Las técnicas persuasivas son muy variadas y en algunas ocasiones éstas se sustentan en respuestas que brindamos a nivel inconsciente. Por ejemplo, lanzar imprecaciones al inicio o al final de un discurso puede ayudar a convencer a nuestro interlocutor.
De hecho, la falta de pasión es fatal para persuadir a una audiencia sobre nuestro punto de vista. Se dice que las audiencias pueden perdonar que los argumentos se presenten sin ninguna lógica o hilo conductor, que los mismos sean insostenibles pero no se perdona que el orador no crea en sus argumentos. Una técnica persuasiva poco convencional es aumentar el tono emocional del discurso a través de las imprecaciones; aunque, por supuesto corremos el riesgo de que esto nos haga lucir menos profesionales.
Para analizar cómo las imprecaciones pueden influir en el cambio de actitudes, Scherer y Sagarin, psicólogos de la Northern Illinois University, dividieron a 88 estudiantes en tres grupos que fueron expuestos a diferentes tipos de discursos. No obstante, la única diferencia entre los discursos radicaba en que uno de ellos contenía imprecaciones leves al inicio.
Por ejemplo, el primer discurso incluía la imprecación en el medio de la frase: “… disminuir el precio de la enseñanza no es sólo una buena idea, ¡maldición! También es la medida más razonable para todas las partes implicadas”. El segundo discurso incluía la imprecación al final de la idea mientras que el tercer discurso no contemplaba esta palabra.
Curiosamente, los investigadores apreciaron que la imprecación aumentaba el interés de la audiencia en el tema y a la misma vez, ésta hacía que el orador fuese percibido como más comprometido con el discurso, lo que aumentaba el nivel de persuasión de la idea. No obstante, la imprecación no incidió en la credibilidad del orador.
Así, los investigadores concluyen que una imprecación insertada adecuadamente en el discurso puede ser una técnica persuasiva muy útil para convencer al público por el simple hecho de que las personas consideran que el orador se encuentra más comprometido emocionalmente con la idea que les está transmitiendo. No obstante, como punto final les añado que las imprecaciones no sólo pueden ejercer un poder persuasivo sino que en muchas ocasiones blasfemar actúa como un analgésico muy potente 😉
Fuente:
Scherer, C. R. & Sagarin, B. J. (2006) Indecent influence: The positive effects of obscenity on persuasion. Social Influence; 1 (2), 138–146.
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