
¿Alguna vez te has preguntado si esas siestas del mediodía realmente marcan la diferencia o si son solo para los “perezosos”? Lo cierto es que las siestas cortas o “siestas de recuperación” pueden mejorar significativamente tu estado mental y tu bienestar físico.
Esas siestas breves, que consisten en solo 10 o 20 minutos, pueden recargar tu mente, aumentar tus niveles de energía y mejorar tu concentración para que puedas afrontar con más ánimo el resto de tu jornada.
La ciencia que explica el poder de las siestas
Estudios recientes han demostrado que una siesta corta puede mejorar la memoria, aumentar la productividad y reducir el estrés. Pero, ¿te has preguntado qué ocurre realmente en tu cerebro durante esos minutos de descanso? La ciencia de las siestas tiene algunas respuestas muy interesantes.
Descifrando los ciclos del sueño y sus fases
Es probable que hayas oído hablar del sueño REM, pero lo cierto es que este proceso es mucho más complejo. Tu ciclo de sueño tiene diferentes fases, que incluyen el sueño ligero y el sueño profundo. Las siestas rápidas se producen en las etapas más ligeras. Si tomas una siesta de tan solo 10 o 20 minutos, evitarás entrar en un sueño profundo, lo que te ayudará a evitar el aturdimiento – lo que los científicos llaman «inercia del sueño» o somnolencia posdespertar.
La inercia del sueño se refiere a la sensación de aturdimiento que a veces experimentas cuando te despiertas de una siesta más larga. Es como si tu cerebro todavía estuviera intentando reiniciarse mientras le pides que ejecute un programa completo. En cambio, una siesta breve permite que tu “software” se restablezca sin afectar tus necesidades de sueño profundo por la noche.
El impacto de la adenosina en el deseo de dormir
Cuando se habla de dormir, la melatonina suele ser la protagonista, pero la adenosina es igualmente importante para regular el ciclo sueño y la vigilia. La adenosina es una sustancia química que se acumula en el cerebro cuanto más tiempo se pasa despierto, lo que aumenta el deseo de dormir. Piensa en ella como la forma que tiene tu cuerpo de decir: «¡Hey, es hora de descansar!«.
Durante una siesta rápida, los niveles de adenosina disminuyen, lo que te proporciona una nueva ráfaga de energía. Esa rápida reducción de la adenosina puede mejorar tu estado de alerta y la concentración, por lo que las siestas rápidas se consideran una estrategia eficaz para aumentar la productividad. Por tanto, la próxima vez que te sientas cansado por la tarde, una siesta corta podría ser la respuesta perfecta.
Las 3 claves para disfrutar de una siesta ideal
Si algunas siestas te dejan lleno de energía mientras que otras te hacen sentir más agotado, es probable que debas cambiar la manera en que las abordas. Y es que tomar una siesta puede parecer muy sencillo, pero hacerlo de manera efectiva requiere conocer algunos secretos que maximicen sus beneficios. No todas las siestas son iguales, su duración, momento del día y entorno pueden marcar la diferencia entre despertarte renovado o sentirte más agotado que cuando te acostaste.
1. ¿Cuándo irse a la cama?
Elegir el momento adecuado es fundamental para tomar una siesta realmente regeneradora. Lo mejor es hacerlo a media tarde, normalmente entre la 1:00 y las 3:00 p. m., ya que es cuando los niveles de energía de la mayoría de las personas disminuyen de forma natural debido a los ritmos circadianos del cuerpo.
Dormir la siesta durante este período puede ayudarte a prevenir el insomnio nocturno y, al mismo tiempo, recargar las pilas para el resto del día. Si eres de las personas a las que les cuesta despertarse, una opción que puedes probar es beber café antes de tomar la siesta. Los efectos de la cafeína se hacen sentir aproximadamente 20 minutos después, coincidiendo con el momento en que te despiertas, lo que te proporcionará un impulso adicional.
2. ¿Cómo crear un entorno tranquilo para dormir?
Si quieres que la siesta sea eficaz, la tranquilidad es clave. Eso se traduce en una luz tenue, ruido mínimo y un entorno cómodo. Puedes usar unas cortinas opacas para bloquear la luz e incluso recurrir a una máquina de ruido blanco para ahogar los sonidos ambientales que puedan distraerte.
La temperatura también juega un papel importante en la calidad de la siesta. Lo ideal es mantener la habitación ligeramente fresca. Un antifaz y una manta cómoda también pueden facilitar el descanso. En resumen, si minimizas las distracciones del entorno, es más probable que disfrutes de una siesta reparadora, que te dejará renovado y listo para afrontar el resto del día.
3. ¿Cómo determinar la duración óptima?
Una de las claves para que la siesta sea regeneradora es su duración. Si duermes poco, te servirá de poco. Y si duermes mucho, será peor. Como norma general, lo ideal es una siesta de 20 minutos si tu objetivo es aumentar tu nivel de energía, ya que no entrarás en las fases más profundas del sueño.
En cambio, si lo que quieres es mejorar tu memoria, atención y el rendimiento cognitivo en general, puedes extender la siesta a unos 30 minutos. Pero recuerda que si te excedes, corres el riesgo de sufrir inercia del sueño, que es lo que provoca esa sensación de aturdimiento al despertarte. En cualquier caso, cada persona es diferente: a algunas les basta con una siesta rápida de 10 o 15 minutos. Por tanto, tendrás que descubrir cómo es tu siesta ideal.
Siestas vs. sueño nocturno: ¿complementos o sustitutos?
Muchas personas se preguntan si la siesta es un sustituto de una buena noche de sueño. Cabe aclarar que aunque las siestas pueden mejorar el bienestar y reponer el nivel de energía, no reemplazan un descanso nocturno profundo y reparador. Las siestas son como una actualización rápida del software: son útiles, pero no son el reinicio completo que el cerebro y tu cuerpo necesitan durante la noche.
Tomar una siesta durante el día puede complementar el descanso nocturno. Rellena los «huecos» cuando la falta de sueño o el estrés elevado pasan factura. No obstante, es fundamental mantener una buena rutina nocturna ya que es tu principal horario de sueño. Piensa en la siesta como un complemento que te permite afrontar la jornada con una energía renovada, mientras que el sueño nocturno te prepara para un recorrido más largo.
Referencias Bibliográficas:
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