Los padres desean proteger a sus hijos de los peligros, muchos incluso enfrentarían gustosos esas amenazas si pudieran evitar que sus pequeños sufrieran. Sin embargo, a medida que los niños ganan en autonomía e independencia, se enfrentan a un mayor número de riesgos, cometen errores, se caen y se ven obligados a levantarse de nuevo. Solo así podrán aprender y se harán fuertes.
De hecho, evitar que los niños cometan sus propios errores no es tan beneficioso como puede parecer a simple vista. Cuando los padres solucionan los problemas en lugar de sus hijos, les impiden crecer y desarrollar las competencias que necesitan para enfrentar el mundo. Como resultado, se convertirán en adultos inseguros, que no confían en sus capacidades y que temen asumir riesgos.
Por eso, el mejor regalo que los padres pueden hacerles a sus hijos es prepararles para la vida, prepararles para enfrentar los monstruos que habitan en el armario o debajo de la cama, prepararles para lidiar con la muerte de su mascota, para hacerle frente al niño que intenta acosarle en el colegio o para que aprendan a vivir con el rechazo de su primer amor.
Sin embargo, no existe ningún manual que enseñe a hacer todas esas cosas. Los padres a veces tienen que andar a tientas, guiándose por su instinto. De hecho, lo cierto es que para ser buenos padres no es imprescindible comprender y manejar los conceptos que encierran los libros de educación, como autoestima, autoeficacia, competencias sociales, Inteligencia Emocional, autovaloración… Porque lo único que los niños necesitan para estar a salvo de los miedos y enfrentar con coraje la vida es amor, muchísimo amor.
Solo el amor espanta los miedos
Lograr que los niños desarrollen un buen equilibrio emocional que se convierta en su escudo protector ante el dolor y el sufrimiento que les depara la vida no es tan complicado como parece. Los bebés ya nacen con la semilla de la felicidad y el equilibrio, los padres solo tienen que preocuparse por regarla y hacer que crezca.
Por otra parte, también es cierto que no hay un manual de instrucciones, todos los padres se equivocan, pierden la paciencia y cometen errores en la educación de sus hijos. No obstante, el secreto, la diferencia entre hacerlo bien o mal, radica simplemente en el amor. El amor engendra la maravilla de subsanar esos pequeños errores que los adultos cometemos en nuestro día a día.
Cuando los niños crecen en un ambiente lleno de amor, intuyen que son aceptados por lo que son y desarrollan un apego seguro, que es la base para tener una autoestima adecuada, ser abiertos, sensibles, responsables y resilientes.
Desgraciadamente, un estudio realizado en 14.000 niños desveló que el 40% de los pequeños no logra desarrollar un apego seguro y, como resultado, tienen un riesgo mayor de desarrollar hiperactividad y conductas desafiantes y agresivas en la adolescencia.
¿Cómo crear un ambiente seguro lleno de amor en casa?
1. Ofrécele un hogar en el que se sienta arropado. Un hogar se construye a base de emociones, no es simplemente unas paredes y un techo en los cuales guarecerse. El hogar donde crece un niño debe ser un sitio donde pueda ser él mismo, donde se sienta aceptado y comprendido. El hogar es su refugio y, a la vez, el sitio donde puede expresar libremente sus miedos e inquietudes. Eso no significa que todo vale, en el hogar también deben haber reglas que garanticen una buena convivencia, pero debe ser, ante todo, un espacio en el que el niño siempre se sienta arropado y protegido por sus padres.
2. Acaríciale y abrázale. Desde el momento del nacimiento, el bebé busca instintivamente el contacto físico, es lo que se conoce como “rastreo de la madre”. De hecho, permitir que durante la primera hora después del nacimiento, el bebé esté piel con piel con su madre crea las bases para un apego seguro. Un estudio realizado en la Universidad de Harvard desveló que dejar llorar a los bebés causa daños en su cerebro que hacen que su sistema nervioso sea más sensible a futuros traumas, de manera que se convertirán en adultos menos equilibrados emocionalmente. Al crecer, el niño continúa necesitando el contacto físico, así que aprovecha cada ocasión para darle caricias y abrazos que demuestren tu amor.
3. Regálale tiempo de calidad. No sirve de nada que los niños tengan decenas de juguetes en su habitación si los padres no le dedican tiempo. El tiempo es la posesión más valiosa que tenemos y es el mejor regalo que podemos darle a nuestros hijos. Pasa tiempo de calidad con ellos, lejos de la tecnología y las interrupciones, tiempo solo para vosotros, momentos que os sirvan para crear vínculos sólidos que nada ni nadie pueda romper en un futuro. Esos momentos pueden convertirse en el refugio que más tarde le sirva a tu hijo para guarecerse de los problemas de la vida. Recuerda que lo que no siembras hoy, no podrás cosecharlo mañana.
4. Háblale de forma cariñosa. A veces no somos plenamente conscientes de lo que decimos, pero una palabra puede causar más daño que el castigo físico. Por eso, es importante que los padres estén atentos al lenguaje que usan al dirigirse a sus hijos. Jamás utilices a frases que se puedan percibir como un rechazo, tales como “eres un niño malo” o “no te quiero porque te has portado mal”. Cuando debas regañar a tu hijo, asegúrate de penalizar el comportamiento, no al niño y, sobre todo, no supedites tu amor a sus logros o fracasos. Dile: “te quiero mucho, pero no está bien lo que has hecho”.
5. Recupera tu infancia !Juega! El juego es esencial en la vida de los niños, es a través del juego que los pequeños desarrollan sus principales habilidades, comienzan a comprender el mundo y se relacionan con los demás. No dejes esta actividad tan importante en manos de los juguetes tecnológicos, aprovecha cada minuto libre para volver a ser niño y jugar con tu hijo. A través del juego no solo crearéis un profundo vínculo emocional sino que también os divertiréis y podrás enseñarle nuevas maneras de sentir, pensar y actuar.
Fuentes:
Washbrook, E. et. Al. (2014) Parenting, attachment and a secure base for children. Baby Bonds.
Miller, P. M. & Commons, M. L. (2010) The benefits of attachment parenting for infants and children: A behavioral developmental view. Behavioral Development Bulletin; 16(1): 1-14.
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