Qué es el sesgo de supervivencia?
Las historias de éxito parecen estar por doquier. Desde el emprendedor que montó un imperio tecnológico en su garaje hasta el influencer que dejó la universidad y ahora factura millones. Sin olvidar a los artistas famosos que vinieron de la nada y los atletas excepcionales. Con tantas historias inspiradoras, es fácil creer que el triunfo es la norma y el fracaso, una rareza. Sin embargo, se trata de una percepción distorsionada.
El sesgo de supervivencia es un fenómeno psicológico nos lleva a enfocarnos únicamente en los casos exitosos, las personas que “sobreviven” a un proceso, ignorando a los que fracasaron o no lo lograron simplemente porque han caído en el olvido y no son visibles.Es una especie de filtro que deforma nuestra percepción de la realidad.
La idea surgió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando al matemático Abraham Wald le encomendaron la tarea de analizar los daños en los aviones que regresaban de las misiones. La Fuerza Aérea quería reforzar las zonas más impactadas, pero Wald señaló que esos eran los lugares donde un avión podía ser golpeado y seguir volando. Los verdaderos puntos críticos, aquellos que realmente podían derribar la aeronave, eran los que no veían, porque esos aviones no regresaban.
En la vida diaria, este sesgo se cuela por todas partes. Solo vemos a los atletas olímpicos que ganaron el oro, no a los que entrenaron igual de duro y ni siquiera llegaron al deporte profesional. Conocemos compañías exitosas como Apple o Tesla, pero no a los millones de empresas que quiebran cada año.Seguimos a los influencers famosos, pero no conocemos alos miles que abandonaron con 27 seguidores y dos me gusta (uno de ellos de su madre).
Las consecuencias del sesgo de supervivencia en nuestra vida
Este sesgo no es meramente anecdótico ni un simple dato curioso, sino que puede determinar nuestra vida porque alimenta frustraciones, genera un tipo de expectativas poco realistas y puede influir en las decisiones que tomemos.
- Idealización del éxito. El sesgo de supervivencia nos hace pensar que, si otros pudieron, nosotros también, pero no nos permite ver la parte oculta del iceberg. No vemos el privilegio, el azar, los contactos, las repeticiones fallidas o los años de invisibilidad. Eso puede hacernos pensar que tener éxito es relativamente fácil, cuando en realidad es una pendiente muy empinada que pocos logran escalar.
- Autoexigencia tóxica. Cuando creemos que todo el mundo está logrando cosas increíbles menos nosotros, es fácil caer en un diálogo interno autodestructivo: “¿Qué estoy haciendo mal?”, “¿Por qué no avanzo?” El verdadero problema no es que no avances, es probable que lo estés haciendo, sino que estás comparando tu camino y ritmo con una versión filtrada de las personas más exitosas.
- Subestimar los riesgos. Si solo vemos a quienes han triunfado, asumimos que el camino es más fácil y nos lanzamos a perseguir ciertas metas sin la preparación suficiente. Sin embargo, emprender sin sopesar los riesgos, dejar tu trabajo para “seguir tu pasión”, invertir todos tus ahorros en una criptomoneda porque un influencer ha tenido éxito… Todas son decisiones que pueden estar basadas en una narrativa de éxito muy sesgada que no incluye las historias de quienes lo intentaron y fracasaron.
- Desprecio del esfuerzo silencioso. Valoramos al que llega, pero ignoramos al que lo intentó con todo, se esforzó al máximo y, aun así no lo consiguió. El sesgo del superviviente es un arma de doble filo porque puede hacernos menos empáticos con los procesos que no terminan en aplausos, aunque estén llenos de valor y aprendizaje. A la larga, estigmatiza el fracaso, como si no fuera una parte natural del proceso.
- Presión social por el éxito rápido. La idea de que si no eres millonario a los 30 años, estás haciendo algo mal o que si no has conseguido miles de seguidores eres un fracasado es un boomerang que se vuelve en nuestra contra. Cada persona tiene su propio ritmo, e intentar acelerarlo para encajar en los moldes sociales a menudo solo genera una tensión innecesaria. De hecho, incluso puede hacer que nos demos por vencidos antes de tiempo, solo porque creemos que no estamos avanzando al ritmo adecuado.
¿Cómo podemos contrarrestar este sesgo?
Ni siquiera los profesionales que deberían tomar decisiones más razonables y objetivas son inmunes a este sesgo. Un estudio realizado en la Universidad del Sur de California reveló que los especialistas financieros suelen tener la tendencia a fijarse en los profesionales y empresas que invierten bien, obviando a quienes han perdido su dinero. Sin embargo, ser conscientes de la existencia del sesgo de supervivencia es el primer paso para luchar contra su influjo.
1. Cambia el foco: empieza a mirar a los que no llegaron
Haz un esfuerzo consciente por mirar más allá del éxito. Pregúntate: ¿Qué le pasó a los que no triunfaron? ¿Qué puedo aprender de ellos? Busca libros que cuenten los errores, documentales de procesos que no acabaron bien… El objetivo es tener una visión más equilibrada de lo que sucede en la vida real.
2. Redefine lo que significa “éxito”
El éxito no siempre es ganar una medalla, salir en la portada de Forbes o tener millones de seguidores en las redes sociales. A veces es sostenerte cuando todo se tambalea, construir una vida que tenga sentido para ti o ayudar a otros a avanzar. El sesgo de supervivencia puede meterte de lleno en una carrera donde solo hay podios y hacerte olvidar que hay muchas formas de llevar una vida satisfactoria y con sentido. Por tanto, pregúntate qué es realmente el éxito.
3. Desarrolla el pensamiento estadístico
Sí, es difícil, pero entender cómo funcionan las probabilidades nos protege de decisiones impulsivas. Si el 90% de las startups fracasan, esa es la realidad. No es pesimismo: es información. Por tanto, antes de tomar una decisión basada en una historia de éxito, pregúntate: ¿Cuál es la base estadística de este caso? ¿Cuántas personas lo intentaron y no lo lograron? ¿Qué riesgos implica?
4. Fortalece la autocompasión
El sesgo de supervivencia es un duro golpe para la autoestima. Compararte constantemente con los que llegaron puede hacerte sentir menos capaz o incluso inferior. Sin embargo, es un bucle tóxico en el que no ganas nada. En cambio, prueba a ser amable contigo mismo cuando las cosas no salen como esperabas.Cuando sientas que estás fallando, cambia el chip. En vez de pensar “No estoy a la altura”, prueba con un: “Estoy viviendo un proceso en el que los errores son parte del aprendizaje”.
5. Presta más atención al esfuerzo que a los resultados
En una sociedad obsesionada con los logros visibles, es fácil caer en la trampa de valorar únicamente el resultado final mientras ignoramos el proceso que lo hizo posible. Sin embargo, el verdadero crecimiento ocurre en el camino. Cuando te enfocas en el esfuerzo y el aprendizaje, en lugar de fijarte exclusivamente en el éxito o el fracaso inmediato, desarrollas una mentalidad resiliente. Reduces la ansiedad por alcanzar las metas y comienzas a encontrar más satisfacción en el crecimiento diario. Al final, son esas pequeñas victorias invisibles, las lecciones aprendidas, la disciplina ganada y los errores superados lo que realmente moldea tu potencial.
En resumen, el sesgo de supervivencia es como un filtro de Instagram aplicado a la vida: solo muestra lo bonito, lo brillante, lo que “triunfó”. Pero la vida real es más rica, más compleja y mucho más interesante que una colección de éxitos editados. Cuando dejamos de mirar solo a los que sobrevivieron, empezamos a ver la historia completa. Y ahí, justo ahí, es donde empieza el verdadero crecimiento.
Referencias Bibliográficas:
Chang, X. (2024) Vining in the Blind: The Perils of Survivorship Bias. Advances in Economics Management and Political Sciences; 72(1): 55-59.
Wallis, W. Allen (1980) The Statistical Research Group, 1942-1945: Rejoinder. Journal of the American Statistical Association; 75(370): 334–335.
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