Hay silencios y silencios. Hay silencios que sanan y silencios que hieren. Silencios que traen la calma y silencios que vaticinan tormentas. En una relación de pareja, el silencio puede convertirse rápidamente en una cortina de humo para ocultar conflictos, tensiones y problemas no resueltos que se quedan hirviendo bajo la superficie, minando el vínculo emocional hasta convertir a las dos personas en enemigos o perfectos desconocidos.
Las diferentes caras del silencio en una relación
El silencio normalmente es mucho más que la ausencia de palabras. De hecho, su potencia es tal que a menudo puede transmitir más emociones que un largo discurso. También se manifiesta de diversas formas en el marco de una relación romántica, cada una con motivos y objetivos distintos.
1. Silencio introyectado
Hay silencios externos que esconden un rumor ensordecedor interno. Cuando dos personas se atrincheran en sus posturas, su silencio puede resonar más fuerza que cualquier palabra. Este tipo de silencio en una relación se produce cuando no se abordan los problemas, pero cada uno sigue dándoles vueltas en su mente.
Es común después de una discusión en la que quedaron muchas cosas sin decir, de manera que como las personas no hablan entre sí, terminan hablando consigo mismos. También es una estrategia habitual en quienes les resulta difícil expresar sus emociones con palabras y optan por encerrarse en sí mismas.
El problema es que ese diálogo interno a menudo solo exacerba la distancia en la pareja ya que cada uno se parapeta en su posición, intentando auto demostrarse que tenía razón, olvidando los motivos del otro y desoyendo sus necesidades. Mientras tanto, ese silencio alimenta un ambiente de tensión, incertidumbre e ira latente.
2. Silencio evasivo
Este tipo de silencio tiene como principal objetivo evadir la realidad. Implica caminar de puntillas sobre temas delicados para evitar una confrontación abierta. Por tanto, es una estrategia calculada para prevenir una reacción potencialmente negativa del otro. Una táctica mediante la cual se intenta mantener una calma tensa.
Cuando recurrimos a este tipo de silencio, creamos un monólogo interior en el que proyectamos sobre los demás nuestros propios miedos e inseguridades. En otras palabras, elaboramos un guion en el que el papel del otro está predeterminado, de forma que nos quedamos atrapados en ese bucle. Como resultado, la comunicación se rompe y los problemas crecen.
Este tipo de silencio en una relación de pareja suele producirse cuando se ha colado un elefante en la habitación. Lo curioso es que mientras más grande sea ese “elefante”, mayor será nuestra tendencia a ignorarlo porque más complejo y sensible será el problema. De esta forma, los sentimientos se quedan dentro y las heridas no sanan mientras el conflicto se agigante, alargando cada vez más su sombra sobre la relación de pareja.
3. Silencio manipulador
Este tipo de silencio es, posiblemente, el más consciente de todos, y a menudo se utiliza como herramienta para ejercer el poder o incluso intimidar al otro. Implica imponer una especie de “ley de hielo” en el hogar, de manera que uno deja de hablar a alguien como castigo.
Si uno se atreve a abordar el problema, el otro calla intentando controlar la situación a través del peso de las palabras no dichas. De esta forma, quien había iniciado la conversación se siente ansioso e incómodo al percibir el rechazo y se ve obligado a adivinar lo que está pasando por la cabeza de su pareja.
Este silencio se utiliza como una forma de control ya que, aunque no dice nada, en realidad lo dice todo. Y lo que dice es “aquí mando yo” o “aquí se hace lo que yo quiera”. El poder se demuestra a través de la indiferencia y la desidia, retirando el apoyo y amor con el objetivo de doblegar al otro.
El silencio, un gran asesino del amor
El silencio no siempre es negativo. De hecho, a veces es imprescindible porque nos brinda ese espacio de reflexión para intentar comprender lo que está ocurriendo en nuestro interior y ponernos en el lugar de los demás. Hay silencios reflexivos y silencios empáticos.
Sin embargo, al final la comunicación debe prevalecer porque los problemas que no se superan, terminan dinamitando la relación desde dentro. Cuando el silencio se convierte en la norma, se transforma en una barrera que impide a las personas comprenderse y apoyarse mutuamente, va deteriorando el vínculo y acrecienta la distancia. Y cuanto más grande sea la distancia emocional, más difícil será hablar para resolver las discrepancias.
A veces callamos pensando “no me escucha” o “no quiero discutir”. Y aunque ese deseo es perfectamente comprensible, el razonamiento de base termina siendo autodestructivo porque solo sirve para reafirmarnos en nuestra postura antagónica.
En cambio, debemos recordar que si la otra persona no sabe lo que estamos experimentando, no podrá responder en consecuencia. Por tanto, es importante encontrar la manera de expresar lo que sentimos y pensamos en un entorno de validación emocional. La comunicación asertiva es la única vía para que una relación de pareja salga fortalecida de los desafíos que encontrará en su camino.
Referencias Bibliográficas:
Herzberg, B. (2023) 4 Types of Relationship Silence and the Trouble They Cause. En: PsychologyToday.
Oduro, J. (2007) Semiotic silence: Its use as a conflict-management strategy in intimate relationships. Semiotica; 167(1/4): 283–308.
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